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Gabinete Claudia Sheinbaum
Columna
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Un primer anuncio de continuidad

En esta primera ronda no se nota una mano pesada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero sí se aprecia la continuidad de su proyecto

Claudia Sheinbaum presenta la primera parte de su gabinete
Claudia Sheinbaum, presidenta electa presenta a los seis primeros miembros de su gabinete.Mónica González Islas
Javier Garza Ramos

En cada gabinete presidencial hay distintas categorías. Dos son las principales: el círculo cercano de quien llega al poder y las cuotas partidistas que debe pagar por haber llegado, incluyendo a los exrivales. Una tercera es con frecuencia la de los expertos que no necesariamente han sido colaboradores cercanos. En las épocas del sistema priista había otra: las herencias del presidente saliente.

La primera ronda de nombramientos de la presidenta electa Claudia Sheinbaum cumple con las tres primeras de manera pulcra y apenas se puede apreciar la cuarta, que más bien atraviesa de manera discreta algunas designaciones. En esta primera ronda no se nota una mano pesada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero sí se aprecia la continuidad de su proyecto.

Del entorno cercano vienen Rosaura Ruiz y Ernestina Godoy. La primera fue secretaria de Educación y la segunda fiscal general en el gobierno de Sheinbaum en la Ciudad de México.

Ruiz irá a una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, que absorbe las responsabilidades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, pero no queda claro cómo se dividirá responsabilidades con la Secretaria de Educación Pública, cuyo titular no se ha anunciado todavía, por lo que no sabemos qué planea Sheinbaum para la conducción del sistema educativo, más allá de una apuesta a la investigación y desarrollo.

Godoy en la consejería jurídica de la Presidencia tendrá que regresarle el peso a una oficina disminuida, primero por las acusaciones de corrupción contra su primer ocupante en el actual Gobierno, Julio Scherer Ibarra, y luego las de incompetencia de su actual titular, María Estela Ríos, señalada como responsable de los fracasos del gobierno en la Suprema Corte ante la mala calidad de iniciativas presentadas en el Congreso.

Sheinbaum echa mano de la experiencia, aunque no sean perfiles cercanos, en los nombramientos de Julio Berdegué en Agricultura y Juan Ramón de la Fuente en Relaciones Exteriores.

Berdegué es un especialista en desarrollo rural, mercados agrícolas y alimentación, cuyos últimos cargos han sido el organismo de Naciones Unidas para alimentación y agricultura (FAO), como subdirector general. Tiene credenciales sobradas para ocupar la cartera, pero eso a veces no es suficiente. El actual titular de Agricultura, Víctor Villalobos, es igualmente un experto en la materia, pero la Secretaría tuvo recortes drásticos que prácticamente desaparecieron programas de apoyo al campo y la política alimentaria fue sometida a las corruptelas de Segalmex. Villalobos fue un secretario sin influencia, veremos qué pasa con Berdegué.

De la Fuente tiene experiencia previa en un gabinete (fue secretario de Salud de Ernesto Zedillo) y aunque no es diplomático de carrera remite a varias figuras que de hacer carreras en distintas áreas del servicio público se destacaron como cancilleres (Antonio Carrillo Flores, Fernando Solana, Bernardo Sepúlveda, por nombrar algunos). Como embajador en la ONU, De la Fuente tuvo que defender algunas posturas timoratas del actual gobierno, como su tibieza frente a las guerras en Ucrania y Gaza.

Quizá una incógnita en la Cancillería es si De la Fuente llevará la relación con Estados Unidos porque el nombramiento del excanciller Marcelo Ebrard en la secretaría de Economía manda la señal de que Ebrard repetirá como el negociador con Estados Unidos, particularmente en las revisiones al Tratado de Libre Comercio programadas para 2026, cuyo tono dependerá de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre y si Joe Biden se queda en la Casa Blanca o regresa Donald Trump.

Sheinbaum cumple la cuota partidista con el nombramiento de Ebrard, y de paso termina de colocar a sus exrivales internos, porque Ricardo Monreal y Adán Augusto López serán los coordinadores parlamentarios. Sin embargo, el nombramiento de Ebrard no refleja tanto la mano de López Obrador, como sí se vio en los de Monreal y López, porque el presidente desde hace meses adelantó que serían los dirigentes de las bancadas.

Además, aunque Ebrard carga con el estigma de la sumisión a Trump para que el gobierno mexicano contuviera a migrantes de este lado de la frontera, no es ningún improvisado en el tema y su experiencia como canciller y jefe de gobierno de la capital pueden tener provecho en Economía.

Finalmente, al nombrar a la hoy canciller Alicia Bárcena en la secretaría de Medio Ambiente, Sheinbaum vuelve a echar mano de la experiencia mientras hace un guiño a la continuidad. Esta designación no se lee como una herencia del actual gobierno, pues Bárcena nunca fue una colaboradora cercana de López Obrador, sino que tiene una carrera independiente.

De hecho, su reciente carrera diplomática esconde amplia experiencia en temas ambientales, como subsecretaria del ramo y también en Naciones Unidas, donde hizo carrera hasta llegar a dirigir la Comisión Económica para América Latina, donde uno de sus temas más importantes es el del desarrollo sustentable.

¿Se dará por bien servido el presidente López Obrador que Sheinbaum haya llamado a dos que fueron sus colaboradores? ¿O hará sentir su mano en nombramientos que vienen?

Estas seis designaciones sugieren que Sheinbaum ha aplicado rigor a la conformación de su gabinete y por ahora no ha caído en las improvisaciones a las que fue muy dado López Obrador, que en ocasiones repartía responsabilidades sin importar experiencia o conocimientos. Pero es apenas un primer tramo y no podemos descartar que la presión de los compromisos. Descarrilen el buen camino.

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