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Los claroscuros de la maternidad en ocho recomendaciones de libros

Un bello diario de embarazo, el hecho de ser madre convertido en una historia de terror o la orfandad de unas hijas con unos padres vivos son algunos de los temas recogidos en esta selección de obras literarias que ofrece distintas perspectivas de este cambio vital, tanto desde la ficción como desde lo biográfico

Libros maternidad

Decía Nuria Labari en La mejor madre del mundo (Literatura Random House) que para escribir sobre maternidad parece imprescindible traicionarse a una misma, o al hijo, o a los dos. Traición o no, lo cierto es que parece difícil poder hacerlo sin remangarse y estar dispuesta a mancharse atravesando un camino que, a veces, se embarra.

Los ocho libros seleccionados pertenecen a autoras que se atreven a explorar la complejidad de la maternidad, la hijidad o la familia, en su sentido más amplio. Desde un diario de embarazo hasta reflexiones sobre la identidad y la búsqueda de la maternidad o temas como el terror, la violencia psicológica, la complejidad familiar o la búsqueda de la belleza y la creatividad como salvación cuando la maternidad no llega se entrelazan en esta propuesta de lecturas.

‘Tiempo de espera’ (Trampa), de Carme Riera

“El tiempo parece menos huidizo cuando dejas constancia escrita de su transcurso”, escribe Carme Riera en Tiempo de espera, un precioso diario de embarazo, publicado por Lumen en 1998 y que ahora reedita la pequeña editorial Trampa. El de Riera fue el primer diario de embarazo publicado en España, sin embargo, pese a su valor, no ha sido un formato suficientemente explorado. Salvo excepciones, como 9 Lunas de Gabriela Wiener o la prolífica blogosfera, que durante más de una década estuvo salpicada por los más diversos diarios, incluyendo la concepción y el postparto, no contamos con una presencia significativa de este tipo de literatura. Carme Riera dejó constancia de una experiencia única, la propia, pero sin saberlo estaba dejando también un relato de gran valor histórico y literario. Sus dudas y sus miedos siguen teniendo vigencia para quienes transitan la maternidad casi cuatro décadas después. También sus inteligentes reflexiones en torno a cuestiones como la compleja relación de la maternidad con el feminismo, la falta de referentes maternos en la literatura o la transformación física y emocional que se produce en ese nuevo y asombroso discurrir del tiempo que es el embarazo.

‘El cielo de la selva’ (Lava), de Elaine Vilar Madruga

No hay límites narrativos en El cielo de la selva. En sus páginas laten todos los horrores del mundo, también los que uno no se atreve a pronunciar en alto. Ya nos lo advierte Elaine Vilar Madruga al inicio: “Este es un libro sobre maternidades. En plural. Como todas y cada una de las distintas madres que hay, ha habido y habrá en el mundo. Todas unidas y, al mismo tiempo, separadas por el acontecimiento fundamental de la vida, uno que solo puede ocurrir en el cuerpo. Y es que también es un libro de cuerpos, de miedo y de hambre”. Y así es: la escritora se atreve a indagar en las complejidades de la maternidad a través de un relato de terror ambientado en una selva-madre hambrienta que exige el sacrificio de los niños que se le antojan. “La selva ha marcado a tantos chamacos que ya no recuerdo a cuántos”. Santa, la perra, la vieja, Ifigenia y Romina ponen cuerpo y voz a personajes femeninos sin opciones, atrapados en un sistema perverso.

‘La otra hija’ (Cabaret Voltaire), de Annie Ernaux

La premio Nobel Annie Ernaux escribe a Ginette, su hermana muerta que nunca conoció, en La otra hija. “Llevabas dos años y medio muerta cuando nací yo. Tú eres la criatura del cielo, la niñita invisible de la que nunca se habla, la ausente de todas las conversaciones. El secreto”. Todas las familias esconden algún secreto y la de Ernaux también tiene el suyo. La autora descubre con 10 años que tuvo una hermana, fallecida por difteria dos años antes de su nacimiento, y desde ese momento se convierte en detective en su propio entorno. Empieza a indagar en temas como la transformación que para unos padres supone la pérdida de un hijo, el porqué de los silencios en torno a la muerte o el lugar que ocupa la hija que nace tras una pérdida. Este es un libro sobre silencios, tristezas y un dolor invisible capaz de transformarlo todo.

