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Miguel Ángel López Borrego, consejero delegado de Thyssenkrupp: “Los ciudadanos buscan el camino fácil y caen en la trampa del extremismo”

El primer ejecutivo de la mayor fábrica de acero de Alemania explica las razones por las que se ha unido a una alianza con otras empresas del país para alertar contra el crecimiento de formaciones radicales y racistas

Miguel Ángel López Borrego CEO de ThyssenKrupp
Miguel Ángel López Borrego, CEO de ThyssenKrupp.CHRISTOPHER NEUNDORF (EFE)

Los alemanes llevan ya tiempo lidiando con el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Pero su reciente auge de cara a las elecciones europeas y la posibilidad de que entre por primera vez en gobiernos regionales en septiembre han hecho saltar las alarmas. No solo hay temor entre políticos y expertos, sino también entre las principales empresas del país, que ven peligrar el modelo económico y la prosperidad de un país que necesita, sobre todo, la mano de obra extranjera si quiere mantener su nivel productivo como hasta ahora. Estas razones llevaron a algunas de las principales empresas alemanas a crear una alianza llamada Defendemos los valores para alertar contra el crecimiento de formaciones extremistas y racistas.

“La verdad es que desde hace un tiempo vemos cómo los partidos populistas han ido ganando importancia en diferentes Estados federados alemanes y discutimos la situación entre nosotros, considerando también lo que podría ocurrir”, explica a EL PAÍS el consejero delegado de Thyssenkrupp, Miguel Ángel López Borrego, nacido en Fráncfort hace 59 años y de nacionalidad española. Este responsable argumenta así, en una videollamada desde su oficina en la sede de la empresa en Essen, en el oeste del país, los motivos por los que la compañía que preside decidió unirse a esa iniciativa.

Brandeburgo, Turingia y Sajonia celebran elecciones en septiembre y según todos los sondeos, AfD será la primera fuerza política en esos tres Estados federados del este de Alemania, con una estimación del 25% de los votos, un 30% y un 31,3%, respectivamente. Ante este panorama, y con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, los presidentes de más de 30 grandes empresas alemanas se dieron cuenta, como señala López Borrego, de que tenían “que dar ejemplo de alguna manera” y que “había que actuar”. “También hay que tener en cuenta que las empresas alemanas desde siempre han operado en todo el mundo, pero especialmente en Europa”, recuerda el empresario.

Sin embargo, el responsable del mayor fabricante de acero de Alemania reconoce, que si bien ahora las empresas han pedido a sus cerca de 1,7 millones de empleados que no voten a partidos populistas y extremistas, sin querer mencionar explícitamente a AfD, esto es algo excepcional. “No creo que ahora vayamos a meternos en debates políticos todo el tiempo, porque no es nuestro trabajo, pero en vista de estas elecciones europeas, creo que es una decisión muy acertada, también para pedir que la gente vaya a votar”.

Desde que AfD entrara en 2017 en el Parlamento alemán, el partido nacido en 2013 al calor de la crisis del euro ha logrado sobrevivir a crisis internas y crecer en el último año, especialmente, llegando a superar incluso a los socialdemócratas en los sondeos. Mucho se ha discutido sobre las razones de este crecimiento, pero una cosa está clara y es su habilidad para apelar a los sentimientos de la gente, más allá de su ideología. Según López Borrego, parte de la población ha dado la espalda a los partidos tradicionales “por una sensación de que las incertidumbres aumentan, es decir, que mucha gente en Alemania piensa que el Gobierno no tiene la situación bajo control”, algo que en su opinión se aplica también a otros muchos territorios de Europa.

La sucesión interminable de crisis, desde la covid hasta la guerra en Ucrania o la transición energética, en lo que los expertos han denominado “permacrisis”, ha propagado la inquietud entre la sociedad. “Ante toda esta incertidumbre y todos estos temas que se acumulan, los ciudadanos tienen la impresión de que el Gobierno o los que gobiernan no tienen la situación bajo control. Los ciudadanos buscan el camino fácil y caen entonces en la trampa de las soluciones fáciles, de las explicaciones fáciles y del extremismo”, declara sin querer entrar a responder preguntas concretas sobre cómo se imagina que sería el futuro de Alemania si AfD llegara al poder a nivel nacional o en los Estados federados, y lo que supondría para la imagen exterior del país y sus inversiones extranjeras. “Una Europa fuerte, abierta y democrática como parte del mundo globalizado apoya nuestro negocio y asegura los puestos de trabajo. Por eso espero que no se llegue a eso”, se limita a contestar al respecto, señalando que no le corresponde a él juzgar.

