‘Mindfulness’ en niños: claves para enseñar a tu hijo a ser feliz
Iniciar a los menores en esta práctica les puede ayudar a conseguir una atención plena y mejorar la calidad de sueño, la atención y el rendimiento académico
Vivimos en una sociedad repleta de estímulos donde todo va demasiado deprisa. Las personas van de un lado a otro con el piloto automático puesto a mil revoluciones sin apenas tiempo para pensar ni sentir. Conectados a través de sus teléfonos móviles, entrelazando tareas con poco contacto con el presente. Un ritmo frenético donde la mente salta de un lado al otro y el nivel de exigencia es siempre muy elevado. Una forma de vida que los niños han heredado de los adultos y que les produce agobio y un alto grado de inquietud.
Desde bien pequeños viven a una velocidad que, en muchas ocasiones, no pueden sostener. Sin la posibilidad de prestar atención plena al momento presente porque se les exige estar siempre con la quinta marcha puesta. Corren para llegar puntuales al colegio, para acabar de comer, para asistir a las actividades extraescolares o realizar sus tareas diarias. Una aceleración constante que les priva de vivir el día a día desde la serenidad.
La práctica del mindfulness puede ayudar a grandes y pequeños a vivir de una forma mucho más serena y feliz. Una herramienta empleada desde hace más de 2.500 años por el budismo que contribuye a aumentar el bienestar personal y ayuda a tomar contacto con las propias emociones desde el presente con consciencia y calma. Es una excelente estrategia que ayuda a construir una autoestima sana y robusta, aumentar la confianza en uno mismo y hacer frente a los problemas con un nivel de estrés menor. Su práctica tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida, contribuyendo a un desarrollo emocional y cognitivo armónico. Un método que permitirá al niño conseguir una atención plena, centrándose en lo que ocurre en el aquí y el ahora, sin pensar en lo que fue o será. Mejorando su calidad de sueño, su atención, su rendimiento académico y capacidad para escuchar a los demás.
Un niño que practica mindfulness tendrá mayor autocontrol de sus comportamientos, más capacidad para concentrarse en sus tareas, mejor memoria y creatividad y tolerancia a la frustración. Vivirá a niveles más bajos de ansiedad y será capaz de percibir, comprender, manejar y utilizar sus emociones de forma más serena y objetiva. Orientará sus pensamientos de forma más positiva, consiguiendo tomar buenas decisiones y trabajar esforzándose. Será más empático, agradecido y resiliente ante las dificultades que le vayan surgiendo en su día a día.
Esta técnica también contribuirá a que sea capaz de autorregular mejor emociones como el enfado, la envidia, la rabia, el miedo o la frustración y sepa solucionar los problemas desde la serenidad y la perseverancia.
Cómo iniciar a un niño en la práctica del ‘mindfulness’
- Introducir la práctica de forma progresiva desde la actividad lúdica permitirá captar el interés del niño para que, poco a poco, vaya adquiriendo el hábito. Jugando y divirtiéndose, aprenderá a escuchar su interior, identificar sus necesidades y explorar nuevas sensaciones a través de los cinco sentidos. La hora de levantarse o de ir a la cama será un buen momento para ir introduciendo el aprendizaje, que siempre debe ser divertido.
- Para practicarla, el menor necesitará estar en un ambiente relajado, libre de ruidos y distracciones externas. Donde pueda estar concentrado para aprender a escucharse y autoevaluarse. Aprender a escuchar el silencio, a disfrutar de la música relajante o pasear por la naturaleza son actividades motivadoras que ayudarán a practicar la atención plena.
- Practicar la respiración consciente permitirá al niño estar en contacto con sus propias emociones, identificándolas, aceptándolas y aprendiendo que no existen emociones buenas o malas porque todas son necesarias. La validación emocional por parte del adulto le ayudará a sentirse respetado y crear una conexión emocional con él.
- Que el niño aprenda a comer de forma consciente, explorando las texturas, sabores y olores de los alimentos y a apreciar la abundancia que tiene en su vida, agradeciendo todas las cosas que pose y las personas que le quieren y le cuidan le hará sentir mucho más feliz y querido. Escribir tres cosas antes de irse a la cama por las que puede dar gracias será un ejercicio muy útil para ejercitar el agradecimiento.
Si un niño adquiere el hábito de dedicar un tiempo diario para reconectar con él mismo a través del mindfulness, aprenderá a vivir más plenamente, prestando atención a todo lo bueno que le pasa. Será consciente de sus fortalezas y limitaciones, actuará de forma más reflexiva y controlará mejor sus impulsos. Se sentirá capaz de lograr todo aquello que se proponga gracias a su esfuerzo y perseverancia, valorando su esfuerzo y dedicación.
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