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Columna
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Incoherencias

Reducir la cuestión trans a la autodeterminación individual es análogo a defender el derecho a ejercer la prostitución libremente elegida, o el contrato mercantil de los vientres de alquiler

Enrique Gil Calvo
Ley Trans
Concentración convocada frente al Congreso de los Diputados contra la Ley Trans en Madrid el pasado 18 de febrero.Eduardo Parra (Europa Press)

Se dramatizan los desencuentros del Gobierno de coalición. Antes se debía a los comicios catalanes, ahora a la formación de un Govern en el que Podemos quiere participar con entrismo estratégico. Pero la verdadera razón es como siempre la diferenciación de la marca electoral, como en el reparto de papeles entre el poli bueno, Pedro Sánchez, y el poli malo, Pablo Iglesias. Ahora este sobreactúa en su papel de tipo duro, no condenando de manera expresa los disturbios violentos (que no “altercados”: riñas o peleas entre dos bandos, pues la policía no es una banda como las cuadrillas de pirómanos) para congraciarse con los cupaires. Pero a la vez que justifica la violencia, lo que es una muestra de machismo, pretende ser el más feminista de la clase. ¿No es esto una muestra de incoherencia, como ser a la vez Gobierno y oposición, progresista e iliberal, censor de y aspirante a la politización judicial?

Hablando de feminismo, otro de los desencuentros del Gobierno de coalición se da con las leyes de género: de la autodeterminación trans al solo sí es sí. ¿Estamos ante otra escenificación o se trata de una nueva incoherencia de Podemos? Dejo de lado la ley de consentimiento sexual, pues el dictamen unánime del CGPJ habla por sí solo. Pero no puede pasarse por alto la incoherente defensa de la autodeterminación sexual. Vaya por delante mi apoyo sin reservas a todas las personas transexuales discriminadas, cuyos derechos inalienables hay que defender de forma inexcusable. Pero creo que la filosofía subyacente a la autodeterminación sexual resulta discutible por incoherente.

¿No solo el género cultural sino también el sexo biológico puede elegirse a la carta, como haría un consumidor soberano? ¿Se acepta el individualismo metodológico que reduce todo a una cuestión de libre elección personal, como si no existieran las desigualdades estructurales? ¿No se cae así de lleno en el neoliberalismo sexual denunciado por Ana de Miguel? ¿Y no se incurre así también en el idealismo denunciado por Marx de creer que la realidad material es una creación de la conciencia individual? Reducir la cuestión trans a la autodeterminación individual es análogo a defender el derecho a ejercer la prostitución libremente elegida, o el contrato mercantil de los vientres de alquiler. Algo esperable de un partido liberal como Ciudadanos, pero incoherente en otro como Podemos, que conoce la existencia de la desigualdad estructural independiente de las conciencias individuales.

Recuérdese la obra de Judith Butler, que comenzó defendiendo las performances de género compatibles con la autodeterminación personal pero, cuando se le reprochó su carácter idealista, rectificó hasta escribir su materialista Cuerpos que importan. Pues no todo es una creación mental: los genes importan. Y las estructuras sociales, que discriminan a las mujeres imponiéndoles hábitos dependientes, también importan. De ahí la reacción feminista contra la ley trans, rechazando legalizar la libre apropiación cultural del cuerpo de las mujeres.

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