Polarizar es fácil
Las trincheras son tan nítidas que basta armarse con un par de frases de argumentario, una cámara y tres tuits para sentir el calorcito de que los tuyos te aplaudan y la certeza del triunfo en el tropel que te insulta
Las trincheras son tan nítidas, tan elementales, que basta armarse con un par de frases de argumentario, una cámara y tres tuits para sentir el calorcito de que los tuyos te aplaudan y la certeza del triunfo en el tropel que te insulta. Y así, poco a poco, tu mundo se hace más confortable porque tiene un perímetro seguro en este tiempo de incertidumbres, pero cada vez es más pequeño y más inútil.
“Polarizar es fácil, eso puede hacerlo cualquiera”, ha dicho Armin Laschet el sustituto de Angela Merkel al frente de la CDU; lo difícil, dice él, lo que cuesta trabajo es integrar. Y tomar decisiones. Y gestionar.
Cuando cae la nevada del siglo y te pilla repitiendo el eslogan de lo tengo todo controlado, no hay foto ni tuit ni burbuja que te salve. Una crisis puntual, anunciada, que afecta a todos, que se ve y se padece al instante, desnuda a una Administración y a quienes la lideran. Y en esta ocasión ha quedado claro que territorios con menos recursos que Madrid se habían preparado mejor y han gestionado con más eficacia las consecuencias de un fenómeno extraordinario. La nieve se ha convertido en una metáfora reveladora de qué esconde la constante bronca madrileña. Polarizar es fácil.
De los pioneros del “ellos y nosotros” llegó la suspensión de las elecciones catalanas porque suspender es más fácil que gestionar la votación en una pandemia como se ha hecho en otros países. Portugal por ejemplo, que vota este domingo. Y porque les venía mejor con las encuestas en contra. Solo en clave de confrontación con el PSC puede entenderse la docilidad interesada con la que los partidos autoproclamados constitucionalistas, como el PP y Cs, han bendecido la operación de los independentistas que ahora sigue en manos de los tribunales.
Y, para rematar, un maestro de la polarización como Pablo Iglesias ha polarizado consigo mismo esta semana. O con su comunidad emocional. Podemos pretende mantener los pies en el Gobierno y la retórica en las barricadas. Debe creer que eso les permite mantener cohesionado su perímetro, sea de las dimensiones que sea ese perímetro. Por eso, es más asombroso el desatino de equiparar el exilio antifranquista español con la estancia de Puigdemont en Waterloo porque eso no se lo tragan ni en su burbuja. O no especialmente en su burbuja.
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