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Vídeos falsos, dudas sobre los candidatos y temor a la violencia: los intentos de injerencia extranjera en las elecciones de EE UU

Los servicios de inteligencia sospechan que Rusia o Irán intentarán alentar las protestas radicales tras el cierre de las urnas, especialmente si el resultado es ajustado

Un grupo de mujeres hace campaña en favor de la candidata demócrata Kamala Harris en Atlanta. En sus camisetas se lee: "mi voto influye en todo"
Un grupo de mujeres hace campaña en favor de la candidata demócrata Kamala Harris en Atlanta. En sus camisetas se lee: "mi voto influye en todo"ERIK S. LESSER (EFE)
Macarena Vidal Liy

Vídeos de inmigrantes haitianos votando de manera ilegal por la candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, en Georgia. Imágenes de votos ardiendo en Pensilvania. Intentos de entrar en el móvil del aspirante republicano, Donald Trump. Son solo algunos de los ejemplos más recientes acerca de cómo potencias extranjeras —Rusia e Irán, pero también China— y otros países, como Cuba, aceleran sus intentos de interferir en las elecciones estadounidenses de este martes para, cuando menos, sembrar la duda sobre la limpieza de su resultado, según alertan los servicios de inteligencia en Washington. En el peor de los casos, para alentar a los ciudadanos a votar a un candidato u otro en una elección clave con implicaciones en todos los tableros internacionales.

El pasado fin de semana, la Oficina de la Dirección Nacional de Inteligencia (ODNI) alertaba de que el vídeo de los supuestos inmigrantes haitianos “ha sido creado por agentes de la injerencia rusa” y forma “parte de los esfuerzos de Moscú por suscitar dudas sin fundamento sobre la integridad del proceso electoral estadounidense y alentar divisiones entre los ciudadanos”.

La advertencia forma parte de una serie de alertas de la ODNI, la Policía Federal (FBI) y otras entidades que consideran que en las últimas semanas Moscú, Rusia e Irán han intensificado —a medida que se aproximaba la fecha electoral— sus esfuerzos para intervenir en el proceso. En las últimas semanas han circulado vídeos con alegaciones falsas de todo tipo, desde que Harris atropelló a una mujer hasta las imágenes de los supuestos votos ardiendo.

En ocasiones, esa injerencia se ha intentado de manera espectacular. El Gobierno estadounidense denunció este verano que Rusia había intentado utilizar a influencers estadounidenses para que difundieran narrativas con las tesis de Moscú. También ha acusado a empleados de la cadena de televisión rusa RT de contratar a una productora en Tennessee por diez millones de dólares (algo más de nueve millones de euros) para que crease y difundiese por redes sociales contenido prorruso. La compañía estadounidense pagó, a su vez, a varios influencers de ideología conservadora, que han asegurado que no tenían idea de que el dinero que cobraban llegase de Moscú.

Según señala un alto cargo de la ODNI que habló con periodistas extranjeros bajo condición del anonimato, “Rusia prefiere al expresidente [Trump] e Irán prefiere a la vicepresidenta [Harris]”. Así, Teherán “continúa sembrando la desconfianza en las instituciones políticas estadounidenses y aumentando la discordia social. También lleva a cabo esfuerzos por influir en la carrera presidencial mediante una operación para entrar en el móvil del expresidente Trump y tratar de filtrar sus contenidos”.

En cambio, China no busca influir en el resultado de las presidenciales, según el análisis de esa institución; sí lo intenta en otras elecciones a escaños en el Congreso estadounidense, donde pueden aprobarse leyes que beneficien o perjudiquen a Pekín, o sean contrarias a los intereses de Pekín en áreas como Taiwán, la isla autogobernada que China considera parte de su territorio y que constituye la prioridad absoluta para el Gobierno de Xi Jinping.

Uno de los grandes temores de los servicios de inteligencia es lo que pueda ocurrir a partir del día 5, en especial si el escrutinio resulta tan igualado como predicen las encuestas. Países como Rusia o Irán, según temen, podrían alentar protestas violentas, bien organizándolas de modo encubierto o bien fomentando la participación en las que pudieran planificar grupos estadounidenses. El objetivo sería sembrar la duda sobre los resultados, aumentar las divisiones y la polarización y complicar el proceso de transición presidencial.

“Esos intentos extranjeros de socavar la democracia estadounidense no van a cesar el martes”, apuntaba el alto cargo de la ODNI. Los servicios de inteligencia anticipan que una vez se cierren las urnas se dispararán las campañas para tratar de poner en duda la validez de los números. “Los agentes extranjeros, casi con total seguridad, se plantean la posibilidad de otras elecciones de resultado muy ajustado tanto para la presidencia como para el control del Senado y la Cámara de Representantes”, advierten.

La primera alarma llegó en 2016, cuando los servicios de inteligencia advirtieron de maniobras rusas para tratar de interferir en aquellas elecciones para favorecer al candidato republicano, Donald Trump, y evitar el triunfo de la demócrata Hillary Clinton. Aquel caso expuso con dolorosa claridad lo vulnerable del sistema estadounidense al uso malintencionado de las nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial.

Materiales perfeccionados

Pero aquellos intentos, apuntan agentes de los servicios secretos de EE UU, eran bastante burdos, en ocasiones con errores gramaticales u ortográficos básicos que los hacía detectables. Desde entonces, los materiales se han perfeccionado, pero los sistemas estadounidenses, las empresas tecnológicas y los analistas privados también han puesto en marcha defensas mucho más adecuadas, aseguran.

“No importa por quién vayan a votar, pueden estar seguros de que su voto se contará tal y como usted lo ha presentado”, subrayaba la semana pasada la directora de la Agencia estadounidense para la Ciberseguridad y la Seguridad de las Infraestructuras (CISA), Jen Easterly, en una rueda de prensa. “La infraestructura de voto es más segura que nunca”.

Los responsables de las máquinas de voto han llevado a cabo todo tipo de controles de su equipo para garantizar su fiabilidad, explicaba. Esos dispositivos no están conectados a internet, lo que complica que piratas informáticos puedan entrar en sus programas. Además, cada Estado cuenta con una infraestructura diferente. Un sistema descentralizado que se ha planificado así para hacer más difícil que un agente que tratase de interferir pudiera causar problemas por todo el país.

“No es posible que un agente malintencionado piratee las máquinas de votación para provocar un impacto material en el resultado de las elecciones presidenciales. Desde luego, no sin ser detectado”, subrayaba Easterly. Para más seguridad, en el 98% de los casos el voto electrónico está respaldado por copias en papel en la medida de lo posible y en la mayoría de los sistemas, según un estudio del Brennan Center for Justice. “En Twitter se puede decir lo que se quiera, pero si hace falta se puede volver y contar las papeletas a mano, en un proceso de absoluta transparencia”, prometía la responsable de CISA.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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