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Dos miembros de la Guardia Nacional, heridos de gravedad en un ataque cerca de la Casa Blanca

Trump confirma que el sospechoso es un afgano de 29 años llegado a Estados Unidos en 2021 como parte de un programa de refugiados. Está detenido y en estado crítico

Agentes destacados este miércoles en la zona del tiroteo, en Washington. Foto: Mark Schiefelbein (AP) | Vídeo: AP

Dos militares, miembros de la Guardia Nacional, resultaron este miércoles heridos de gravedad a la puerta de la estación de Farragut West, una de las más transitadas del centro de Washington, en un ataque que, según las autoridades, fue intencionado. Situada en el cruce de las calles 17 e I, la parada de metro se encuentra a menos de 500 metros de la Casa Blanca, en una zona frecuentada por turistas y funcionarios gubernamentales.

Las autoridades detuvieron a un sospechoso, después de que otros agentes presentes en el momento del ataque, que se produjo en torno a las 14:15 (hora local) lo neutralizaran. El atacante es un ciudadano afgano de 29 años llegado al país como refugiado en 2021, según confirmó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un mensaje a la nación divulgado pasadas las 21:15.

En ese momento, el sospechoso, que los medios identificaron como Rahmanullah Lakanwal, estaba ingresado en un hospital de la ciudad y en estado crítico por las heridas provocadas por cuatro balazos. Actuó con rapidez e iba sin identificar, según el FBI. No estaba cooperando con las autoridades, a las que no les consta que hubiera más personas implicadas en su plan.

Fue la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, la que confirmó la intencionalidad del ataque en una rueda de prensa conjunta con el director del FBI, Kash Patel. Poco antes, Patrick Morrissey, gobernador de Virginia Occidental, dio erróneamente por muertos a ambos soldados, a los que los disparos pillaron por sorpresa. Según Patel, fueron víctimas de una “emboscada”. Morrissey se desdijo al rato.

Ambas víctimas eran miembros de la Guardia Nacional de Virginia Occidental y estaban en la capital como parte del despliegue ordenado por Trump. La Guardia Nacional es un cuerpo militar que depende de los gobernadores de cada uno de los 50 Estados, y funcionan como reservistas: trabajan o estudian, y solo se movilizan en ocasiones muy determinadas. Por ejemplo, tras una catástrofe natural.

Faltaban veinte minutos para las 15:00 cuando el ruido de las sirenas de decenas de coches de policía atronó las calles del centro de la capital estadounidense, de habitual tranquilas a esas horas, y más aún más este miércoles, víspera del festivo de Acción de Gracias. Trump no estaba en la ciudad en el momento del tiroteo. El presidente de Estados Unidos viajó el martes por la noche a su residencia de Mar-a-Lago, en West Palm Beach (Florida) para pasar allí el largo fin de semana de Thanksgiving, que como cada año paralizará el país este jueves, el cuarto de noviembre.

En su mensaje de la noche del miércoles, el republicano aprovechó para culpar a su antecesor, Joe Biden, de la tragedia; para mentir sobre las cifras de quienes entraron durante su presidencia (“20 millones” de inmigrantes, dijo); y para renovar sus mensajes xenófobos. También, de paso, para denigrar a la comunidad somalí de Minnesota, convertida en una de sus más recientes obsesiones.

“Ahora debemos volver a examinar a cada uno de los extranjeros que entraron a nuestro país procedentes de Afganistán”, afirmó. Muchos de los últimos recién llegados lo hicieron después de la caótica retirada de las tropas estadounidenses de Kabul en agosto de 2021. Lakanwal, que se benefició de un programa bautizado por el anterior Gobierno como Operación Aliados Bienvenidos, era uno de ellos. Aterrizó hace cuatro años en Estados Unidos junto a otros 77.000 compatriotas y fue acogido en el Estado de Washington, en el noroeste del país. No está claro si viajó desde allí con la intención de llevar a cabo el ataque, que Trump definió como un “acto terrorista”.

El Servicio de Inmigración de Estados Unidos anunció pasadas las 22:00 en sus redes sociales la suspensión de todas las solicitudes de asilo de ciudadanos afganos. Lo hizo “a la espera de una revisión adicional de los protocolos de seguridad y verificación de antecedentes”, según declaró la agencia en X.

“El animal que disparó a los dos guardias nacionales, ambos gravemente heridos y ahora en hospitales separados, también está gravemente herido, pero, a pesar de todo, pagará un precio muy alto”, había escrito Trump en su red social, Truth, poco después de que saltara la noticia del suceso. “Que Dios bendiga a nuestra Gran Guardia Nacional y a todas nuestras Fuerzas Armadas y del Orden. Son personas verdaderamente extraordinarias. Yo, como presidente de los Estados Unidos, y todos los asociados con la Oficina de la Presidencia, ¡estoy con ustedes!“.

Una hora y media después, Trump reapareció en Truth para intervenir en las próximas elecciones en Honduras y dar su apoyo al candidato de la derecha, Tito Asfura. Al rato, reposteó una encuesta favorable a su popularidad como inquilino de la Casa Blanca.

El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, pidió en una comparecencia ante los medios en Kentucky, donde se hallaba de visita, que “cualquiera que se considere una persona de fe rece” por las víctimas.

La Casa Blanca se puso inmediatamente en estado de alerta, y tanto la entrada como la salida de empleados y periodistas quedó interrumpida hasta nuevo aviso. La secretaria de prensa, Karoline Leavitt, dijo que Trump había sido informado de la “trágica situación”.

Como en una película

La zona del ataque se llenó inmediatamente de agentes de los varios cuerpos que patrullan desde hace semanas la ciudad. Ya eran en torno a un centenar de uniformados poco antes de las 15:30, a los que se sumaron decenas de periodistas y un buen montón de curiosos. Un helicóptero sobrevolaba la zona.

Eiden, un ciudadano estadounidense de 28 años, y su esposa, Gala, española de Barcelona, estaban de compras en una tienda próxima al lugar en el que se produjo el suceso. “Parecían fuegos artificiales y como es una fecha festiva no pensé que fuera nada. Después me di cuenta de que sí lo era. Tuve miedo; parecía una película”, dijo ella. Su marido declaró: “Quiero creer que era un loco y que no quería matar a esos guardias. Lo contrario sería mucho más peligroso y desestabilizador para el país”.

La Guardia Nacional está desplegada desde agosto en la ciudad por orden de Trump, que mandó las tropas para combatir la delincuencia, pese a que sus cifras son las más bajas en 30 años. También, para colaborar en las redadas de inmigrantes.

El primer contingente desplegado en la capital fue de 800 soldados, reforzados después por más soldados enviados por ocho Estados de mayoría republicana, como Virginia Occidental. El Pentágono los autorizó a portar armas en la ciudad. La cifra aumentó con las semanas hasta los 2.300 efectivos.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo este miércoles que el presidente había ordenado el despliegue de 500 tropas más en Washington, como respuesta al tiroteo.

La semana pasada, Jia Cobb, jueza federal en Washington, decidió que la Administración Trump no podía mantener el despliegue de la Guardia Nacional en Washington, un despliegue que la ciudad recurrió en los tribunales. Cobb puso en suspenso su fallo durante tres semanas para dar tiempo al Gobierno a retirar a las tropas y a apelar la decisión.

Tras el trágico suceso de este miércoles, la Casa Blanca pidió a Cobb que dejara sin efecto su decisión.

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