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Columna
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Mientras Europa duerme entre vacunas

Las enfermedades desplazadas por la covid revelan su carga de muerte en el mundo pobre

Javier Sampedro
Un sanitario administra una dosis de la vacuna contra la covid-19 en el hospital Chris Hani Baragwanath de Soweto, en Johanesburgo, Sudáfrica.
Un sanitario administra una dosis de la vacuna contra la covid-19 en el hospital Chris Hani Baragwanath de Soweto, en Johanesburgo, Sudáfrica.Themba Hadebe (AP)
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Mientras los países ricos andamos embelesados con el gran debate de qué vacuna preferimos y a qué edad la queremos y que si a mi cuñado ya le han inyectado y por qué a mí no, la mayor parte del mundo está sufriendo dolor y muerte por no tener inyecciones para su gente. Pregunten a un senegalés si prefiere Pfizer o Janssen y le verán reír por primera vez en mucho tiempo. La tuberculosis mata a un millón y medio de personas todos los años en el mundo en desarrollo, pero en 2020 causó medio millón de muertes más que en los años anteriores, calcula la OMS. La razón es que los escasos recursos sanitarios de los países pobres se han tenido que desviar a los pacientes de covid, y por tanto medio millón de personas se han quedado sin el tratamiento contra la tuberculosis que les habría salvado la vida. Pfizer o Janssen, caviar iraní o de beluga, qué gran dilema para el futuro de la humanidad.

La contabilidad macabra de los tres millones de muertos por covid en el mundo sería mucho, mucho peor si incluyéramos los fallecimientos por el colapso sanitario que ha provocado la pandemia. Los últimos datos indican que esas víctimas colaterales superan en número a las causadas por el propio coronavirus. No es solo la tuberculosis. Las campañas contra el sarampión, la polio y la meningitis también han sufrido un frenazo. Por extraño que le suene a un ciudadano occidental, el sarampión es una enfermedad mortal en el mundo en desarrollo, y la polio dejará paralizada o discapacitada de por vida a mucha gente. Son tragedias evitables, pero solo si esa población recibe las vacunas anticovid cuanto antes. Eso es un dilema, no lo del caviar.

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La India entró en confinamiento hace un año y pico, en marzo de 2020, y en los meses siguientes los expertos percibieron un efecto singular: el número diario de nuevos casos de tuberculosis había caído en nada menos que un 70%, informa Leslie Roberts para Nature. La India es el único país del mundo que registra datos de tuberculosis en tiempo real. Y la caída en el número de casos registrados solo podía indicar que el diagnóstico estaba fallando. De forma garrafal, para ser precisos. Un año después de aquel confinamiento, la OMS calcula que las personas que recibían tratamiento contra la tuberculosis han caído en más de un millón durante 2020, de las que la mitad han muerto. Víctimas colaterales de un mundo desigual.

El consorcio Stop TB (parad la tuberculosis), en Ginebra, y el Imperial College de Londres han construido unos modelos matemáticos francamente pesimistas para la tuberculosis de aquí a 2025. Si sumamos sarampión, polio y meningitis, estas enfermedades evitables se convertirán en un matarife aún más eficaz que la covid. Olvidarse de vacunar al mundo pobre contra el coronavirus es un error que quedará grabado en el acero implacable de la Historia, para vergüenza de las generaciones futuras. ¿Dónde están aquellos analistas que pronosticaban que la humanidad saldría mejorada de la pandemia? ¿En qué han quedado sus argumentos, en qué sus ilusiones? Organizar un mundo mejor es una tarea fatigosa, ¿no es cierto?

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