‘Caparazón’ (Tres Hermanas), de Lisa Ginzburg

¿Se puede curar la herida que deja sentir ser huérfana sin serlo? En Caparazón, traducido al español por Natalia Zarco, y finalista del LXXV Premio Strega —máximo galardón literario que se puede ganar en Italia—, Lisa Ginzburg examina el impacto de las vivencias de la infancia en la construcción de la identidad y en las carencias de la adultez. La historia se centra en la conexión creada entre Maddi y Nina, dos hermanas con caracteres muy distintos, marcadas por una infancia compleja: una madre amorosa, pero que abandona el hogar familiar para emprender una nueva vida junto a otra pareja; y un padre superado por la vida que vuelca su tiempo en el trabajo, las drogas y la búsqueda del amor. Ambas asistirán al derrumbe de una vida que ya no es y a la construcción de una nueva realidad: cambiarán de casa, de entorno y serán criadas hasta la mayoría de edad por una cuidadora. Entre medias, los encuentros puntuales con su madre y las visitas de su padre los fines de semana. La nieta de Natalia Ginzburg ha escrito una novela en la que todos huyen sin saberlo.

Relaxing at home
Relaxing at homeEva-Katalin (Getty Images)

‘Papá nos quiere’ (Caballo de Troya), de Leticia G. Domínguez

Escribir sobre los traumas que la familia deja en los cuerpos, como las capas de sedimento que van dando forma a una roca, es un acto de valentía, pero también de generosidad. Leticia G. Domínguez ha tallado en Papá nos quiere una historia que es, en realidad, la historia de muchas familias: jerarquías, maltrato normalizado, violencia psicológica, convenciones dañinas y autoestimas rotas. Todo pasa por el despacho de Gomes, el terapeuta que calla e interviene, según lo que su paciente —la narradora de la historia― va desgranando sobre su pasado, que es también su presente. Nada es casual en esta primera novela magistral que cuestiona la institución familiar, en su versión más oscura, y se rebela contra ella para liberarse de su pesada carga.

‘Diario de una bordadora’ (Lumen), de Srta. Lylo

En 2007, Loly Ghirardi (Srta. Lylo en Instagram) se quedó embarazada, pero perdió a su bebé al poco tiempo. Las pérdidas se sucedieron varias veces más hasta que la maternidad se convirtió en una auténtica obsesión para ella. Para paliar la angustia comenzó a bordar. Y resultó que bordando encontró el abrazo y la paz que necesitaba. “Si hubiese tenido que poner en palabras aquellos años, entre 2007 y 2015, habría dicho sin duda soledad y llorar, pero también bordar”, escribe en Diario de una bordadora, un libro en el que ha narrado su experiencia en la búsqueda de una maternidad que nunca llegó y el encuentro amoroso con este arte. Sus páginas están repletas de imágenes de bordados luminosos, tanto como sus palabras de esperanza para quienes están transitando el duelo por la no maternidad.

‘Habitaste este útero’ (Cicely editorial), de Cristina Heredero

“Digo soy madre y parece que la tierra se / agranda un poco más. Soy madre en esta / tierra y parece que me he hecho más grande”, dice uno de los versos de Cristina Heredero en Habitaste este útero. Aquí encontramos lugares transitados por todas las madres: el deseo, los miedos, las incertidumbres, la culpa, las raíces familiares —que nutren, conforman y, también, ahogan—. Pero en este viaje a la experiencia más universal —todos habitamos un útero—, Heredero sabe que lo personal es político. Y poético. Detalla lo que supuso transitar el camino en pandemia (“Con mascarilla he sabido que en mi útero había una / niña”), dejándonos entrar en su parto (“He dado a luz a mi muchachita con mascarilla / a medio respirar /con todas las fuerzas adormiladas en una cama y las / enfermeras con mascarilla mirándome la vagina”). La acompañamos en su lactancia y pensamos con ella, en la “propiedad” de los hijos (“La niña es ella”). En estos 35 poemas, divididos en tres partes —Estro, Gestar y Alumbrar—, también hay espacio para temas como la inspiración, la necesidad de escribir o el ciclo de la vida. En Habitaste este útero cada palabra es un espasmo en el pulmón para evitar el ahogo en la inmensidad de la vida.

‘La librería y la diosa’ (Lumen), de Paula Vázquez

Si en Las estrellas (Tránsito) a Paula Vázquez el relato de la muerte de su madre le sirve para reconocer su propia “hijidad”, en La librería y la diosa esta pérdida es el punto de partida de nuevos deseos y objetivos vitales: abrir una librería, tener un hijo, sentir la pertenencia a un lugar. La fundadora de la librería Lata Peinada, en Barcelona, construye en ese memoir una “cartografía de las pérdidas” en su búsqueda de un embarazo que no llega. “Las pérdidas son un acontecimiento que nos impone por defecto o por sabiduría de la naturaleza. No aparecen en la discusión pública ni en las conversaciones entre mujeres”. También es una reflexión acertada sobre la maternidad actual (“Debemos luchar para evitar que la maternidad se convierta en un privilegio”), que entrelaza de forma bellísima con la escritura y el proceso de crear.

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