La importancia de poner límites a los hijos: ¿se trata de castigar o reprimir?
Para las expertas, una de las partes más complicadas de establecer normas con los niños es lograr el punto de equilibrio para no quedarse corto o extralimitarse
Los psicólogos suelen hablar de la importancia de marcar límites a los hijos, pero ¿a qué ser refieren con ello? ¿Se trata de castigar o reprimir? Nada de eso. Consiste en dejar claras “las normas que cada uno de nosotros pone a la gente que nos rodea. De esa manera, generamos una línea divisoria imaginaria, que indica que si sobrepasara, tendría consecuencias y, por lo tanto, es conveniente no cruzarla. De alguna forma, indica a los demás lo que pueden hacer y lo que no”, explica Ana Gómez, psicóloga general sanitaria, experta en población infantojuvenil.
En el caso de los hijos, no solo se genera un límite virtual, “sino que también les pone sobre aviso de lo que la sociedad va a tolerar y lo que no, para así poder conseguir una correcta integración. El niño con límites se siente seguro y protegido, porque sabe que alguien más experimentado se está preocupando por él y puede protegerle de posibles amenazas. Por otro lado, se consigue que sean más conscientes de que, por cada acto, hay unas consecuencias, lo que les ayuda a predecir el comportamiento, tanto de sus padres, como del resto de personas que les rodean. Esto les hace sentirse preparados, porque saben qué esperar en el futuro y así se evita mejor la sensación de incertidumbre”, comenta Ana Gómez.
¿Por qué cuesta tanto a los padres poner límites a sus hijos?
Existen varias razones por las que los progenitores pueden tener resistencia a marcar límites a sus hijos. Una de ellas, es en el caso de ser padres primerizos, lo que implica “adoptar un nuevo rol que nadie les ha enseñado y que está directamente relacionado con sentirse inseguros y llenos de miedo. Creen que su deber es dar lo mejor a sus hijos y, en el intento de no hacerles daño, pueden tener dificultades para decir que no o para dejarles tener autonomía. También afecta la educación que hayan recibido los padres cuando eran niños. Por otro lado, cuando hay dos progenitores con estilos educativos diferentes, puede surgir polémica con respecto al enfoque educativo. Además, en ocasiones, los padres sienten que no tienen fuerza para enfrentarse a sus hijos, sobre todo cuando son crueles con las palabras y se complica la comunicación con ellos”, analiza Gómez.
Cómo encontrar el equilibrio a la hora de marcar límites a los hijos
Una de las partes más complicadas de establecer normas con los niños es lograr el punto de equilibrio para no quedarse corto o extralimitarse. Para conseguir llegar a la armonía, conviene tener en cuenta que “hay ciertas normas que en ningún caso son negociables, como pueden ser el respeto por los demás o la seguridad. Para el resto de los límites, es difícil, a veces, saber dónde está el punto justo y este dependerá en gran medida de la visión que tengan los padres y de sus valores. No obstante, algo que puede servir de guía es establecer, como mínimo, que lo que se imponga nunca sea degradante para el niño o para el adulto. También, puede ser de ayuda considerar que los progenitores siempre deben llegar a un consenso sobre lo que quieren transmitir a sus hijos. Por último, tener en cuenta que en el momento de establecer los límites se debe estar calmado para no ser injustos a la hora de valorar la situación”, concluye la psicóloga Ana Gómez.
Conseguir que los hijos acepten las normas que sus padres les pautan, requiere de tiempo y paciencia. Se trata de un aprendizaje para los niños, porque “hay que ir interiorizándolo y no se logra de un día para otro. Con frecuencia, nos impacientamos y nos quedamos con la idea de que los hijos no hacen caso, porque no obedecen a la primera ni a la segunda. Pero, lo más importante es marcar bien el límite, que tenga una repercusión si no se respeta y que sea siempre coherente, claro, concreto, cumplido y consistente. Aunque, también hay ocasiones en que los padres se flexibilizan con las normas y qué gustazo da los días especiales en que uno se permite reajustar los límites. Es sano y muy positivo hacerlo”, aconseja Cristina de la Rosa Tineo, psicóloga.
Diferencias entre límites sanos y contraproducentes para los niños
Seleccionar y distinguir los límites adecuados de los que no lo son, pasa por tener en cuenta que se ajusten “a la realidad y permitan una adecuada adaptación al contexto que se vive. También deben estar acoplados a la edad y al momento que vive el niño, además de ser realistas, bien trasmitidos y concretos. De otra manera, el pequeño no los entenderá y no será capaz de cumplirlos, por lo que se va a generar mucha frustración, además de no cumplir su función”, aclara Cristina de la Rosa.
Con unos límites adecuados para los hijos, se consigue “una convivencia armónica, además de lograr que los niños tengan más seguridad en sí mismos, una mejor autoestima y mayor tolerancia a la frustración. Les hará, en definitiva, más felices. Nos olvidamos de que los niños necesitan contención y los padres tienen como responsabilidad dársela. De esta manera, los hijos van creando sus propios referentes y adquiriendo unas pautas de lo que es válido o no, lo cual les ayudará a ir conformando su propia escala de valores”, asegura de la Rosa.
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