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Las actitudes de extrema derecha y antidemocráticas se extienden en Alemania, según un estudio

Una de cada 12 personas tiene ideas ultraderechistas y el 6% apoyaría una dictadura, datos que se han doblado o triplicado desde el último informe, de hace dos años

Elena G. Sevillano
Simpatizantes de AfD
Simpatizantes de AfD ondean una bandera en la que se lee: "Nosotros somos el pueblo", en una protesta en Magdeburgo el 29 de abril de 2020.D. GABBERT (GETTY) (dpa/picture alliance via Getty I)

Xenofobia, antisemitismo, trivialización de los crímenes nazis, desconfianza en las instituciones... Las actitudes de extrema derecha y antidemocráticas están cada vez más extendidas en Alemania, según un estudio encargado por la Fundación Friedrich Ebert (FES, por sus siglas en alemán) que se realiza cada dos años. El trabajo, liderado por tres profesores universitarios, revela que uno de cada 12 alemanes (8% de la población) tiene una visión del mundo claramente de extrema derecha, lo que supone un rápido crecimiento en comparación con los datos de años anteriores, cuando no superaba el 2% o el 3%. También se ha multiplicado el número de encuestados que apoyarían una dictadura de partido único y un líder fuerte —la encuesta pregunta por un “führer”—, al pasar del 2-4% de las últimas ediciones del trabajo al 6,6% de la actual.

“Una parte del centro se ha distanciado de la democracia y se ha desplazado hacia la derecha y otra parte se ha radicalizado, especialmente en lo que respecta a la promoción de la violencia”, ha explicado el investigador principal, Andreas Zick, director del Instituto de Investigación Interdisciplinaria sobre Conflictos y Violencia de la Universidad de Bielefeld, durante la presentación del estudio este jueves en Berlín. El Mitte-Studie, literalmente el estudio del centro, analiza al amplísimo grupo de ciudadanos que se pueden considerar como de centro político, el término medio de la sociedad alemana.

El trabajo muestra un llamativo giro a la derecha ocurrido además en poco tiempo. La confianza en las instituciones y en el funcionamiento de la democracia cae por debajo del 60% y una proporción significativa de los más de 2.000 encuestados manifiestan creencias conspirativas (el 38%), populistas (33%) y étnico-autoritarias-rebeldes (29%). En comparación con la última encuesta, realizada durante la pandemia del coronavirus, estos datos suponen un aumento de alrededor de un tercio.

Las respuestas que han obtenido los investigadores concuerdan con el creciente éxito del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), que registra una intención de voto de entre el 21% y el 22% a escala nacional y que se colocaría como primera fuerza en cuatro de los cinco Estados de la antigua Alemania Oriental si hoy se celebraran elecciones (en tres de ellos hay comicios en otoño del año que viene). La desconfianza hacia los partidos tradicionales es patente en algunas de las respuestas. El 30% está de acuerdo con la afirmación: “Los partidos gobernantes están engañando al pueblo”, cuando hace dos años lo decía la mitad (15%). También se ha doblado el número de encuestados que están de acuerdo con una frase mucho más peligrosa, que respalda o justifica la violencia política. El 13% opina que algunos políticos se lo merecen si “la ira contra ellos” resulta en un ataque violento.

La FES, fundación vinculada al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), publica en forma de libro este estudio, uno de los más completos para analizar las opiniones políticas de los alemanes, desde 2006. Lo hace a partir de una muestra representativa de la población por edad, sexo y nivel socioeconómico. Los investigadores han detectado que también aumentan las actitudes misantrópicas. Uno de cada tres encuestados (el 34%) cree, por ejemplo, que los refugiados vienen a Alemania únicamente para beneficiarse de su sistema social. El antisemitismo también crece, bien con afirmaciones contundentes ―un 16,5% sostiene que los judíos se aprovechan del pasado del nacionalsocialismo― o con actitudes ambiguas o prejuicios, que se distinguen en el 19% de la población. Los autores preguntaron también por actitudes sexistas o clasistas, y concluyen: “Uno de cada diez encuestados es fundamentalmente hostil y discriminatorio hacia diversas minorías de la sociedad”.

El estudio refleja asimismo la creciente reticencia de una parte de la población ante la transición energética que Alemania tiene por delante en los próximos años. Aunque una mayoría ve el cambio climático como una gran amenaza y tiene una postura progresista en materia de política contra el calentamiento global, la preocupación por las consecuencias de la guerra en Ucrania, sobre todo por el aumento de los precios de la energía, se abre camino en la encuesta. Uno de cada cuatro (26,5%) dijo estar de acuerdo con la frase: “Deberíamos llegar a un acuerdo con Rusia y volver a comprarle más gas y petróleo”. Esta parte de la población, aseguran los autores, “tiende significativamente más hacia la desconfianza en la democracia, el populismo y las actitudes de extrema derecha”. En cambio, “quienes confían en la democracia y rechazan el populismo son más progresistas en cuanto a la política climática”.

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En lo que respecta a la autoidentificación política, crece el número de personas que dice estar “a la derecha” o “más bien a la derecha” del centro, en concreto el 15,5%, frente al 10% de las dos encuestas anteriores. El papel que juegan la soledad y la desigualdad social en Alemania también se examina en el estudio, porque ambas influyen negativamente en la participación social y la democracia. A mayor sentimiento de soledad o de exclusión y aislamiento, más actitudes de extrema derecha detecta la encuesta. También el nivel de estudios y de renta marca diferencias. Cuanto menores son, más propensos son los encuestados a expresar prejuicios contra grupos de extranjeros, aseguran los investigadores.

“Estos resultados no solo son alarmantes, sino que también requieren una acción consecuente por parte de los políticos, pero también de la propia sociedad”, afirmó el presidente de la FES, Martin Schulz, antiguo presidente del Parlamento Europeo y figura clave del SPD, durante la presentación del trabajo.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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