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Columna
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Buenas y malas noticias

Sin un resquicio de grandeza o empatía, el globo pinchado de la presidencia de Trump expira la huella de su vacío

Francisco G. Basterra
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump en Bethesda, Maryland, el pasado 11 de julio.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump en Bethesda, Maryland, el pasado 11 de julio.SplashNews.com (GTRES)

Las buenas noticias nunca llegan solas, se compensan con el anuncio simultáneo de malas noticias. Esto es lo que está ocurriendo al comienzo de este extraño verano. Aprenderemos algo de la pandemia y amaneceremos en un mundo nuevo, más solidario, igualitario y con una conciencia verde. Buena noticia, pero esperanza vana. El virus sigue entre nosotros, se propaga sin vacuna ni paliativos contundentes. Esta es la mala noticia y es cierta.

EE UU y su disparatada gestión del virus suma ya 60.000 nuevos contagios diarios y los últimos tres días de la semana pasada 800 muertos cada día. Trump sigue mintiendo al afirmar que lo tiene todo controlado, al tiempo que abandona la Organización Mundial de la Salud. Ni lejía ni desinfectantes en vena, o cloroquina, recetados por el presidente, logran el milagro. Boris Johnson lucha en el Reino Unido con mañas similares a las de su gemelo en Washington. El mundo anglosajón pierde su posición histórica de ganador.

En España, la buena noticia: nos hemos ido de vacaciones; ahora les toca bregar con la pandemia a las autonomías que tanto han denostado al Gobierno de Madrid presumiendo alguna de que lo haría mejor. Y malas noticias. A Torra y a su Govern se les ha escapado el virus en Lérida, donde los extranjeros que recogen la fruta malviven en condiciones deplorables, se contagian y contagian. Galicia, una comarca costera cerrada en Lugo. Y decenas de brotes más en otras regiones. Latinoamérica es toda ella una mala noticia: con menos del 10% de la población mundial, contabiliza casi el 50% de las muertes globales.

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Qué tramposa resulta ahora la falsa construcción del regreso a la nueva normalidad. Generada por una sociedad occidental con poco aguante, acostumbrada a que el dolor, sea cual sea su procedencia, siempre tiene una cura indolora y rápida. Tropezamos globalmente en el regreso a este imposible ayer, que si es nuevo no es ayer. Nunca te bañas en el mismo río.

En Europa, la buena noticia es que Merkel está al mando y dispuesta a sacar adelante el gran plan económico de reconstrucción, porque la solidaridad en la crisis no es solo un gesto humanitario, es también una inversión de futuro. Pero Alemania, aun sumando a Francia, no basta para superar las divergencias económicas nacionales de la UE. Como ha mostrado la mala noticia de la derrota de Nadia Calviño en su intento de presidir el Eurogrupo.

Sin un resquicio de grandeza o empatía, el globo pinchado de la presidencia de Trump expira la huella de su vacío. Un individuo que ha bautizado una época que no distingue la verdad de la mentira. La buena noticia: si se votara ahora, Trump sería barrido por Biden, derrotado por la covid-19 y el descalabro económico. Y la mala, que aún quedan tres meses y medio para la elección. Usen las mascarillas. fgbasterra@gmail.com

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