Carmen Pellicer, pedagoga: “Aprovechemos las vacaciones para conversar con nuestros hijos”
La también escritora anima a las familias a disfrutar juntos de este tiempo estival. Asimismo, aconseja cuidar el encuentro personal y cree que es necesario incentivar las relaciones entre las distintas generaciones
La entrada que da acceso al interior de la Escuela Trilema El Pilar está desierta. Hace semanas que ya no hay padres acompañando a sus hijos a las puertas del colegio. Los patios y pasillos de la escuela están vacíos. El bullicio del ir y venir de profesores y alumnos en el interior del centro ha cesado. Es tiempo de vacaciones. Carmen Pellicer (Valencia, 59 años), pedagoga y presidenta de la Fundación Trilema, una institución de amplia trayectoria en el mundo de la Educación vinculada a la investigación, la formación permanente, la innovación y la gestión del cambio de centros educativos, habla sobre cómo ha transcurrido el curso que acaba de finalizar, el primero en la más absoluta normalidad, tras el Covid-19; del uso de pantallas durante este tiempo de ocio; de cómo gestionar el aburrimiento y, sobre todo, de las relaciones familiares durante el verano, una época ideal para “encontrarse” con los hijos.
PREGUNTA. ¿Cómo ha transcurrido este curso?
RESPUESTA. Ha sido intenso, entre otras cosas, por la implantación de la nueva Ley de Educación, LOMLOE, con la que se ha dado un paso adelante en la forma de entender el currículum, lo que hay que aprender y cómo hacerlo. Ha sido un empujón a la implementación de metodologías activas, como los aprendizajes por proyectos, aunque solo se ha incluido en los cursos impares. Además, incluye variaciones en la manera de evaluar, pero a veces no se comprenden por parte del profesorado y, por supuesto, por parte de las familias. A esto se une una cierta incertidumbre política en saber si esta Ley se va a quedar o también va a ser una de las que vamos a meter en un cajón. Pero, pese a todo, ha sido un curso positivo. Tras la pandemia teníamos muchas ganas de volver a mezclarnos, de que los niños volvieran a trabajar en grupos y que las familias se volvieran a acercar a las escuelas, dado que durante casi dos años habían estado fuera de sus muros.
P. Ahora, con el verano, las familias se encuentran con que sus hijos tienen mucho tiempo libre. ¿Cómo deberían gestionar el ocio de los más pequeños de la casa?
R. Hay un principio fundamental: disfrutar juntos. Esta debe ser la clave de los tiempos de ocio cuando no hay escuela. Es verdad que la conciliación es complicada porque las vacaciones de las familias no coinciden con las vacaciones escolares y esto es siempre un tema complejo de gestionar en familia, aunque la oferta de ocio organizado por parte de las escuelas y los municipios ha aumentado mucho. Creo que es bueno que los niños participen en este tipo de experiencias cuando se puede y cuando no, siempre están los abuelos que también ejercemos de cuidadores para solventar ese desafío que es la conciliación en esos periodos no lectivos. Luego está el tiempo de vacaciones juntos. En esta situación hay que disfrutar con ellos, no hay que sustituir a los profesores. No es un tiempo para sustituir la escuela, sino un tiempo para vivir otro tipo de experiencias, que son fundamentales y que se viven en la familia y no pueden vivirse fuera de ella.
P. En el caso de la utilización de nuevas tecnologías… ¿Es partidaria de su uso durante este periodo vacacional?
R. Lo esencial es el equilibrio. Demonizar las nuevas tecnologías porque las pantallas son “terribles” e Internet “una amenaza”, hoy en día, tiene poco sentido. Actualmente, avanzamos con mucha rapidez a un entorno tecnológico, donde van a tener que aprender a moverse. Es cierto que para los educadores y los padres hay un cierto vértigo, porque los más pequeños van mucho más deprisa que nosotros y el ejercicio del control necesario por parte de los adultos es complicado. Pero no podemos excluirlas. Ahora bien, tenemos que visualizar también el crecimiento de nuestros hijos de una manera equilibrada. Es decir, hay una dimensión física que hay que cultivar: el tiempo para correr, jugar, estar al aire libre, hacer deporte, disfrutar de la naturaleza. Es importante disfrutar del tiempo juntos y perder el tiempo con ellos. Y, sobre todo, hay que conversar con ellos mucho. Conversaciones que tienen un tono diferente en cada edad. Siempre digo que los pequeños tienen ganas de contarlo todo. Y con los adolescentes es necesario un sacacorchos para sacarles una palabra. Pero no hay que renunciar a esos momentos de conversar sobre cualquier cosa, sobre cualquier acontecimiento. Hay que estrechar lazos, encontrar momentos para encontrarse con las familias, los tíos, los primos o amigos. Hay que cuidar el encuentro personal.
