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Columna
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El ‘procés’ de Madrid le pasará factura

Las ofensas políticas pasan factura a la economía de quien las lanza. Sucederá con Madrid. Como con los demás nacionalpopulismos reaccionarios

Xavier Vidal-Folch
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La sede de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol en una imagen de archivo.Rodrigo Jiménez (EFE)
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Nada es gratis. Las ofensas políticas pasan factura a la economía de quien las lanza. Sucederá con Madrid. Como con los demás nacionalpopulismos reaccionarios: el trumpismo, víctima de su guerra arancelaria; el Brexit, que pierde pistón comercial y financiero cada día; y el procés, que ha regalado las joyas empresariales y el ADN catalán de locomotora productiva a Madrid. Todos han debilitado las bases de su economía.

Todos son un mejunje de centralismo y secesionismo. En el centro, la Nación pura contra el enemigo: el mundo, la UE, España, entes de los que hay que separarse, pues son caros, inútiles, casposos, pobres, anticuados y corruptos. En la ciudad castiza, sus residentes “son libres porque viven en Madrid”; será que los demás somos esclavos gracias a la Constitución.

El Madrid oficial imitaba al procés, aparentando combatirlo. Ante el 4-M, la copia ha sido superlativa. Altivez casi supremacista: “Yo ya tendría vacunada Madrid al 100%” (por “con la independencia no tendríamos tantos muertos”), o las operaciones fallidas de mascarillas chinas y vacunas rusas, contra lo acordado por el Estado. Desprecio a la Justicia, que ha “fabricado” exigencias inventadas a Toni Cantó. Y a la Junta Electoral (que le reprendió por desafiar la normativa, como Quim Torra con sus pancartitas). Ataques contra el Gobierno por (falsas) discriminaciones en reparto de vacunas, ayudas directas y fondos europeos...

Y victimismo fiscal (primo del indepe con las balanzas fiscales) por el presunto agravio a la autonomía que el Gobierno pretende infligir legislando unos suelos mínimos para sucesiones o patrimonio. Jurídicamente, cuando se reduce el 99% o el 100% de un impuesto —no un alza o baja opinables del 30% o del 40%— no se modula. Se oblitera por detrás, ese fraude de ley.

Internacionalmente las promesas de reducción están fuera de juego, pues el debate se plantea hoy entre aplazar las alzas fiscales a la total recuperación, como sostiene la UE (y la OCDE, y el FMI), o adelantarlas, a lo que se apresta EE UU.

En España, la competencia fiscal agresiva o desleal engorda las arcas capitalinas absorbiendo (o succionando) recursos de la España vacía, y de las otras. Hay dos salidas: una ley de bases de reequilibrio impositivo, con horquillas. Y/o un reparto de la capitalidad distribuyendo sus sedes. Disfrutar del ágora común y además gravar menos a tus vecinos ofende al resto. Es una factura a plazo. Ahora, las burlas añadidas la hacen perentoria.

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