_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cataluña es una anomalía democrática

El independentismo ha llevado a la parálisis política, ha generado pérdidas económicas y provoca fatiga social

Daniel Gascón
Pere Aragonès durante la segunda jornada del debate de su investidura en el Parlament.
Pere Aragonès durante la segunda jornada del debate de su investidura en el Parlament.Alberto Estévez (EFE)
Más información
Pere Aragonès es elegido nuevo presidente de la Generalitat solo con apoyos independentistas

Lo real solo se admite bajo ciertas condiciones y hasta cierto punto, escribía Clément Rosset. Lo ha tenido que certificar un juez que anuló la sanción impuesta a un mosso que dijo a un manifestante “La república no existe, idiota”.

En el caso del independentismo catalán el reconocimiento de la realidad se considera un agravio, si parte de los ajenos, y una traición, si parte de los propios. Es preferible vivir en una anomalía democrática, con instituciones paralelas como el Consell de la República y un caudillo sacado de Borat. Será una Generalitat republicana, ha dicho el presidente Aragonès: no se sabe si uno empieza negando la realidad y acaba contaminando la democracia o al revés.

Entre muchos de los que no se consideran independentistas también opera un mecanismo de autoengaño. La Premisa, como denomina David Jiménez Torres a la idea de que los nacionalismos subestatales no pretenden romper el sistema, vive en variantes. Así, después de que Esquerra Republicana firmara un cordón sanitario para excluir al PSC, algunos sugerían que el PSC facilitara el Gobierno de Esquerra. Apelaban a un peculiar sentido de Estado. El ministro Miquel Iceta ha dicho, asombrosamente: “hay que hacer un esfuerzo por empatizar con todas las sensibilidades, con los que se sintieron heridos por la sentencia y con los que se sintieron heridos por el intento de romper la legalidad”: debemos ser equidistantes entre quienes cumplen la ley y quienes la quiebran.

Otros apelaban a la sensibilidad de izquierdas, pero para ello habría que pensar que Esquerra es de izquierdas. La vocación nacionalista y la irresponsabilidad son más determinantes. Tampoco está claro qué significa la izquierda: un intelectual progresista, preocupado por las derivas nacionalistas en otros sitios, ha reprochado a Salvador Illa que pronuncie “parrafadas” en castellano en el Parlament: una lengua cooficial que además es la más hablada de Cataluña. El independentismo ha llevado a la parálisis política, ha generado pérdidas económicas y provoca fatiga social. Los secesionistas compiten ferozmente entre sí, pero acaban poniéndose de acuerdo y ningunean a la parte de la sociedad catalana que no piensa como ellos. Es una señal de prudencia y respeto escuchar lo que los independentistas quieren hacer: suelen intentarlo. Las concesiones no anulan el agravio y se acaban empleando contra el Estado y los catalanes que tienen las opiniones equivocadas. @gascondaniel

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_