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La explosión de vivienda turística acerca a Asturias al modelo masificado de Málaga

Oviedo y Gijón son las dos ciudades con mayor subida de pisos vacacionales de España y consolidan al Principado como destino en el norte peninsular

Dos turistas recorren con sus maletas la calle San Juan, en el centro de Oviedo, el pasado 18 de julio.
Dos turistas recorren con sus maletas la calle San Juan, en el centro de Oviedo, el pasado 18 de julio.Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS

En el Cerro de Santa Catalina de Gijón se alza la monumental obra de Eduardo Chillida, Elogio del horizonte. La escultura, ahora símbolo de la ciudad, se abre frente al confín entre el cielo y la mar, “patria que hermana a todos los seres humanos”, por voluntad del donostiarra. A la izquierda, los antiguos astilleros, las chimeneas fabriles, el Museo del Ferrocarril y el puerto de El Musel. A la derecha, los hoteles lujosos de la ciudad y el paseo marítimo de San Lorenzo provisto de restaurantes, cafeterías, heladerías y locales de ocio. Entre los dos modelos está el pasado y el presente de la región.

Oviedo y Gijón fueron las dos ciudades que mayor subida de viviendas de uso turístico (VUT) experimentaron (85,5% y 56,4% respectivamente) de entre las 25 principales urbes españolas desde el primer trimestre del año 2023 al mismo periodo de 2024, según Exceltur, centro de análisis conformado por las firmas turísticas españolas más importantes. Las más de 5.300 viviendas en Gijón y las más de 3.300 de la capital asturiana quedan aún muy lejos de otros destinos emblemáticos como Málaga, Madrid o Barcelona, pero superan a ciudades como Santiago de Compostela (2.186), Palma de Mallorca (4.772), Ibiza (946) o Bilbao (4.187).

De espaldas al monumento, al bajar por el barrio de Cimadevilla, se ven pintadas, pegatinas y carteles contra el turismo masivo y los pisos turísticos. Este barrio tiene la mayor densidad de VUT de toda la ciudad. Los vecinos bromean sobre que casi una de cada diez viviendas, según el INE, sean de uso turístico: “Este barrio ye [es] una casilla del Monopoly”.

Una vecina del barrio gijonés de Cimadevilla pasea por la calle Atocha frente a unas pintadas contra el turismo masivo escritas en asturiano el 18 de julio.
Una vecina del barrio gijonés de Cimadevilla pasea por la calle Atocha frente a unas pintadas contra el turismo masivo escritas en asturiano el 18 de julio.Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS

El motivo del aumento de este tipo de alojamientos está intrínsecamente ligado al del turismo, señala Libertad Troitiño, doctora del departamento de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora de Turismo. El crecimiento del volumen de turistas en Asturias se debe a tres factores principales: la pérdida de relevancia del tejido económico tradicional, la saturación de otros destinos vacacionales y su condición de “refugio climático”. La doctora enfatiza que se potenció tras el confinamiento por la percepción de que el Principado en particular y el norte, en general, “daban una sensación de seguridad sanitaria”.

Sobre la nueva tendencia la profesora se muestra cauta. “Es demasiado pronto para considerar a la región como nueva meca del turismo, pero ya se pueden identificar conflictos en zonas saturadas”. Sí tiene claro que “es el momento de evitar que Asturias se convierta en Málaga”.

Entre las medidas que se han tomado desde el Principado destaca la modificación de la Ley de Turismo que refuerza el control, endurece los requisitos de las VUT y aumenta la cuantía de algunas sanciones muy graves. Sin embargo, Manuel Herminio García, presidente de la Asociación Asturiana de Titulares de Vivienda Turística, considera que esta modificación no regula nada que no lo estuviera ya y tacha la medida de “política barata y populista”. Según él, se pretende dar a entender que el problema que existe, generado por la Ley de Vivienda, se agrava con las VUT “cuando no existen vasos comunicantes entre una situación y otra”.

Por el contrario, Jesús Daniel Sánchez, responsable de la Dirección General de Vivienda del Principado, sostiene que la medida es clave para amortiguar los problemas de vivienda en Asturias. La categoriza como una particularidad regional: “Se necesita vivienda donde se genera trabajo: en el área metropolitana y en las zonas turísticas. Hay poca oferta y se la lleva el turismo”. Aunque insiste en que el problema no es el turismo, pues su objetivo es que sea sostenible. La principal plataforma de pisos turísticos en España, Airbnb, se negó a conceder una entrevista para este reportaje.

