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Columna
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Lo que se creía imposible

Donald Trump consigue que la elección del próximo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo adquiera temperatura emocional

Carlos Pagni
Donald Trump en la Casa Blanca, este lunes 17 de agosto.
Donald Trump en la Casa Blanca, este lunes 17 de agosto.Alex Brandon (AP)

Donald Trump consiguió lo que se creía imposible: que una elección para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) adquiera alguna temperatura emocional. Sobre todo, porque la disputa ingresó a la campaña electoral de los Estados Unidos.

Todo comenzó con una novedad: por primera vez la Casa Blanca postuló a un norteamericano para encabezar el BID. Y no a cualquiera. Eligió a Mauricio Claver-Carone. Es el responsable de los asuntos latinoamericanos del Consejo Nacional de Seguridad. Un aliado del senador Marco Rubio. De ascendencia cubana, como Rubio, Claver-Carone encarna la durísima, y también ineficaz, política de Trump hacia los regímenes de Cuba y Venezuela. Ambos son de Florida, un Estado clave, donde se está imponiendo el demócrata Joe Biden.

Apenas se postuló, Claver consiguió la adhesión de varios países: Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela, que está representada por el Gobierno interino de Juan Guaidó. La adhesión de Brasil es significativa porque Jair Bolsonaro tenía su propio candidato, Rodrigo Xavier, un economista radicado en California.

Claver-Carone hace campaña a través de los medios de la región. Se mostró confiado de contar con la mayoría de los votos. 17 públicos, y tres todavía serían tácitos. Sin embargo, comenzó a mostrar otro temperamento cuando aparecieron las dificultades. La más importante: un grupo de países pidió la postergación de la elección, que se realizaría entre el 12 y el 13 de septiembre.

En ese bloque figura la Argentina, que postula a Gustavo Béliz, el secretario de Asuntos Estratégicos del gobierno kirchnerista. También México, que adhiere a la candidatura de Béliz. Costa Rica, que tiene a su propia aspirante, la expresidenta Laura Chinchilla. Chile y Nicaragua también pretenden llevar la elección a marzo de 2021. El canciller de la Unión Europea, Josep Borrell, aconsejó también una prórroga. Este arco no cuenta con la mayoría. Pero podría alcanzar el 25% de los votos, con lo cual Claver-Carone no dispondría del quorum necesario para iniciar la reunión y que lo elijan. Dos países se vuelven estratégicos para este cálculo: Canadá y Perú.

Aquí aparece la segunda novedad de esta peripecia: Claver-Carone, que defiende su propia candidatura con muy poca sutileza, se quejó de quienes piden la postergación. Con nombre y apellido. Al presidente Fernández le recordó que su representante en el BID ya había votado a favor de que la sucesión del colombiano Luis Alberto Moreno se decidiera el próximo septiembre. Y lo acusó de, con el bloqueo del quorum, “estar liderando una minoría que secuestra la elección”. Recordó, además, que cuando él ejercía la representación de su país en el Fondo Monetario Internacional, abogó porque el Gobierno de Mauricio Macri recibiera un caudaloso crédito, de tal manera que pudiera ser reelecto. O, dicho de otro modo, de tal manera que Fernández saliera derrotado. Al canciller de Chile, le descalificó de anticuado. Y a Borrell le recordó que Europa no vota, sino que lo hacen algunos países de forma individual.

La respuesta al funcionario de Trump tampoco tiene demasiados antecedentes. Hasta ahora, sus pretensiones eran objetadas porque rompían con la tradición de que el BID fuera presidido por un latinoamericano. Así lo manifestaron los expresidentes Fernando Henrique Cardoso, Julio María Sanguinetti, Ricardo Lagos, Juan Manuel Santos y Ernesto Zedillo. Pero en los últimos días el reparo cambió de argumento. Por ejemplo, los ex cancilleres chilenos Soledad Alvear, Mariano Fernández, José Miguel Insulza, Heraldo Muñoz, Juan Gabriel Valdés e Ignacio Walker, firmaron un pronunciamiento en el que sostuvieron que las características de personalidad de Claver-Carone impiden que sea presidente del banco. El rechazo pasó de la nacionalidad al carácter.

Esta discusión por el BID presenta otro rasgo inédito. Se ha transformado en un insumo de la competencia por la presidencia de los Estados Unidos. Por supuesto, no a nivel popular. Pero sí entre los que debaten la política exterior norteamericana y, sobre todo, las relaciones con América Latina.

Dos integrantes de ese club, Roberta Jacobson y Dan Restrepo, estuvieron entre los primeros en levantar la voz, publicando un artículo en Americas Quarterly. Ambos son demócratas y tuvieron responsabilidades decisivas en el vínculo con la región durante la gestión de Barack Obama. Restrepo, fue el responsable de esa relación en la Casa Blanca –igual que hoy Claver-Carone–, y Jacobson tuvo el mismo rol en el Departamento de Estado.

Es interesante que Jacobson y Restrepo desaconsejen que haya un presidente estadounidense del BID por las mismas razones que el gobierno de Trump pretende el cargo: primero, la economía latinoamericana está siendo afectada por la pandemia más que la de cualquier otra región; segundo, ese mismo deterioro facilitará un mayor avance de China sobre el área. Entre 2010 y 2019, la inversión de ese país en la región ha sido de 37.190 millones de dólares en energía, 21.590 en transporte y 7.300 en agricultura.

Jacobson y Restrepo no se pronuncian sobre la fecha de la elección. Aunque es obvio que, en la situación actual, solo una postergación abriría la chance de que el próximo presidente del BID no sea Claver-Carone. Es verdad, si Trump triunfara el 3 de noviembre, su asesor en asuntos continentales seguiría teniendo a mano el cargo. Es algo en lo que no parece creer el propio Claver-Carone. Su insistencia por definir la disputa en septiembre deja filtrar una gota de derrotismo.

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