P. La comprensión lectora de los niños de 4º de Primaria ha empeorado en España siete puntos, hasta los 521, en el periodo que va desde 2016 hasta 2021, según Informe PIRLS 2021 para Primaria, equivalente al Pisa en Secundaria. ¿Considera que las vacaciones de verano pueden ser un buen momento para mejorar esta competencia? ¿Cómo deberían los padres atraer a sus hijos hacia la lectura?
R. El tiempo que dedican a la lectura es insustituible porque estimula la imaginación, incrementa la forma en que luego pueden razonar y favorece el pensamiento crítico. Es decir, alimenta una forma de entender con más complejidad el mundo que les rodea. Pueden ser lecturas elegidas por ellos sobre muchos temas, desde los cómics a Harry Potter, pero es esencial que tengan un tiempo obligado de lectura. Esta actividad es lo que más puede ayudarles después a crecer intelectualmente. Los niños deben acostumbrarse a tener un tiempo fijo de lectura de cuentos, de historias, que no se sustituyen por los vídeos ni las películas. No es lo mismo leer un cuento que ver un vídeo de un cuento. No ejerce el mismo efecto sobre la mente de un niño y no le estimula de la misma manera. Un vídeo es una interpretación de la realidad. Una novela o un cuento estimula que imagines muchas posibilidades y eso es un ejercicio que la mente agradece.
P. ¿Cree que es importante el repaso de materias durante las vacaciones?
R. No soy partidaria de un modelo de repaso del curso. Opino que nueve meses es un tiempo razonable para que los niños adquieran aquellos aprendizajes académicos que consensuamos como necesarios socialmente. Tampoco se puede meter en la misma bolsa a todas las edades, entiendo que los alumnos que han cursado bachillerato y han tenido problemas académicos, a lo mejor, tienen otros criterios. Durante la época de maduración es relevante que los niños hagan y tengan experiencias de aprendizaje, pero no que repasen los aprendizajes escolares. Es fundamental la lectura, pero también que tengan acceso a experiencias nuevas, que puedan acudir a un museo, hacer una excursión por la naturaleza, construir un vivero, cuidar una mascota... E insisto: conversar.
P. Al final, este tiempo de verano, ¿qué debería suponer en la relación entre padres e hijos?
R. La primera es la relación cuasi física: acariciarlos, abrazarlos, jugar con ellos. Esa relación de intimidad alimenta la confianza básica y la autoestima. Otro elemento importante tiene que ver con los límites de lo que está bien o mal, de lo que tienen o no tienen que hacer, de los valores importantes que tenemos para ellos y de poder profundizar en ellos y educarles en esos límites dentro de un modelo positivo de disciplina y autoridad. El siguiente componente a tener en cuenta es el diálogo. A cierta edad, las conversaciones se convierten en negociaciones: me dejas o no me dejas, a qué hora llego... Por ello, hay que encontrar momentos en los que se converse en situación de no conflicto. Es necesaria la comensalidad: comer y cenar juntos sin la tecnología, sin aparatos, sin WhatsApp. También hacer cosas que no tengan un propósito educativo, sino que simplemente sea estar. A medida que los niños y adolescentes crecen aparecen nuevos desafíos y miedos: ¿Cómo gestionar la ruptura del cordón umbilical? ¿Hasta dónde les dejamos libres sin perder la supervisión necesaria, pero con un voto de confianza en lo que deciden y hacen? ¿Cómo les acompañamos cuando se equivocan? Estando como padres. Y, por último, fomentemos las relaciones intergeneracionales en una época en la que el edadismo está cada vez más presente. En España tenemos una bellísima tradición de visitar a las familias, primos, abuelos. Esta oportunidad es mucho más importante de lo que nos parece porque genera responsabilidad intergeneracional.
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