El primer estudio de ADN de mamuts descubiertos en Santa Lucía revela que un linaje desconocido habitó la cuenca de México
La investigación, una colaboración entre el INAH y la UNAM, es la primera en recuperar ADN antiguo de mamuts que habitaron latitudes tropicales


El último gran descubrimiento paleontológico de México sucedió por accidente. En 2019, las obras para construir el Aeropuerto Felipe Ángeles revelaron que debajo del predio donde se levantaba el proyecto emblema de la administración de López Obrador yacía el cementerio de mamuts y fauna del Pleistoceno más grande del mundo. La magnitud de los hallazgos, que superaban cada estimación previa conforme avanzaban las obras, obligó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a trabajar entre los militares a cargo de la obra y emprender un proyecto para extraer y organizar los restos óseos, hoy calculados en unos 70.000 fósiles de megafauna extinta, entre ellos cerca de 20.000 huesos de mamuts. Seis años después de los primeros hallazgos en los terrenos del aeropuerto, ubicado 50 kilómetros al noroeste de la capital, un estudio científico desarrollado entre la UNAM y el INAH revela que los mamuts que habitaron México pertenecían a un linaje genético inédito y más diverso que el de sus parientes en Estados Unidos y Canadá. Se trata de un giro inesperado que obliga a replantear la historia del mamut colombino (Mammuthus columbi), una de las dos especies, junto con el mamut lanudo, que se extendieron por Norteamérica hace más de 12.000 años.
La investigación, publicada en Science a finales de agosto, es pionera en recuperar ADN antiguo de mamuts que habitaron latitudes tropicales, donde las condiciones de calor y humedad degradan el material genético más rápido que en climas fríos y secos. Hasta ahora, la información genética disponible de la especie en la región se limitaba a Estados Unidos y Canadá, un factor que llevó a los científicos a asumir que las poblaciones que habitaron regiones más australes como México eran muy similares a sus parientes del norte; sin embargo, el análisis de ADN mitocondrial de 83 molares —una pieza clave en la paleogenómica por su densidad y la capacidad del esmalte para preservar el material genético— reveló un nuevo linaje en las poblaciones que habitaron la cuenca de México.
Para obtener el ADN, Sánchez y su equipo montaron un laboratorio a un costado de las obras del nuevo aeropuerto, “una tienda de campaña con mesas, cajas de acrílico y trajes de protección personal para crear condiciones estériles y evitar la contaminación de las muestras”. Entonces extrajeron el polvo de dentina (la capa intermedia de los dientes, considerada una buena fuente de ADN) de una muestra original de 83 molares para su análisis en el LIIGH ubicado en Juriquilla, Querétaro.

“Esperábamos que los mamuts de México se parecieran mucho a los mamuts colombinos de Estados Unidos y Canadá. Lo que nos llamó mucho la atención es que los mamuts colombinos mexicanos son muy diferentes a sus parientes del norte”, explica a este diario Federico Sánchez Quinto, experto en paleogenómica del Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (LIIGH) de la UNAM y uno de los autores del estudio. “De hecho, los mamuts colombinos de Estados Unidos y Canadá se parecen más a los mamuts lanudos, que a los mexicanos”. A diferencia de los mamuts lanudos, que en América se extendieron por Canadá y Estados Unidos, el mamut colombino habitó desde el norte de Estados Unidos hasta Centroamérica en pastizales y áreas abiertas. Otra diferencia clave entre ambas especies es el pelaje mucho más ligero de los mamuts colombinos, que en promedio alcanzaban unos cuatro metros de altura y hasta diez toneladas de peso.
El proyecto también es el primero que analiza genéticamente la megafauna que habitó el país hace más de 12.000 años. “En México, la megafauna se había investigado desde la paleontología y arqueología, pero nunca desde la genética”, asegura Sánchez Quinto. La investigación, explica, nació de su inquietud tras seguir de cerca las noticias que daban cuenta de los hallazgos de Santa Lucía: “Pensé que se debía intentar recuperar ADN antiguo de sus restos, que podía ser una oportunidad única para hacerlo en nuestro país”.
El estudio también es único por la cantidad de datos obtenidos, una muestra que permitió al investigador y sus colegas ahondar en el linaje recién descubierto y definir tres sublinajes únicos en la población de mamuts que habitaron el centro del país: “En la cuenca de México hay tanta variación genética como a lo largo de todo Canadá y Estados Unidos. Es impresionante que en una región tan pequeña haya tanta variación genética”, explica Sánchez Quinto.
“Investigar estas especies nos da la posibilidad de desarrollar infraestructura y recursos humanos para conocer nuestro pasado y aplicarlo a diferentes preguntas”, afirma el experto. Además de revelar detalles sobre el ambiente y las especies que habitaron el territorio hace decenas de miles de años, Sánchez Quinto lanza un par de ejemplos de aplicaciones prácticas de analizar ADN antiguo en México: “Se pueden utilizar datos paleogenómicos para estudiar el cambio climático, obtener ADN de sedimentos para ver cómo ha ido cambiando el ecosistema a lo largo del tiempo en respuesta a las condiciones ambientales y usar esa información para crear modelos y predecir qué especies se podrían perder si la temperatura sigue aumentando; o para crear proyectos de conservación de especies amenazadas”.
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