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Que los niños se aburran en verano no es un problema, es una oportunidad

Para rellenar las horas muertas durante las vacaciones los expertos recomiendan confiar en los recursos del menor y en su gestión de ese tiempo, sin la intervención constante de su padre o madre

El aburrimiento es un motor de acción, está programado para evitar que los niños estén inactivos.
Ana M. Longo

Como cada verano, las familias tienen el agotador papel en lo que respecta a las actividades y planes para los niños durante las semanas de vacaciones en las que no cuentan con actividad lectiva ni extraescolar. Y muchos tienen miedo a que se aburran. Alejandra Morillo Nikolic, psicóloga sanitaria que trata a población adulta e infantojuvenil, recalca que con tanto tiempo libre es difícil para los padres acompañarlos constantemente y aconseja acordar con ellos recursos para poner en práctica cuando no sepan qué hacer, como algunas rutinas, actividades o juegos. “Las pantallas pueden resultar un medio puntual al que recurrir para que los pequeños se entretengan, pero sin abusar. Son mejor los juegos de mesa como el parchís y la oca, por ejemplo, que pueden ayudar a los menores a entrenar habilidades como la planificación, la atención o el autocontrol”, recomienda.

“Siempre que exista la posibilidad, cualquier alternativa que implique interacción con otros menores en el parque o la piscina, algo de movimiento físico, como la práctica de algún deporte, o estimulación mental como alguna actividad de repaso, será más beneficioso que el uso pasivo de una pantalla”, incide la experta. “Para los que son más mayores se pueden incluir tareas domésticas”, prosigue Morillo, “así se sentirán válidos y se distraerán”.

Pero, sobre todo, hay que tener claro, que aburrirse es el primer paso para desarrollar la capacidad de autorregulación, la creatividad y el juego espontáneo”, puntualiza. Según explica, es habitual que los adultos sean los más reticentes a ver cómo los niños se aburren y les ofrezcan entretenimiento fácil e inmediato: “Es saludable confiar en los recursos del menor y en su gestión de determinados momentos, sin la intervención constante de su padre o madre”. La psicóloga invita a eliminar el sentimiento de culpabilidad por no llenar cada instante del verano con planes y diversión para los hijos.

“Una de las opciones estrella para que los menores se distraigan y no se aburran en casa son los campamentos de verano o urbanos. Se trata de entornos propicios para que los menores se diviertan con juegos y actividades deportivas”, apunta. Morillo reconoce que, cuando los progenitores trabajan, también es importante tener en cuenta y dar valor a las personas del entorno más próximo, como los padres de amigos de sus hijos o los abuelos: “Se pueden organizar con ellos y compartir el cuidado de pequeños y hacer planes juntos: como ver una película, hacer manualidades en casa, excursiones al aire libre o refrescarse en el mar o la piscina”.

Aburrirse es el primer paso para que los niños desarrollen su capacidad de autorregulación, la creatividad y el juego espontáneo.

Francisco Villar, doctor en Psicología y psicólogo clínico, autor de Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (Herder Editorial, 2023) y Siento y pienso mejor (Montena, 2024-25), está convencido de que el verano puede ser una oportunidad para los niños de asumir autonomía, desarrollar habilidades, autoestima y sensación de pertenencia. “A los menores les sienta muy bien compartir tiempo y participar en actividades con sus iguales e, incluso, con otros adultos que no sean sus progenitores y aprender a manejarse con diferentes modelos de relación, de disciplina”, explica.

Villar añade que el que los niños se aburran en verano tiene más que ver con una oportunidad que con un problema: “El aburrimiento es un motor de acción, está programado para evitar que estén inactivos, para obligarlos a activar la corteza prefrontal (la parte del cerebro, donde, entre otras, se da la toma de decisiones), a planificar o a buscar fuentes de placer”. Además, sugiere poner a disposición de los niños herramientas para transitar el aburrimiento, “como facilitarles libros de temáticas que les atraigan”, por ejemplo.

Este psicólogo comparte que desde hace bastantes años se está incapacitando a los menores para la creatividad: “Cada vez son menos proactivos, menos propositivos. Los niños han comprobado que nada de lo que ellos propongan es tan divertido como lo que les plantean las pantallas, nada resulta tan placentero ni tan cómodo”. “Las pantallas compiten con el juego de verdad, con la cara de los otros y con el aprendizaje de todas sus expresiones y reacciones, con la imaginación, con las relaciones familiares, en definitiva, contra la infancia misma”, sentencia. Lo más adecuado, sostiene, es regalar vida a los niños y para alcanzar este objetivo, en sus palabras: “Hay que apagar teléfonos móviles o tabletas”.

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Sobre la firma

Ana M. Longo
Licenciada en Pedagogía por la Universidad de Santiago de Compostela, redactora colaboradora en medios como EL PAÍS (Mamás & Papás), 'La Vanguardia' o elDiario.es, entre otros, y autora de dos libros sobre maternidad y tres cuentos para niños.
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