Starmer evita las represalias arancelarias contra Trump a pesar del castigo al acero británico
El primer ministro laborista todavía confía en lograr que la Administración estadounidense exima al Reino Unido de la guerra comercial que ha lanzado contra la UE, Canadá, México y China


El primer ministro británico, Keir Starmer, está convencido de que puede evitar, con diplomacia y cabeza fría, que la furia comercial desatada por Donald Trump salpique al Reino Unido. A pesar de que la industria británica del acero y del aluminio también se ha visto afectada, desde la madrugada de este miércoles, por los nuevos aranceles del 25% impuestos por Washington, Starmer no ha seguido la senda trazada por la Unión Europea, y de momento ha evitado anunciar cualquier tipo de represalia arancelaria contra los productos estadounidenses.
“Estoy decepcionado al ver este aumento de los aranceles globales sobre el acero y el aluminio, pero vamos a responder con un planteamiento pragmático”, ha dicho Starmer este miércoles en la Cámara de los Comunes. “Estamos negociando un acuerdo económico [con Estados Unidos] que cubre toda la relación, incluidos los aranceles, si tenemos éxito. Pero mantenemos todas las opciones sobre la mesa”, ha sugerido el primer ministro, que no descartaba en el futuro algún tipo de respuesta.
“El Reino Unido y Estados Unidos tienen una relación económica muy sólida, basada en intercambios comerciales equilibrados y recíprocos”, había señalado antes un portavoz de Starmer. “Estamos trabajando de modo muy cercano con la Administración estadounidense para convencerla de que el Reino Unido quede exento de esos aranceles”, ha añadido.
La visita del laborista Starmer a Washington el pasado 27 de febrero fue celebrada como un éxito diplomático por Downing Street. Trump sugirió públicamente, con un sonriente y satisfecho Starmer a su lado, que la relación con Londres era mucho mejor que con Bruselas, por lo que era factible que los británicos se libraran de la futura subida de aranceles.
El presidente de Estados Unidos llegó a sugerir que los dos gobiernos se pondrían manos a la obra de inmediato para negociar un nuevo tratado comercial, el sueño anhelado y nunca logrado por anteriores primeros ministros conservadores, como Boris Johnson, que prometieron que el Brexit daría al Reino Unido libertad para negociar con Washington ese acuerdo, que nunca llegó.
El Reino Unido, también “castigado”
A pesar de que Starmer volvió a hablar por teléfono este lunes con Trump, para convencerlo de que tuviera en cuenta la “relación especial” con Londres, los nuevos aranceles han llegado al acero británico como al del resto del mundo.
El Reino Unido es el undécimo exportador de acero y hierro a Estados Unidos, con cerca de 1.000 millones de euros. Supone aproximadamente un 5% del volumen total producido en territorio británico. “Esto es un mazazo para el libre comercio, que no tendrá solo impacto en la producción británica, sino en la de todo el mundo”, ha dicho Gareth Stace, que preside UK Steel, la patronal de la industria del acero.
De momento, el Gobierno de Starmer se reserva el derecho a responder a Estados Unidos. “Ya hemos dejado claro que estamos preparados para defender los intereses nacionales cuando de la industria del acero se trata, pero de momento pretendemos mantener la cabeza fría en torno a toda esta especulación alrededor de los aranceles”, ha señalado el portavoz de Starmer.
El Partido Laborista se comprometió en su programa electoral de 2024 a destinar casi 3.000 millones de euros a “reconstruir la industria nacional del acero”, que sufre desde hace una década la competencia de una oferta exterior más barata, así como altos precios en la energía y un descenso en la demanda. A finales del año pasado, más de 6.000 puestos de trabajo desaparecieron en el sector.
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