El sociólogo italiano Marco d’Eramo en su ensayo El selfie del mundo (Anagrama) argumenta que, a pesar de que la automatización del proceso turístico replica la cadena de montaje de la producción industrial, no se identifica como una industria. Este concepto está unido a “las grandes naves, a las chimeneas y a los humos sulfúreos” y no a “las zapatillas de muchedumbres descamisadas con pantalones cortos”. Para el italiano, muchas regiones tuvieron que pasar por un proceso de desindustrialización para emerger como destinos turísticos.

Fernando Rubiera, catedrático de Economía aplicada en la Universidad de Oviedo, defiende que Asturias es un caso similar. “La región ha tocado fondo en el proceso de desindustrialización hace unos 10 años”, explica el profesor, cuya tesis la corroboran otros cinco expertos consultados: “Ahora ha encontrado un desarrollo en la industria de alta tecnología, y el sector servicios ha empujado un modelo productivo agotado”.

Efecto contagio desde Cantabria

Tan solo 175 kilómetros de carretera separan Gijón de Santander. Seis concejos y once comarcas. Si se observa el mapa elaborado por el INE de porcentaje de viviendas turísticas sobre el total de viviendas, que divide a Asturias y Cantabria por concejos y comarcas respectivamente, parecen estar conectados. Toda la costa aparece teñida de un intenso color rojo, distintivo de una alta densidad de viviendas de uso turístico. En el Principado, resalta Llanes con un 6,73% de VUT, solo superada por la comarca cántabra Santillana del Mar, con un 7,65%.

Rubiera argumenta que en el oriente de Asturias existe una relación de amor-odio con el turismo. “De amor porque dinamiza económicamente la zona, es la actividad prioritaria desde hace décadas. [...] De odio por las masificaciones que genera y por los efectos distorsionadores terribles en el mercado inmobiliario”, explica.

En Llanes los repartidores de propaganda alternan entre castellano e inglés (alguno incluso se aventura en un francés de dudosa fluidez). Hay cola en los restaurantes y heladerías, dos de los tres negocios más numerosos. El tercero probablemente sea el de las inmobiliarias, anunciadas también en varios idiomas. El municipio censa algo más de 13.500 habitantes y recibió el año pasado más de 268.000 turistas según el INE, casi 20 per cápita.

El alcalde del concejo, Enrique Riestra, defiende el turismo, pero puntualiza: “Vivimos de él, no para él; hay que alejarse de la turismofobia y manejar los problemas, no satanizarlos”. Reconoce que es una zona muy tensionada y que la vivienda es el principal problema que afrontan, basado fundamentalmente en su vinculación con el turismo que hace, dice, que “a la gente que vive aquí le cueste encontrar un alquiler para todo el año”. Hecho que refrendan al menos una quincena de vecinos consultados. El regidor adelantó que pretende sacar adelante una moratoria, en el próximo pleno municipal de septiembre, para atajar el problema de la alta densidad de VUT, gracias a las competencias adquiridas por la reforma de la Ley de Turismo del Principado del pasado marzo.

De casas para mineros a VUT para turistas

En 1958 se edificó al sur de la creciente Gijón el polígono Ciudad Satélite que pasaría a ser conocido popularmente como “Las Mil Quinientas”. El germen de Pumarín, el histórico barrio obrero gijonés. Con el aumento y concentración de la actividad siderúrgica en la ciudad durante 1960 comenzaron a llegar grandes masas desde las Cuencas Mineras lo que originó una gran especulación sobre la construcción y el alquiler. Más de 60 años después, Cristina Pérez, de 24 años y natural de Pumarín, se escandaliza con los precios de su barrio, tras pasar unos años estudiando fuera. “Llegué de vuelta a Gijón con mis padres, miré alquiler por mi barrio. ¡Y está carísimo! Gijón nunca ha sido súper barato, pero es que ahora tampoco lo es ni mi barrio”, lamenta.

Los representantes de las Asociaciones de Vecinos de La Arena, Jovellanos-Centro y Cimadevilla, los barrios con más porcentaje de VUT de todo Gijón ―Maria José Cuervo, Maite Martín y Sergio Álvarez respectivamente―, defienden que este hecho afecta a cada vez más zonas de la ciudad. Experimentado por, entre otros motivos, el desplazamiento de vecinos de sus residencias por la falta de oferta de vivienda asequible y disponible. Rubiera valora que los procesos de gentrificación por el turismo en Gijón “aún no son lo suficientemente grandes como para ser observables”. Aunque defiende que pueden estar ocurriendo porque, “al igual que el resto de España, es la tendencia”.