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La alianza de empresas hace hincapié en el peligro que suponen el populismo y el extremismo para la integración europea y la prosperidad, aunque sin llegar tan lejos como el presidente francés, Emmanuel Macron, quien advirtió de que Europa como es ahora podría morir, algo que López Borrego descarta. No obstante, tiene claro que hay que alertar de que: “Existe un peligro si no actuamos contra las fuerzas que se oponen a la integración europea”.

A diferencia de lo que buscan los partidos extremistas, el directivo cree que se necesita “mucha más Europa” si se quiere competir realmente con países como Estados Unidos, China o la India. “Hay que construir mucha más Europa aún y por eso no nos podemos dejar influenciar ahora por partidos extremistas, tampoco por los que abogan por el nacionalismo. No tiene ningún sentido. Y, además, daña la economía y el bienestar y prosperidad de los ciudadanos”.

Mano de obra extranjera

Uno de los principales temas con los que AfD suma votantes en Alemania es su lucha contra la inmigración. Parte de la sociedad parece haber olvidado que para que el país funcione como hasta ahora se necesitan unos 400.000 nuevos trabajadores cualificados cada año. Como alertó Mercedes recientemente, sin extranjeros no saldría un solo coche de sus fábricas este año. Esto se aplica también a Thyssenkrupp y a otras muchas. “Especialmente en nuestra fábrica de acero en Duisburg, pero también en muchos otros lugares, una gran parte de nuestra plantilla no ha nacido con un pasaporte alemán”, dice el empresario, que nació en Alemania de padres españoles y conserva el pasaporte español. “Tenemos una escasez de mano de obra que solo pueden cubrir los extranjeros”, señala López Borrego.

“Creo que los ciudadanos alemanes son conscientes de que la migración ha sido, ya desde finales de los años cincuenta, lo que ha dado prosperidad a Alemania de cara a todo lo que es el sector productivo”, recuerda sobre los famosos Gastarbeiter. “Lo que no se ha comunicado bien en Alemania en los últimos años, y no se está gestionando bien, es realmente la integración de muchos de los migrantes que han llegado recientemente. Es conocido que muchos de los que llegaron hace unos años aquí quieren trabajar, pero no tienen el permiso de trabajo. Es decir, hay ahí unos procesos burocráticos que hay que optimizar y creo que eso es el caldo de cultivo de posiciones extremistas”, apunta. En concreto, Alemania tenía en 2023 un total de 13,9 millones de extranjeros, de los cuales, 3,17 millones eran refugiados, según datos de la Oficina de Estadística alemana.

La formación de la alianza llamó especialmente la atención en España, donde los empresarios son reacios a advertir de los peligros del extremismo. “Bueno, a lo mejor se debe a la naturaleza del extremismo, porque España es políticamente diferente”, comenta López Borrego al respecto. “Pasé cinco años allí trabajando de forma bastante intensa y cerca de estos temas, y creo que el debate en España es uno completamente diferente. De momento, en España no hay motivo para que los empresarios se pronuncien al respecto. No es una situación comparable a nivel político”.

En el caso de Alemania, todos son conscientes de que esta campaña contra el populismo y extremismo puede tener un efecto negativo en sus negocios. El empresario Reinhold Würth, que se dirigió a sus empleados directamente a través de una carta para pedirles que no voten a AfD, ha admitido que este rechazo puede costarle pérdidas de 1,8 millones de euros en pedidos que dejarán de llegarle.

En el caso de Thyssenkrupp, su consejero delegado asegura que no pueden saber lo que les deparará el futuro. “Pero si sucede, pues que suceda; las reacciones negativas no nos disuaden de defender nuestros valores”, apunta López Borrego, que cree que en este momento de la historia hay que “estar siempre del lado de quienes ven la diversidad como una ventaja y quieren vivir juntos en paz. La exclusión no lleva a ninguna parte, en ningún país”.

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