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Alicia Bárcena, la gran diplomática de México elegida para liderar Relaciones Exteriores

Con una trayectoria de más de cinco décadas, algunas dentro de la ONU, la funcionaria mexicana que más ha escalado en la diplomacia internacional toma el relevo de Marcelo Ebrard

Georgina Zerega
Alicia Bárcena en un foro de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Chile, en septiembre de 2022.
Alicia Bárcena en un foro de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Chile, en septiembre de 2022.Cristobal Venegas

“Alicia Bárcena es una buena opción”. El comentario salía hace unos meses de la boca de un diplomático argentino. El contexto era distinto al actual, la izquierda latinoamericana había quedado dividida ante la propuesta fallida de un candidato en común para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Argentina, Chile y México, que evaluaron respaldar un mismo nombre, habían roto cada uno por su lado. Unos días antes, Bárcena sonaba como la propuesta mexicana para dirigir el organismo. Y esa opción generaba entusiasmo en muchos bandos. En una contienda difícil, donde cada país velaba por sus propios intereses, la histórica diplomática que lleva décadas navegando las complejidades de las relaciones multilaterales contaba con gran apoyo. Finalmente, bajó su candidatura por “razones personales” y el bloque se fracturó. La idea que contenía aquella frase, sin embargo, quedó flotando en el ambiente.

Desde aquel fracaso con el BID, el nombre de Bárcena seguía sobre la mesa de Andrés Manuel López Obrador. La diplomática mexicana entró a la Administración actual en septiembre del año pasado, cuando el presidente la escogió como embajadora de México en Chile. Ahora ha sido elegida como la nueva titular al frente de la Cancillería, en reemplazo de Marcelo Ebrard, que ha dejado su cargo para buscar la candidatura a las elecciones presidenciales de 2024. Bióloga de formación, y con una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard, Bárcena resulta un rostro amigable para muchos Gobiernos en América Latina.

Nacida en Ciudad de México hace 71 años, Bárcena lleva más de cinco décadas en la vida pública de México y del mundo. Comenzó su carrera en el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando ocupó el cargo de subsecretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (hoy Semarnat) y luego la dirección del Instituto Nacional de Pesca. Fundó y dirigió en Costa Rica el Consejo de la Tierra, una organización no gubernamental encargada de dar seguimiento a los acuerdos suscritos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en 1992.

En aquella cumbre en Brasil conoció a Maurice Strong, un empresario canadiense y subsecretario de la ONU, que fungió entonces como presidente del Consejo de la Tierra. Con él, la vida de Bárcena cambió completamente, según dijo en 2016 en una entrevista con la revista YA, del diario chileno El Mercurio. Así fue como ingresó a trabajar la Organización de Naciones Unidas (ONU). Una vez dentro alcanzó un nivel sin precedentes para los funcionarios en México, cuando en 2006 el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, la nombró jefa de Gabinete. Dos años después, asumió la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), donde permaneció hasta concluir su mandato en abril del año pasado.

Aquellos que la conocen, la describen como una mujer muy trabajadora, con grandes dotes de negociación y sumamente detallista. A cada foro que asiste, o en cada sillón en que se sienta a dialogar, lleva en su mano una libreta para anotar. Tiene la costumbre de dejar registrado todo lo que pasa. Quién lo dijo, cómo y cuándo. Su disposición para manejar el diálogo y sacar adelante negociaciones ha sido una de las virtudes que más destacan sus colegas. “Tiene una capacidad para moverse en todos los niveles, tener diálogos significativos con todo tipo de personas, es empática, muy activa, increíblemente minuciosa”, la describe Joseluis Samaniego, antiguo director de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Cepal y amigo de Bárcena. Los dos se conocieron en los años noventa, y desde entonces han trabajado por conseguir una “una mejor Latinoamérica, más sostenible, más igualitaria”.

Samaniego asegura que Bárcena siempre ha estado comprometida con la paridad de género, la inclusión social, la erradicación de la discriminación y la lucha contra las desigualdades. Su tendencia más progresista la ha llevado ha tener encontronazos con líderes de la derecha. Entre las cosas que le han reprochado a lo largo de su carrera está su cercanía con líderes autoritarios. El año pasado, cuando el nombre de la mexicana comenzó a sonar para la presidencia del BID, representantes del Partido Republicano de Estados Unidos le acusaron de ser “simpatizante del comunismo”. La raíz de los señalamientos eran unos dichos positivos que había tenido la extitular de la Cepal sobre los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez.

No todos han comulgado siempre con ella. Pero sus colegas destacan que su estrategia siempre fue la de mantener el diálogo con aquellos opuestos a sus ideas y no aislar a nadie.”El trato que daba a los países, la atención y dedicación que daba a las peticiones de los países siempre fueron muy importantes para ella, países tanto pequeños como grandes y de cualquier alineación política”, contaba un antiguo compañero de trabajo de ella a este periódico en octubre pasado.

La elección de Bárcena ha provocado en México una aprobación generalizada. No solo celebraron su nombramiento figuras del Ejecutivo y del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), como la jefa de Gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum, o el propio Ebrard. También han festejado su designación personajes de la oposición, como la senadora priista Claudia Ruiz Massieu; la antigua embajadora mexicana en Estados Unidos, Martha Bárcena, actualmente distanciada de la Administración de López Obrador; o Rosario Robles, secretaria del Gobierno de Enrique Peña Nieto. Fuera del país, la diplomacia regional también la ha aplaudido.

La futura canciller, que tomará posesión del cargo en los próximos días, destacó en su carrera por poner en la agenda el desarrollo sustentable. Entre 2015 y 2018, Bárcena fue la arquitecta del Acuerdo de Escazú, el primer tratado internacional —firmado por 25 países de América Latina— en tener disposiciones específicas para la protección de los defensores ambientales. Sus antiguos colegas destacan además su obsesión por “evitar el silencio estadístico” sobre las mujeres en la región, “para que la ausencia de datos no provoque desigualdad”.

Bárcena ha congeniado con muchas políticas de López Obrador a lo largo de estos cinco años. En esa línea, ha celebrado algunas de las apuestas del actual Gobierno, como Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida o el mantra que repite el presidente de “primero los pobres”. Este martes, cuando el presidente dio la noticia en su conferencia de prensa, ella respondió por Twitter ensalzando el “proyecto transformador, digno e igualitario de la 4T”. La diplomática, que dejó la política partidaria hace tres décadas, carga ahora con la responsabilidad de llevar en su espalda las relaciones exteriores de México hasta diciembre de 2024. Una recta final de 17 meses que se presentan como un examen para determinar si, al final, ha sido una buena opción.

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Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.

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