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Por qué todos los padres y madres dudan de si toman las decisiones correctas: “No hay perfección en la educación”

El temor a fallar en acciones cotidianas de la crianza se puede convertir en una carga emocional añadida que afecte tanto el bienestar adulto como el desarrollo infantil

Tomar decisiones correctas con los hijos

Desde el primer momento, los padres asumen la responsabilidad de cuidar y velar por el bienestar de sus hijos. A lo largo de los años, deben tomar miles de decisiones y, antes y después de hacerlo, es frecuente que les surjan preguntas sobre si están obrando correctamente o, por el contrario, deberían haberlo hecho de otra forma. “Que los padres duden si están actuando bien con sus hijos es muy común, pero lo más importante es que tengan el foco al 100% en ellos. También tienen mucho que ver las hormonas, sobre todo en las mujeres”, desarrolla Irene del Moral, psicóloga sanitaria y fundadora del centro Erea en Valencia. “Como la atención está puesta en ellos, quieres que estén bien y educarles correctamente para que disfruten en el día de mañana de una buena vida. Ese exceso de atención lleva en muchas ocasiones a desarrollar obsesiones con este tema”, añade.

Esa reflexión no es algo que perjudique solo a aquellos que tienen hijos: es ampliable a todo el espectro humano. Pero en el caso de los padres es más especial, porque sus acciones repercuten directamente en alguien que depende en su totalidad de ellos. Sumado a esto, “en los últimos años ha ido creciendo una ola de exceso de información y comparación que puede añadir una capa extra de estrés para los padres”, alerta Laura Machado, psicóloga sanitaria en el centro Cecabur, en Burgos. “Ahora están sometidos a presiones muy grandes”, prosigue, “les martillean con vídeos de 30 segundos con soluciones mágicas y esta información poco fiable acaba generando unos ideales de perfección muy grandes”.

Un estudio de 2024 [A systematic review of parental burnout and related factors among parents] sobre el estrés parental demuestra que los factores que lo causan son aquellos de características individuales, como la personalidad, el perfeccionismo o la autoestima, pero también variables externas como las comunitarias, las culturales o incluso la satisfacción marital. Otra investigación titulada Parental Burnout and Child Behavior: A Preliminary Analysis of Mediating and Moderating Effects of Positive Parenting, publicada el mismo año, alerta de que cuando el agotamiento reduce la capacidad de aplicar prácticas de crianza positiva pueden aparecer o intensificarse problemas en los hijos, lo que, a su vez, aumenta esa sensación de no estar educando adecuadamente.

Muchas veces, los hijos son el reflejo de la actitud de sus progenitores. Por ello, pueden preocuparse si su conducta nerviosa o insegura se les transmite. Del Moral afirma que puede suceder, pero que lo mejor es que previamente se regulen emocionalmente a sí mismos antes de educar a un niño: “Por mucho que queramos inculcar una educación perfecta a nuestro pequeño, va a ser imposible: no hay perfección en la educación. Pero si uno tiene una buena regulación emocional, la forma que va a tener de relacionarse con su hijo va a ser más tranquila y, en consecuencia, más coherente”.

“Los niños son pequeñas esponjas que observan y replican conductas. Observan cómo sus padres afrontan las dificultades. Ellos tienden a copiar estos patrones. Importa el cómo gestionamos esas emociones y sentimientos, sobre todo, delante de los niños”, añade Machado. Una opinión que comparte Del Moral: “A los padres siempre les recomendamos que cuando se equivoquen lo digan en voz alta, porque los niños tienen que normalizar el error, y también a pedir disculpas. Entonces mi hijo me humaniza y sabe que no soy perfecta, pero que rectifico y sigo presente”. Y añade: “A ellos les hace falta que, aunque me haya equivocado, esté siempre presente, que el no estarlo es un factor que aumenta la probabilidad de que los niños tengan problemas de salud mental en el futuro”.

A la hora de tomar una decisión, pueden rondar por la cabeza cientos de pensamientos intrusivos sobre qué acción ejecutar o no sobre un hijo y las consecuencias que para él va a haber o han tenido. Estas elecciones pueden ser muy variopintas, pero una de las que más preocupa a los padres es sobre el uso de las tecnologías, tal y como afirma Del Moral: “Están aquellas dudas sobre cuánto tiempo es razonable para estar con el móvil o los horarios de llegar a casa”. Otra de las claves para la experta es encontrar un equilibrio entre no prohibir las tecnologías, pero marcar límites. Pero alerta: “Es un punto conflictivo, porque, si es el único sin móvil, afecta a su autoestima porque se ve diferente. Se suele trabajar la negociación entre padres e hijos”.

Otras de las cuestiones que surgen en los padres es sobre el nivel académico de sus hijos, qué es lo normal o no, cómo establecer un límite, indica Machado: “A los padres no se les dice lo que tienen que hacer, cada uno toma sus propias decisiones. Nos llega mucha preocupación sobre la regulación, la tolerancia, frustración o emociones desmedidas. Los niños no necesitan padres ideales, sino adultos auténticos, capaces de verles, escucharles y aprender con ellos”.

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Sobre la firma

Jorge Marzo Arauzo
Es colaborador de la sección Estilo de Vida desde 2025. Antes fue redactor de Deportes en 2024 y de Narrativas Visuales en 2022/23, donde aprendió sobre el mundo de la infografía y el periodismo de datos. Graduado por periodismo en la universidad de Valladolid y máster de periodismo UAM - EL PAÍS con la promoción 2021-2023.
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