La regeneración natural de bosques, una oportunidad de mitigación climática para México
Si se restauraran 215 millones de hectáreas, su vegetación podría secuestrar hasta 23 gigatoneladas de carbono en 30 años, según un estudio de ‘Nature’
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Resulta más eficaz, rápido y rentable que los árboles vuelvan a crecer por sí solos que plantarlos. Así lo evidencia un estudio recién publicado en Nature que determina cómo los bosques que vuelven a crecer de forma natural son más resistentes al clima y más biodiversos que los plantados con solo unas pocas especies de árboles. Esto convierte la regeneración natural en una oportunidad para lograr una restauración forestal rentable a escala, generando importantes beneficios de mitigación climática.
Aunque la deforestación va en aumento, amenazando la vida silvestre y alimentando la crisis climática, todavía hay esperanza. “La naturaleza es resiliente cuando se le da la oportunidad”, sostiene Starry Sprenkle-Hyppolite, directora de Ciencias de la Restauración para la organización Conservación Internacional (CI) y coautora de una investigación que ha identificado y mapeado por primera vez un área global que abarca 215 millones de hectáreas, donde los bosques tropicales tienen el mayor potencial para volver a crecer por sí solos. “Las regiones tropicales son particularmente importantes para la restauración debido a su biodiversidad y sus rápidas tasas de crecimiento, y porque ya se han talado y degradado grandes extensiones en estas áreas”, explica la investigadora. Si el total de las coordenadas identificadas se restauraran, su vegetación podrían secuestrar hasta 23 gigatoneladas de carbono en 30 años. Una cantidad equivalente a casi la mitad de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero del mundo.
De acuerdo con el trabajo, cinco países del mundo ―Brasil, Colombia, Indonesia, China y México― contienen más de la mitad de las tierras disponibles para lograr dicho objetivo. “Nuestro país tiene un gran potencial para la regeneración natural de los bosques, particularmente en áreas que han experimentado abandono agrícola o uso de la tierra de baja intensidad. La gran diversidad de clima y vegetación y los diferentes niveles de degradación hacen que la regeneración natural sea una estrategia viable en muchas partes del territorio”, destaca Leticia Gutiérrez, directora ejecutiva de CI en México y presidenta del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). No obstante, advierte: “La regeneración natural no funcionaría en todas partes”.
El modelo que su organización ha desarrollado indica el éxito de recuperación de bosques donde ya se observa una regeneración, por lo que dicha estrategia no sería viable “en terrenos muy degradados o con mucha erosión, con pérdida de fertilidad y de semillas. Tampoco donde hay mucho paso de ganado o con el pasto muy alto, ya que su crecimiento compite directamente con el de los árboles”, expone Sprenkle-Hyppolite, especialista en restauración ecológica.
Según los mapas realizados por los científicos, las regiones con mayores precipitaciones, como los Estados del sur y sureste, especialmente Chiapas, Oaxaca y la península de Yucatán, ofrecen una gran oportunidad para que los jóvenes bosques proliferen. “El estudio enfatiza la importancia de los corredores ecológicos para facilitar la regeneración en paisajes fragmentados. Aspecto fundamental a tener en cuenta para que los fragmentos de bosque existentes en México, especialmente en regiones como la Selva Lacandona y la península de Yucatán, se prioricen para servir como fuentes de dispersión de semillas y ayudar en la restauración natural de áreas deforestadas cercanas”, señala Gutiérrez.
Para crear los mapas, los investigadores utilizaron factores como las zonas en las que ya se produce la regeneración natural, patrones climáticos y de precipitaciones, las tendencias socioeconómicas, incluidos los medios de vida de las comunidades locales y la proximidad a bosques intactos. Este último “es el indicador más importante para predecir si el bosque podrá volver a crecer por sí solo”, aclara Sprenkle-Hyppolite. “Incluso a varios cientos de metros de distancia de un bosque, la probabilidad de que vuelva a crecer de forma natural disminuye significativamente”, apunta la responsable de una investigación que permite por primera vez a los países señalar exactamente dónde deben concentrar sus esfuerzos para lograr el máximo impacto. “Los mapas que presentamos aquí pueden informar agendas ambientales múltiples e interrelacionadas a escalas nacional e internacional”, sentencia.
En México, la regeneración natural asistida de los bosques después de la deforestación y el uso de la tierra se ha aplicado con éxito en muchos contextos locales y tiene el potencial de contribuir a considerables sumideros de carbono y áreas de conservación de la biodiversidad si se amplía. No obstante, como advierten los expertos de CI, la restauración forestal todavía se basa en gran medida en enfoques de plantación de árboles, “una acción menos efectiva”, y que no tiene los beneficios de la regeneración natural, como el aumento de la resiliencia. En palabras de Gutiérrez, “la historia de uso de la tierra en México, incluida la deforestación a gran escala durante el siglo XX, ha resultado en áreas importantes donde la regeneración natural es posible, pero dependerá de una buena política de gestión de la tierra”.
Los motivos detrás de que tantas extensiones de bosques jóvenes a lo largo del país no logren persistir son muchos y diversos. A menudo se perciben como terrenos baldíos o no utilizados, y pueden volver a talarse para reclamar o conservar el control de la tierra. “También por cambios de mercado, políticas perversas, vulnerabilidad a los incendios y falta de conciencia de los beneficios que brindan”, apunta Sprenkle-Hyppolite. Según recoge su estudio, cuando los bosques se están recuperando en tierras agrícolas no utilizadas, fuerzas globales como los cambios en el mercado en los precios de los productos básicos que suponen un riesgo para los bosques ―ganado, café, cacao o aceite de palma, entre otros ejemplos—, pueden empujar a los propietarios de tierras a limpiar tierras si los productos básicos se vuelven más valiosos.
Con el fin de combatir esta situación, el estudio propone otorgar incentivos que empiecen a apoyar el aumento de la persistencia de los bosques a largo plazo, compensar a los agricultores y a las comunidades por participar en la regeneración natural mediante pagos por servicios ecosistémicos o mercados de compensación, por ejemplo. “En el caso de México, los incentivos podrían aprovecharse y alinearse a los de programas actuales que inciden en esas zonas susceptibles de regeneración natural. Por ejemplo, con los de restauración que ya maneja la Comisión Nacional Forestal (Conafor)”, destaca Gutiérrez. Su organización también considera urgente y necesario cambiar a través de la educación las percepciones a nivel local y nacional sobre el valor de estos bosques. Incidir en la concientización de toda la población, “pero, sobre todo, de los Gobiernos y los tomadores de decisiones”, matiza Sprenkle-Hyppolite, para quien reconocer la enorme capacidad de regeneración de los bosques tropicales es clave para estabilizar el cambio climático y reducir la pérdida de biodiversidad.
En diversas ocasiones, la nueva Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha manifestado que la restauración es una prioridad de su política pública. Gutiérrez lo recibe con optimismo: “Es una excelente noticia saber que el nuevo Gobierno reconoce la urgencia de recuperar nuestros ecosistemas y que ponga a la restauración al centro de una política de Estado”. No obstante, dice: “Todavía no conocemos los detalles de la cruzada nacional por la restauración que se ha anunciado y desconocemos si se priorizará la regeneración natural, una estrategia costo efectiva a la que el nuevo Gobierno podría apostarle y reforzar la política que tiene en mente”.
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