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El síndrome de la impostora en la maternidad: cómo combatirlo

Trabajar la autoestima, tratar de no controlarlo todo o asumir que la perfección no existe son algunas de las claves que la psicóloga Rebeca Gómez recomienda para paliar el problema

maternidad
La perfección no existe y el error es parte de la vida, forma parte del proceso de la maternidad.Jamie Grill (Tetra images RF / Getty)

La maternidad tiene muchas aristas que se van rellenando conforme pasan los años y las madres van experimentando. Ninguna maternidad es igual, e incluso en la misma mujer se dan diversas formas de maternar con cada hijo porque cada uno de ellos es único. Euforia, tristeza, amor infinito, creer que se puede con todo, labilidad emocional, sentimientos de culpa, indecisión sobre las actitudes y la educación de los hijos y, por supuesto, síndrome de la impostora. ¿Cómo afecta este último a las madres que lo sufren?

Para empezar, habría que definir qué es el síndrome del impostor. Su origen se remonta, tal y como explica Rebeca Gómez, psicóloga y docente en el Instituto Europeo de Psicología Positiva, al año 1978, y fue acuñado por Pauline Clance y Suzanne Imes, ambas psicólogas estadounidenses que publicaron un artículo al respecto, llamado The imposter phenomenon in high achieving women: dynamics and therapeutic intervention (El fenómeno del síndrome del impostor en mujeres de grandes logros: dinámicas e intervención terapéutica).

Aunque no es nuevo, últimamente se ha escuchado a muchos famosos y personajes populares hablar de ello. La cantante Nena Daconte lo repitió varias veces en una entrevista en el programa Viajando con Chester con Risto Mejide; y Dani Martín, compositor y cantante, detalló en el podcast de salud mental de Ángel Martín, llamado Las Voces Vuelven, que también lo sufre. “Centrarse en el término que da nombre a este síndrome impostor ayuda a entender y a saber qué es y de qué se trata exactamente”, sostiene la también psicóloga del Equipo Técnico en Juzgado de Menores del Ministerio de Justicia. “Quien lo sufre, siente y cree firmemente que todo lo bueno conseguido y los éxitos alcanzados (a nivel laboral, familiar y/o académico) se debe a variables externas como la casualidad, el destino, la suerte o el azar. Y nunca serán consecuencia de sus propias valías, cualidades, fortalezas, esfuerzo, trabajo, actitud o profesionalidad”.

Uno de los síntomas clave es que la persona no es consciente de manera objetiva de sus logros y cualidades. Además, “tienen mucho miedo al fracaso, un excesivo nivel de autocrítica y de búsqueda de la perfección y aparece la culpa; cuando algo bueno y positivo les llega piensan que no se lo merecen y, por tanto, tampoco lo disfrutan”.

Saber exactamente por qué se padece es difícil de responder, puesto que aquí entran en juego diversas variables, como la educación o las experiencias vitales: “Lo que sí podemos señalar son varios factores que se relacionan de manera directa con su presencia y que podrían causar este síndrome. Como son tener bajos la autoestima, el autoconcepto y la autoconfianza. Aparecen inseguridades y miedos incapacitantes y se suele poner el foco en las debilidades y nunca centrarse y tratar de potenciar las fortalezas”, sostiene Gómez.

Rebeca Gómez
Rebeca Gómez, psicóloga y formadora en el Instituto Europeo de Psicología Positiva.

Crianza y síndrome de la impostora

La psicóloga considera que en la población adulta es muy habitual padecerlo. Y se pregunta: “¿Quién no se ha sentido así alguna vez?”. Gómez afirma que, según los datos, siete de cada 10 personas lo sufren en algún momento de su vida, y que no es casualidad verlo en estudiantes con notas excelentes o personas con grandes carreras profesionales. “Otro dato a tener en cuenta y que refleja un informe británico es que el 86 % de los jóvenes de 18 a 34 años admitió haber sentido en el último año que no merecía su puesto de trabajo”.

La experta explica que la maternidad es un momento muy importante en la vida de la mujer: “Me refiero a crucial, ya que, por tema hormonal, por la intensidad de ciertos momentos experimentados, por los cambios que supone o por el cansancio que implica, la madre puede sentirse más vulnerable de lo habitual y la sensación de que no es capaz de hacerlo bien por ella misma puede llegar a instaurarse haciendo florecer dicho síndrome”. Si esto pasa, prosigue, habrá que prestarle especial atención, sobre todo si afecta e incapacita de manera directa y negativa a su calidad de vida: “Es fundamental que los papás y mamás estén bien para que los niños crezcan bien”.

¿Cómo solucionarlo?

Si el síndrome del impostor llega y se instaura a la par que lo hace la maternidad, Gómez sostiene que habrá que trabajarlo de la misma manera que se hace cuando aparece en otro contexto o entorno. Y, según explica la psicóloga, habría que tener en cuenta varias recomendaciones que se pueden aplicar para el momento clave de la crianza:

  1. Es importante que la mujer sea más consciente de las respuestas positivas que le ofrecen las personas de su entorno.
  2. Trabajar la autoestima de forma que entienda su valía. Interiorizar los elogios e intentar no minimizarlos. Darle su espacio y tratar de entender de manera objetiva por qué los demás le dicen justo eso que cuesta creer.
  3. Trabajar el diálogo interno. Ayuda mucho pensar cómo le hablarías o qué le dirías a tu mejor amigo o amiga. ¿Le hablarías de la misma forma en la que te hablas a ti?
  4. Tratar de no controlarlo todo. Priorizar y delegar, asumir que hay ciertas cosas que no dependen de una misma. Es imposible llegar a todo.
  5. Construir una identidad de confianza evaluando las fortalezas personales, los puntos fuertes, y detectando las situaciones reales donde aparecen y se ponen en marcha.
  6. Asumir que la perfección no existe y que el error es parte de la vida, es algo natural que forma parte del proceso y de la experiencia humana y también de la maternidad. Equivocarse es un punto a favor del aprendizaje, basta ya de tanta autoexigencia.
  7. Como último punto, algo que también ayuda es hacer un trabajo de viaje en el tiempo y recordar cuando la madre era pequeña… ¿Qué era lo que más le gustaba y demandaba de sus padres? Seguramente no una supermamá perfecta, sino que necesitaba amor, cariño, comprensión y su presencia. Así podrá recordar que todo lo demás es secundario.

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