Inmaculada Ibáñez, bióloga: “Cuando una científica está empezando su carrera, sus jefes siempre son hombres. Y se pregunta: ¿qué pinto aquí?”
La investigadora y conferenciante en colegios e institutos señala que aún existe un prejuicio social que aparta a las niñas de estas disciplinas y en el Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia hace un llamamiento a la importancia de educar en la igualdad y poniendo en valor los referentes femeninos
Para que las niñas amen la ciencia y se quieran dedicar a ella es necesario que sepan que existen referentes, que hay y ha habido grandes científicas en España. Una de ellas es Inmaculada Ibáñez de Cáceres (Madrid, 48 años), bióloga y jefa del grupo de investigación de terapias experimentales y nuevos biomarcadores en cáncer del Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ), en Madrid. Esta científica también es madre de dos gemelos, Daniel y Olga, de 12 años, y reparte su tiempo entre el laboratorio, la maternidad y sus charlas en colegios.
“Justo vengo del colegio San Agustín de Los Negrales [Guadarrama, Madrid], de dar una charla a una clase de segundo de Bachillerato, la mayoría chicas, a las que les he contado que la ciencia no es un trabajo raro, es un trabajo más”, explica Ibáñez por teléfono. La bióloga relata que en estas sesiones, una iniciativa de la Asociación Española de la Investigación sobre el Cáncer, suele hablar de carreras científicas, los pasos a seguir o de puntos clave que les pueden ayudar en el camino: “Y, sobre todo, recalco, que si yo he podido, ellas pueden también”. Para Ibáñez, segundo de Bachillerato es un curso muy bonito: “Están a punto de elegir un grado, luego harán un máster y, por último, quién sabe si un doctorado. También les digo que si no les da la nota, hay siempre más caminos para seguir en la carrera de Ciencias. Por ejemplo, se puede estudiar Informática, de ahí saltar a Biología Molecular y, después, Epidemiología. La ciencia está en todas partes”.
PREGUNTA. ¿Para amar la ciencia, para dedicarse a ella, una buena idea sería inculcarla desde edades tempranas en casa o en el cole?
RESPUESTA. Creo que sí, porque realmente la ciencia forma parte de nuestra vida desde que nos levantamos. Entonces hacer de ella algo cotidiano es importante. Yo tengo gemelos, chico y chica, e intento inculcársela a los dos por igual. Les digo y les demuestro que es algo patente y fundamental en cada cosa que hacen y que entenderlo desde pequeñitos es lo mejor.
P. ¿Cómo lo hace? ¿Puede poner ejemplos?
R. Pues explicarles que algo tan simple como los móviles o las tabletas son tecnología puntera. Les explico que si no hubiera habido alguien que lo hubiera desarrollado al milímetro hoy no existirían. Y es algo que nos ha cambiado la vida. O enseñarles que la biología molecular está presente en la reacción de los alimentos. Por ejemplo, cuando papá —en mi caso mi marido es el que cocina en casa— hace una emulsión de aceite y huevo, consigue un alioli. O por qué las manchas de sangre en la ropa se quitan con agua oxigenada: esas burbujas que salen es porque se están rompiendo los eritrocitos, un tipo de glóbulo sanguíneo que se produce en la médula ósea. Hay muchos ejemplos, pero lo fundamental es crear curiosidad: la curiosidad crea voluntad.
P. ¿Sigue existiendo el prejuicio social de que las niñas solo pueden dedicarse al cuidado y los niños hacer lo que quieran?
R. Sí, aún persiste. Con la ciencia, con lo que quieren ser de mayores, con los juguetes... y lo que deben tener es libertad para elegir lo que les guste. Por ejemplo, mis hijos siempre han intercambiado sus juguetes. Yo creo que los padres y madres deben demostrar a sus hijos que pueden elegir libremente, que los juguetes son asexuados y que si su niño, como el mío, quiere jugar con las cocinitas de su hermana, pues que lo haga.
P. ¿Entonces la educación en igualdad empieza en casa?
R. Existe una presión social, aunque estamos mejorando, sobre que las mujeres y las niñas deben ser cuidadoras y cambiarlo comienza en casa. Es algo que yo intento evitar a toda costa. En mi caso, mis dos hijos hacen todas las tareas de la misma forma. Por ejemplo, si su padre está cocinando y yo planchando, pues ellos van guardando la ropa. No es una ayuda, es colaborar todos. Además, los dos ponen la mesa, los dos sacan la ropa de la lavadora. No se pueden distribuir las tareas por sexos en una casa porque si no al final las niñas piensan que hacerlas es parte de su deber, y entonces van creciendo con la idea de que es eso lo que tienen que hacer.No pueden crecer con esa carga porque es una olla a presión para que luego puedan desarrollarse.
