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Columna
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Los mosquitos de Florida

Empieza la suelta de insectos modificados genéticamente en un país occidental

Javier Sampedro
Un ejemplar de 'Aedes aegypti' bajo la luz de un microscopio en el instituto Fiocruz en Recife (Brasil).
Un ejemplar de 'Aedes aegypti' bajo la luz de un microscopio en el instituto Fiocruz en Recife (Brasil).Felipe Dana (AP)
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Tenía que llegar alguna vez. Oxitec, una firma biotecnológica británica, acaba de soltar por los cayos de Florida unos mosquitos manipulados genéticamente. Leído así, parece la obra del eterno científico chiflado de las novelas góticas y las películas de Hollywood. Por alguna razón, la modificación genética estimula en el público un rechazo más visceral y automático que la bomba atómica. Si estos científicos de Oxitec están chiflados, sin embargo, hay un método en su locura, como lo había en la de Hamlet. ¿Cuál es ese método? ¿Y qué ocurriría si se les escapara de las manos, como ocurre machaconamente en el cine?

Los cayos de Florida son un archipiélago de 1.700 islitas en el extremo suroriental de Estados Unidos. Cayo es un término antillano para designar una isla apoyada sobre un arrecife de coral. Otras islas nacieron como volcanes, pero los cayos son producto de un proceso pacífico, parsimonioso, más biológico que geológico. Caribeño. Ese paraíso natural vive amargado por el famoso mosquito Aedes aegypti, especializado en propagar un espantoso catálogo de agentes infecciosos, del dengue a la fiebre amarilla y del zika al chikungunya. Cada una de esas enfermedades se deben a un patógeno muy distinto y difícil de tratar, pero todas ellas viajan en la misma especie de mosquitos. De ahí a la idea clave solo va un ¡ajá! Exterminemos a los Aedes aegypti y yugulamos cuatro plagas por el precio de una.

Exterminar a una especie de mosquitos, y solo a ella, se dice pronto, pero no hay ejércitos suficientes en el planeta para alcanzar esa proeza. ¿Cómo hacerlo entonces? Es la genética, amigo. Una herramienta de alta precisión que puede usarse para destruir una especie sin tocar a las demás. La cuestión es la siguiente. En esta especie de mosquitos solo pican las hembras. Si modificas en el laboratorio a unos cuantos machos para meterles un gen inocuo para ellos pero desastroso para ellas, los machos seguirán propagando su trampa genética durante todas las generaciones que hagan falta para desactivar a las hembras. La idea funciona.

En los últimos años, Oxitec ya había lanzado estudios de campo en Brasil, Malasia, Panamá y las islas Caimán, pero esta vez se ha tenido que enfrentar a las regulaciones de Estados Unidos, mucho más garantistas, y el proceso de aprobación ha llevado 10 años. Pero ya está en marcha, informa Emily Waltz en Nature. La semana pasada, los investigadores de Oxitec colocaron unas cajas con huevos modificados de Aedes aegypti en seis lugares de los cayos. A partir de ahora nacerán los machos equipados con su secreto veneno genético, a razón de 12.000 machos a la semana durante las próximas 12 semanas. Eso da 144.000 machos exterminadores, y el plan es alcanzar 20 millones en una segunda fase dentro de unos meses.

Lo fácil es lo de siempre, acusar a los científicos de Oxitec de arrogantes, trastornados e irresponsables, gentes diabólicas jugando a Dios y todo el repertorio de descalificaciones que ya inventó Mary Shelley hace dos siglos. Lo difícil es razonar sobre las ventajas e inconvenientes de la técnica con un espíritu sereno e informado, e inclinar la cabeza hasta comprender la posición del otro. No ocurrirá.


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