Prodigios
Aunque todavía estamos en junio, noticias increíbles se suceden a tal velocidad que es difícil pensar que no recordaremos 2021 como un año extraordinario
Aunque todavía estamos en junio, los prodigios se suceden a tal velocidad que es difícil pensar que no recordaremos 2021 como un año extraordinario. Hace unos días, la inteligencia estadounidense reconoció que ignora el origen de los 120 objetos voladores no identificados ―ovnis, en efecto― que fueron avistados por pilotos militares entre 2004 y 2005. En la misma semana, el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y Freising, renunció a su cargo para asumir responsabilidades y pedir disculpas tras décadas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica alemana. Ayer nos enteramos de que los ministros de Finanzas del G-7, el club de las economías más ricas del mundo, han aprobado un nuevo impuesto global de sociedades del 15% como mínimo y, más increíble todavía, han acordado obligar a las grandes empresas tecnológicas a pagar impuestos en los países donde se generan sus beneficios, y no en los que escogieron para instalar su sede social. Todas estas noticias comparten la prodigiosa condición de haber sido impensables hasta el mismo momento en el que se produjeron. Podría pensarse que el mundo se ha vuelto loco, pero no. En España, la dirección del PP se mantiene firme en la defensa de la vieja cordura. Su exsecretaria general ha sido imputada en el caso Kitchen, quizás el más grave de los escándalos de corrupción producidos en España, y el partido ha decidido que no hay nada que investigar ni motivos para expulsarla. Casado, que sin el apoyo de Cospedal nunca habría llegado a la presidencia, ha declarado que él no tiene nada que ver y que ya anunció que no iba a hablar del pasado. Nos visitarán los extraterrestres y no habrá retocado ni una coma de su discurso. Bien mirado, eso sí que es prodigioso.
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