Una pegatina en contra de los turistas y a favor de los refugiados en la calle Honesto Batalón, en el barrio de Cimadevilla de Gijón, el pasado 18 de julio.
Una pegatina en contra de los turistas y a favor de los refugiados en la calle Honesto Batalón, en el barrio de Cimadevilla de Gijón, el pasado 18 de julio.Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS

En esos tres barrios, desde enero, y tras una ampliación este pasado junio por parte del Ayuntamiento, no se pueden conceder más licencias para este tipo de viviendas durante un año. Los tres portavoces recalcan que no están en contra del turismo, sino que demandan que sea sostenible y garantice una convivencia respetuosa. Álvarez explica que desde la pandemia en su barrio empezaron a aumentar los pisos turísticos, que ya apenas quedan alquileres y que tiene constancia de personas que se han mudado por no poder pagarlo. En el bloque de Cuervo, en el barrio de La Arena, hay tres VUT y los problemas con los inquilinos son habituales. Desde despedidas de soltero que se van de las manos a ruidos excesivos en días laborables.

“Sabemos de muchos casos de gente joven que tiene que irse a otros barrios por unos alquileres inasumibles”, explica Martín. Eso afecta también a los comercios. “Yo cuando veo que en los bajos se hacen viviendas pienso: se acabó”, apostilla. Martín critica que el Centro se está homogeneizando con otras ciudades: “Se va el paisano, la muyer, el guaje y esa cafetería será un Starbucks. El centro se convertirá en un museo de cómo era la ciudad, porque no vas a encontrar a los vecinos”.

Como propietario de VUT, Luis Mecerreyes que tiene una empresa dedicada a la logística del mueble como actividad económica principal, difiere de esos comentarios. Posee cuatro viviendas de este tipo en el barrio de La Arena y en el centro de Gijón. Mecerreyes reconoce que algunos vecinos sí que están “de uñas”, a pesar de que no ha tenido ningún problema con ningún inquilino. “La Policía Nacional tiene un registro de quien se aloja, similar a un hotel ¿Alguien cree que esa gente monta jaleo?”, defiende. Sostiene, sin embargo, que el problema con la vivienda nada tiene que ver con las VUT, que desempeñan una labor turística lícita que “se ha hecho durante toda la vida” y que generan empleo en el municipio. “El problema real es la turismofobia y la gente que lleva a cabo esta actividad ilegalmente”, apostilla.

El centro ovetense cada vez más prohibitivo

Un grupo de turistas sigue un banderín naranja por la calle Fierro en Oviedo, para girar hacia la calle Fontán. El guía explica que siguen una ruta turística inspirada en La Regenta de Leopoldo Alas, Clarín. Waldo Valbuena, representante de la Asociación de Vecinos de Oviedo Redondo, comenta que estas actividades proliferaron tras la pandemia y que se han visto reforzadas por las iniciativas destinadas a aumentar el turismo como “Oviedo, Origen del Camino” del año 2021.

Una pareja de vecinos del barrio de Cimadevilla pasean delante de una  vivienda de uso turístico en la calle Artillería en Gijón, el pasado 18 de julio.
Una pareja de vecinos del barrio de Cimadevilla pasean delante de una vivienda de uso turístico en la calle Artillería en Gijón, el pasado 18 de julio.Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS

Habla especialmente del casco histórico, al que denomina siempre “el antiguo”, y cuenta que desde la asociación ha escuchado decenas de casos de vecinos que se han tenido que marchar del centro de la capital por subidas de alquiler: “Luego me enteré de que muchos son viviendas turísticas”. Puntualiza que todo este proceso ha ido aumentando los alquileres hasta hacer “el antiguo” inhabitable, y encareciendo los pisos de la capital.

Navegar por portales inmobiliarios para encontrar un apartamento al que mudarse con su pareja se había convertido en rutina para Mayte Canbero, ovetense de 22 años. Mientras tanto, se alojaban con unos familiares. A pesar de que los dos trabajaban, cuando encontraban un alquiler razonable para sus ingresos, no podían asumir los requisitos económicos que les exigían. Buscar en el centro de la ciudad, nunca fue una opción. Cuando al fin encontraron casa fue por suerte, la arrendadora era amiga de la madre de su pareja y les exigió menos condiciones.

Valbuena se detiene a tomar sidra en La Caleyina, su “bar de confianza”. Desde ahí señala la esquina por la que giraron los turistas: “Eso es la Plaza del Fontán ¿Ves las columnas? Pues solo las dos del final son auténticas, el resto, imitación”. Es la respuesta que da al impacto que han tenido las VUT en la capital asturiana.

El portavoz vecinal augura que si no se reacciona contra las viviendas turísticas pasará como con las terrazas después del confinamiento, que siguen ahí. “Ye como con los chisqueros [recipiente sobre el que se escancia la sidra para que recoja lo que se ha vertido mal], que acabaron quedándose”, añade. “Antes, si se escanciaba y se caía, se echaba serrín. Esperemos que con los pisos turísticos no pase como con la sidra”.

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