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Padres o madres controladores y sus consecuencias en la relación con los hijos

El desmedido dominio sobre niños y adolescentes se refleja en la poca tolerancia a la incertidumbre, en tener expectativas desmedidas o reglas rígidas. Esta conducta puede generar niños dependientes o, todo lo contrario, menores agresivos que se rebelan contra las normas

Padres o madres controladores y sus consecuencias en la relación con los hijos
La necesidad de control de la madre o el padre a menudo viene del miedo a que a sus hijos les pase algo malo.Studio4 (Getty Images)

La crianza que los padres proveen a sus hijos influye hasta el punto de moldear su personalidad y perfilar su conducta y relaciones afectivas en su vida adulta. “Todas las figuras de referencia son parte del estilo de apego que se le da a un niño”, dice Patricia Zori, psicóloga clínica especialista en apego y trauma del Centro de Psicología Retiro, en Madrid. Para esta experta, todas las personas reproducen el vínculo afectivo que tuvieron en la niñez con sus progenitores. “Una crianza puede ser un mix multifactorial; se puede tener una figura, padre o madre, que controla, pero ser la otra más permisiva, por lo tanto, se puede contrarrestar ese apego ansioso”, explica. “Sin embargo, si predomina la crianza de imposición, puede ser debido a que ambos padres hayan tenido experiencias negativas o porque así se lo han transmitido en su infancia, una etapa donde sintieron inseguridad y ahora perciban el mundo como un lugar amenazante y hostil”, continúa.

Y es que la personalidad de ambos progenitores perfilará en gran medida el estilo de crianza que les darán a sus hijos a lo largo de su vida. La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) recoge cuatro principales tipos de crianza, entre ellos el autoritario y controlador, estilo por el que los padres tienden a la exigencia, son severos, inflexibles y tratan de controlar el comportamiento de sus hijos. Los otros tres tipos son: los padres con autoridad, aquellos que son cariñosos, pero, al mismo tiempo, establecen límites; los permisivos, que son también cariñosos, pero más relajados y no suelen exigir mucho al niño; y, por último, los progenitores pasivos, que tienden a ser indiferentes, poco accesibles y, a veces, incluso, pueden ser ausentes.

“A la hora de criar ponemos gran parte de lo que nosotros somos, tendemos a querer repetir aquello que para nosotros ha sido bueno, y salvar a nuestros hijos de aquellas cosas que han sido malas”, puntualiza Paloma Díez, psicóloga clínica especializada en psicología infantojuvenil. Para Díez, la personalidad está formada por vivencias y suele influir en el estilo de crianza. Pero ¿esto quiere decir que si una mujer o un hombre es ansioso o controlador va a ser un mal padre o una mala madre? “Por supuesto que no”, incide, “en general, los progenitores son buenos, lo hacen lo mejor que pueden”. En este sentido, Zori coincide en que es inevitable hacer cosas mal, y que es humano sentir miedo y transmitirlo así a los hijos. “Es algo incontrolable, aunque vigilarles todo el tiempo genera sobreprotección y hace niños dependientes”, agrega. Sin embargo, es importante saber que casi todas las experiencias pueden ser reparadas. “Si a un niño le pides perdón y le dices: ‘Lo siento, no está bien lo que acabo de hacer’, el menor lo va a comprender y esa situación se va a solucionar”, prosigue.

En el caso concreto de las madres, el Journal of Family Studies publicó en 2022 el informe El control materno y la internalización y externalización de los síntomas infantiles en el entorno de la seguridad barrial. En él, se define a las madres controladoras como progenitoras que interfieren en casi todos los aspectos de la vida de su hijo. Además, añade que son mujeres que critican cualquier elección que el menor intente hacer de forma independiente, tienen estándares elevados e inalcanzables, sus reglas son rígidas y, además, muestran falta de empatía y respeto. El estudio agrega que también castigan de forma severa, manipulan con regalos y usan la vergüenza y la culpa en la crianza. “Aunque tengas una madre que, por cuestiones emocionales, fomenta en el menor un estilo de crianza más ansioso, incluso, negligente, siempre puede haber otra figura en el entorno que rescate y complemente la educación”, asegura Zori.

La madre o padre controlador critica cualquier elección que el menor intente hacer de forma independiente y tienen estándares inalcanzables.
La madre o padre controlador critica cualquier elección que el menor intente hacer de forma independiente y tienen estándares inalcanzables.Thomas Barwick (Getty Images)

“Educar implica mucho equilibrio y conseguirlo varía mucho de una mujer a otra o de un hombre a otro”, asegura Díez. Esta experta describe a los progenitores controladores, que se incluyen en el estilo de crianza autoritario, como ansiosos: “Con frecuencia esta necesidad de dominio viene de una falta de tolerancia a la incertidumbre y mucho miedo a que a sus hijos les pase algo malo”. Un miedo que, según la psicóloga, tiene diferentes consecuencias: “O genera menores excesivamente dependientes y temerosos, que no son capaces de hacer cosas solos sin antes recibir el visto bueno de sus progenitores, o, por otro lado, pueden volverse agresivos, se rebelan ante el exceso de control, son perfeccionistas, no toleran el error y muy mentirosos”.

Es por ello que la psicóloga infantojuvenil Úrsula Perona destaca la importancia de la crianza consciente. En el libro 9 reglas para una educación consciente, publicado en mayo de 2023, coordinado por Perona y escrito por un grupo de psicólogos infantiles, se explica cómo tomar consciencia de la edad del niño, de sus necesidades, de su etapa evolutiva y de sus particularidades según cada tipo de personalidad y temperamento es crucial “para no proyectar nuestras frustraciones o carencias”. En el libro, también se hace hincapié en la idea de que cada menor es independiente, tiene su propio aprendizaje y debe y ha venido a hacer su propio camino, así que los padres deben ayudarles en ese proceso y no entorpecerlo o limitarlo.

Díez explica que ser una madre o un padre controlador puede moldearse con esfuerzo y constancia, antes de llegar a un proceso psicoterapéutico, si fuera in extremis necesario: “Lo primero de todo es reconocer y detectar el problema y, a partir de ahí, empezar a establecer límites claros, sanos y firmes”. Además, señala que los niños que crecen en este tipo de crianza pueden empezar a tomar sus propias medidas cuando llegan a la adolescencia: “Algunos se enfrentarán a este rasgo de sus madres o padres mediante la agresividad. Mientras que, si están acompañados de unas buenas figuras de referencia, amigos, profesores o psicólogos, podrán hacerlo a través de la asertividad”. Esta psicóloga aclara que de esta forma podrán poner límites a sus progenitores de manera adecuada, expresando cómo se sienten ante las conductas de control y siempre con empatía hacia ellos. Por su parte, Zori incide en que lo importante es que haya una buena comunicación: “Hay que hacerles una buena traducción emocional, es decir, explicarles el porqué de las cosas, que sepan a qué y por qué sienten miedo o inseguridad”.

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