Mudanza con niños: siete claves para facilitar su adaptación
Un traslado es un capítulo estresante, también para los menores. Para reducir su impacto, es aconsejable escuchar sus sentimientos, involucrarles en el proceso o, si se puede, cambiar de casa durante las vacaciones escolares
Sentado sobre una de las cajas que van a introducir en el camión, un niño de pelo revuelto observa con atención el ir y venir de personas trasportando todo tipo de enseres: ahora una mesa, más tarde unas sillas, le siguen unos cuadros, somieres, lámparas, etcétera. La familia está de mudanza. Una experiencia que al pequeño no le es ajena. Según el portal inmobiliario Pisos.com, los españoles nos mudamos cuatro veces de media, una actividad que afecta de manera directa a los comportamientos y actitudes de niños y adolescentes. “Por lo general, los cambios no le gustan al cerebro, todo lo que no está bajo control suele ocasionar ansiedad, porque genera incertidumbre. El miedo se activa como reacción innata”, explica Yolanda Cuevas Ayneto, psicóloga especializada en trauma e instructora en Mindfulness. En el caso de los niños, según cuenta, dado que no tienen la madurez suficiente, un cambio de casa les va a activar mucho y, dependiendo de las circunstancias, puede resultar un suceso potencialmente traumático: “Un corte en su biografía”.
Cuevas explica que los traslados de residencia se consideran uno de los acontecimientos más agobiantes para una familia, aunque sean deseados y buscados: “Pero si además suponen cambios de colegio, de amigos o van acompañados de un divorcio o muerte de uno de los progenitores, o suponen la convivencia con la nueva pareja del padre o madre, y se unen más niños, pueden resultar muy angustiosos”. Una situación que se agudiza todavía más cuando a alguno de esos factores se añade el hecho de que el cambio se produzca a otra ciudad, a un país con distinto idioma, pero también cuando se ha tenido una experiencia negativa con una anterior mudanza. “Por eso, la actitud con que los padres hagan los cambios, ilusionados por lo nuevo o frustrados por el cambio, influirá en la reacción de los hijos”, agrega por su parte la psicóloga perinatal Raquel Huéscar.
En las familias con hijos en edad adolescente, según sostiene Huéscar, las mudanzas son difíciles, ya que hay que despedirse de los amigos, colegio o equipos deportivos para abrirse camino en otro contexto nuevo: “Su adaptación dependerá de su carácter, su facilidad o no para hacer amigos y el interés que puedan mostrar por el lugar al que se mudan. Dependiendo de todos estos factores, pueden estar enfadados, frustrados, tristes o, por el contrario, ilusionados con el cambio”. Para Huéscar, lo importante para que la mudanza se produzca en las mejores condiciones y con la menor afectación para los hijos que se encuentran en plena adolescencia es poder escuchar siempre sus emociones, sin minimizar su impacto, sino intentando ser un espacio de contención: “De esta manera se podrá sobrellevar mejor el duelo de la pérdida y poder adaptarse al entorno. Lo importante es poder despedirse de una etapa, amigos y lugares (aunque duela), para dar cabida a todo lo bueno que está por venir”.
En ocasiones, los adultos minimizan el impacto que puede ocasionar un traslado de vivienda, cuando este no es consensuado dentro de la familia, por la sensación de culpa que genera en ellos esta situación, lo que provoca que no se busque el momento o el lugar necesarios para facilitar la despedida. “Todos necesitamos un tiempo para elaborar los cambios; los hijos también. Por eso, necesitan padres suficientemente seguros, que acompañen las emociones de los hijos”, sostiene Huéscar.
Para afrontar las mudanzas con las mejores garantías de aceptación por parte de los hijos, Cuevas ofrece algunas pautas que pueden ayudar a los progenitores a afrontarlas de la mejor manera posible:
- Los padres tienen que saber regularse para poder transmitir con calma la decisión y acompañar las reacciones y estados emocionales de sus hijos ante el cambio.
- Explicar con claridad y cariño las nuevas necesidades familiares.
- Ofrecerles un espacio para que compartan su sentir, validando y ocupándose de sus necesidades. Es preciso trasmitirles seguridad, ofreciéndoles ideas y opciones para que entiendan el porqué de esa decisión. Además, es importante que sepan que van a seguir teniendo contacto con los amigos o la familia.
- Ayudarles a que se familiaricen con su nueva residencia mostrándoles fotos, realizando alguna visita al lugar para que vean el nuevo colegio, los parques, etcétera, y vean la parte positiva del cambio.
- Involucrarles en la mudanza y en la decoración de su cuarto.
- Hacer un ritual de agradecimiento y despedida de la casa, la ciudad y los lugares representativos que se dejan atrás y de los amigos.
- Aprovechar las vacaciones escolares para realizar el cambio de domicilio, de esta manera habrá más tiempo para que puedan adaptarse sin otras presiones.
El entorno —pediatra, centro escolar u otros familiares— también desempeñan un papel importante en la integración positiva de los hijos a su nuevo hogar. “Escuchar a los niños y adolescentes, sin juzgar y sin querer cambiar lo que piensan y sienten, es fundamental. Compartir sentimientos encontrados, y experiencias propias de cambios. Por otro lado, a veces, es necesario recurrir a la ayuda de un psicólogo que guíe tanto a los padres como a los chavales para que puedan expresar sus emociones, su sentir, y afrontar mejor los cambios que se avecinan”, aconseja Cuevas.
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