_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pandemia y populismo

El lastre es Narendra Modi, no la democracia india

Lluís Bassets
Coronavirus India
Vista general de un crematorio improvisado de víctimas de la covid en Nueva Delhi (India), el pasado 23 de abril.DANISH SIDDIQUI (REUTERS)

Será larga la carrera. Es todavía prematuro pensar en la meta. China, hasta ahora pegada a la rueda de la globalización, ha empezado a correr por su propia cuenta e incluso toma ventaja. Con Estados Unidos embarrado en sus guerras durante 20 años, solo faltaba la apoteosis del caos trumpista.

La partida no se juega esta vez en tierra europea, como sucedió durante la Guerra Fría. Se libra en Asia y esta vez, a diferencia de la pugna que enfrentó a Washington y Moscú en la segunda mitad del siglo XX, va de hegemonía más marítima que continental. Es la región Indo-Pacífico, central para los intereses de Estados Unidos y de Europa, en la que Delhi es un aliado estratégico frente a Pekín. De ahí la relevancia de la calamidad de dimensiones bíblicas que se ha abatido sobre el subcontinente indio.

Por demografía y emplazamiento, es la única potencia regional que puede jugar en la misma división que China. Su joven pirámide de población, en comparación con la envejecida pirámide china, le da bazas para el futuro, pero su sistema federal, la democracia y la diversidad lingüística, religiosa y étnica, contrastan con las facilidades que tiene un Estado autoritario, uniforme y rígido como el comunista chino para enfrentarse a una pandemia.

India proyecta ahora la imagen de un país desgobernado, productor de vacunas pero incapaz de inmunizar a su población y de controlar la pandemia con confinamientos y medidas de alejamiento social. Y lo que es peor, con un Gobierno populista y ultraliberal, que debilita la asistencia sanitaria y carece de voluntad y de medios para combatir la corrupción y el mercado negro que parasitan el sistema de salud, los suministros de oxígeno y de respiradores, la provisión de camas, e incluso las cremaciones rituales de los cadáveres.

Más información
Falta de oxígeno, crematorios desbordados y mercado negro: la devastación en la India

Narendra Modi, el caudillo del supremacismo hindú, acaba de perder las elecciones regionales en varios Estados donde hizo campaña sin atender a las normas de prudencia frente a la covid. Su prestigio va a la zaga del que le quedó a Trump por su negacionismo ante la pandemia y del que está dejando en la cuneta a Jair Bolsonaro.

Arrojan las peores cifras tres países entre los mayores del planeta, los tres democracias federales regidas al empezar la pandemia por líderes populistas y neoliberales que sacrificaron vidas en favor de las economías. El récord es de Trump: 33 millones de infectados y casi 600.000 muertos. Detrás viene India en infectados: 20 millones (226.000 muertos); y Brasil en muertos: 410.000 (15 millones de infectados); cifras todas ellas oficiales y muy a la baja.

El diagnóstico de Francis Fukuyama es tan claro como universal: “No creo que exista correlación entre democracia y buenos o malos resultados con la pandemia. Pero definitivamente sí hay una correlación entre los líderes populistas y los malos resultados”. El lastre es Modi, no la democracia india.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_