P. ¿Desarrollarse, por ejemplo, para ser científicas?
R. Sí, exactamente. Y el problema principal es que faltan referentes. En mi experiencia, en Biología, el 75% de los jefes son hombres y un 25%, mujeres. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Cuando una chica está haciendo el máster o el doctorado, sus jefes siempre son hombres. No hay referentes femeninos, y se preguntan: ¿qué pinto yo aquí? Y esto es lo que hay que intentar evitar a la hora de elegir carreras. Es decir, tiene que haber referentes, los hay, pero solo conocen a Marie Curie. Cuando pregunto en una clase cuántos científicos conocen, los alumnos y alumnas contestan un montón de nombres de hombres. Y una mujer: Marie Curie [a quien en 1903 le concedieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radiactivos]. Y esto es increíble porque la idea que tienen de ella es de una mujer vestida de negro, metida en un sótano, dándole vueltas a la cazuela con el metal, que se murió por hacer esto y no tenía vida. Y no puede ser. Hay que explicar que hay más mujeres científicas y que han hecho grandes cosas. Por eso doy charlas, para que aprendan, para que las conozcan y sepan que es posible.
P. ¿Cómo se le puede dar a la mujer el papel que merece en los libros de texto? ¿Habría que reformular los contenidos?
R. Habría que hacer algo. Nadie puede negar que hay más hombres científicos que mujeres. Y las mujeres científicas, en el pasado, lo que han hecho es mejorar su vida, por ejemplo inventando el microondas o la nevera. Pero la descubridora del ADN fue una mujer (Rosalind Franklin nunca recibió el Nobel. Fueron los científicos Francis Crick, de Gran Bretaña, y James Watson (EE UU) quienes ganaron el galardón, gracias a una foto que consiguió sacar ella) y eso los chavales no lo saben.
P. ¿Hay algo que puedan hacer los padres y madres en casa para paliar este déficit?
R. Sí, hay mucha literatura al respecto. Yo tengo un libro en casa que les he leído mucho a mis niños. Se llama Mujeres en la ciencia, sobre 50 intrépidas pioneras que cambiaron el mundo. Habla incluso de una vulcanóloga que murió quemada por la lava, investigando. Mi hijo Daniel me pregunta muchas veces por qué se habla mucho menos de las mujeres científicas. Y esta pregunta es esencial, es fundamental trabajar sobre ella. Por ejemplo, en la serie Ana de las Tejas Verdes hay dos capítulos en los que no se trata bien a las mujeres. Es verdad que no son científicas, pero en un episodio a una profesora que intenta enseñar a sus alumnos cómo sale luz de una patata la llegan a llamar bruja. Y creo que es en estos momentos cuando los padres deben pararse y explicarles la situación. Decirles que estas cosas pasaban antes, y que ahora obviamente ocurren menos, pero que siguen ocurriendo.
P. Entonces, ¿es esencial educarles a ellos? ¿A los chicos?
R. Es esencial. En la clase en la que he estado esta mañana casi todos los alumnos eran chicas. Es lo que pasa. Hay más mujeres que estudian Ciencias, pero no llegan al final a puestos de importancia. Y les he dicho que lo fundamental es que ellas no se corten las alas cuando les entren las dudas de hacer cosas por el hecho de ser mujer. Pero también les he dicho a los chicos que ojo, que gran parte de la responsabilidad es suya también. Es decir, ellos tienen que tratar a sus compañeras en igualdad de condiciones y ayudarlas cuando tengan algún peso encima a causa de su género, porque ciertamente lo tenemos y es inevitable. Que tengan la sensibilidad y la apertura de mente para ayudar a sus compañeras, que lo tienen más difícil siempre. Entonces, en ese sentido, yo creo que los hombres juegan un papel muy, muy, muy relevante y trasmitirlo desde pequeños es casi más importante que empoderar a las chicas. Que los chicos abran la mente y entiendan que sus compañeras son iguales que ellos y que lo sepan desde siempre.
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