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Esto es lo que debería aprender un niño o un adolescente en 2021

Ojalá que este virus consiga centrar la educación en la dimensión humana y social. Sea capaz de dotar a nuestros hijos de las competencias necesarias para poder hacer frente a la vida y a la adversidad

Cinco niños sentados miran al horizonte.
Cinco niños sentados miran al horizonte.unsplash

Acabamos de cerrar un año desconcertante donde el mundo ha dado un giro de 180 grados, donde un minúsculo virus ha sido capaz de matar a millones de personas en poco tiempo y cambiar nuestra forma de entender la vida y relacionarnos. La primera pandemia moderna de dimensiones globales que ha provocado una crisis humanitaria, sanitaria y económica en todo el mundo.

Un acontecimiento totalmente excepcional que ha acelerado el proceso digital que tanto ansiábamos y nos ha demostrado que éramos más resilientes de lo que pensábamos. Que nos ha obligado a modificar nuestra manera de compartir con los demás, de trabajar, de hacer planes. Nuestros hábitos y preferencias, nuestro tiempo libre y la forma en como consumimos.

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Que nos ha obligado a aprender a gestionar emociones para las que no estábamos preparados y a analizar nuestro mundo emocional. A hacer frente a pérdidas de seres queridos en duelos silenciosos y desde la distancia.

Sin duda una de las lecciones más importantes que nos ha regalado el 2020 ha sido darnos cuenta de lo frágil que puede ser nuestra existencia. De la noche a la mañana, una pandemia mundial nos mostró lo que era realmente importante: la necesidad de no dar nada por hecho, de aprovechar cada instante de nuestros días.

Un virus que puso patas arriba nuestra vida cotidiana y nos recordó que a menudo el destino hace planes sin considerar los nuestros, que es muy difícil vivir sin el calor de los nuestros, que las postergas no son buenas.

La covid ha puesto de manifiesto muchas de las carencias de nuestra sociedad y, en especial, de la educación. Esta pandemia ha señalado su fragilidad, la brecha de desigualdad que existe entre nuestros alumnos y el escaso poder de innovación que posee nuestro sistema educativo.

El confinamiento nos hizo darnos cuenta de lo imprescindible que es la presencialidad en el proceso de aprendizaje, que las competencias digitales de mucho de nuestros alumnos son insuficientes y que la burocracia y el exceso de contenido asfixian la educación.

Ojalá esta pandemia haya servido también para saber cuáles son los aprendizajes más importantes que nuestros pequeños y jóvenes deben realizar. Para dejar de obsesionarnos porque acumulen contenidos sin sentido, procedimientos obsoletos y memorizaciones inútiles. Para que, de una vez por todas, nos demos cuenta de la necesidad que la educación de respuesta a las necesidades particulares y reales de cada individuo.

Ojalá que este virus, que tanto nos ha hecho sufrir y castigado, consiga centrar la educación en la dimensión humana y social. Sea capaz de dotar a nuestros hijos de las competencias necesarias para poder hacer frente a la vida y a la adversidad. Para hacer frente al cambio y la incertidumbre con valentía e ilusión, para saber vivir en equilibrio entre los sueños y el esfuerzo, para ser conscientes que lo más importante es nuestra actitud ante la vida.

¿Qué deberíamos enseñar a un niño o un adolescente en este nuevo año 2021?

Ojalá este 2021 regale a nuestros niños y jóvenes miles de oportunidades para aprender, acompañados de adultos que los quieran con avaricia, con grandes dosis de respeto y confianza. Que confíen ellos y les impulsen hacia el futuro con amor y entusiasmo.

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