Exilios
No hay que hacer introducciones muy largas. Si queda tiempo, lo razonamos. Pablo Iglesias tiene poca inteligencia, o es poco leído


No hay que hacer introducciones muy largas. Si queda tiempo, lo razonamos.
Pablo Iglesias tiene poca inteligencia, o es poco leído.
Hasta tal punto lo es que cabe preguntarse si un Gobierno de coalición que le tenga como vicepresidente es sostenible. Lo es difícilmente, si nos fijamos en la seguridad con la que se mueve mientras dice la gran vulgaridad de que él no va a ser un criminalizador del independentismo.
Al parecer, nadie le pedía eso. Y, también al parecer, lo que le falta al líder de Podemos es alguna lectura sobre el final de la Guerra Civil que le cuente por qué y de qué huían los más de 400.000 republicanos que cruzaron hace 82 años la frontera con Francia. Le avanzo, por si se decide a leerlo, una cosa: no era del Estado de derecho de lo que huían.
Quizás le pille muy lejos esa fuga, y es posible que demasiado cerca la de Puigdemont.
Mientras, no le vendría mal a Pablo Iglesias leerse un libro en el que su autor, Carlos Sebastián, ha gastado unos años de su vida para mostrar, felizmente a mi juicio, que el capitalismo bajo cuyas leyes nos regimos, ha generado durante el siglo XXI más desigualdad de la que había antes con un menor dinamismo social a cambio: El capitalismo del siglo XXI (Galaxia, 2020).
A lo mejor en ese campo se manejaba de forma más eficiente Iglesias que en el terreno siempre agreste de la historia reciente.
Las batallas que tienen que librarse aún en el seno del propio Gobierno son muy jugosas, con una enorme cantidad de prisioneros por capturar. ¡Y de los propios, que valen más! No puede haber nada más satisfactorio que presentar las cabezas de quienes se han opuesto a los designios de Iglesias.
Los avances del Gobierno han sido, según su vicepresidente, frutos de sus iniciativas, que han vencido las resistencias de la socialdemocracia en cada ocasión. Ahora se trata de algo que puede significar millones de votos: la cuantificación del coste de las pensiones. De nuevo, Escrivá y los socialdemócratas contra los revolucionarios genuinos que encabeza Iglesias.
Todo está en el libro de Carlos Sebastián. Todo, menos la manera de afrontar la historia por un progre. Es una desgracia, pero ya les ha pasado a otros antes: no hay manera de hacerse amiguito de fascistas étnicos, como pretende Iglesias.
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