Mijaíl Jodorkovski: “Todo lo que digan Trump o Putin no significa nada hasta que acuerden sus intereses mutuos”
El exempresario, que pasó casi una década en una cárcel de Siberia por enfrentarse al presidente ruso, asegura que los dos líderes se entienden “como en un diálogo de gánsteres” y sostiene que Zelenski no ha captado el mensaje de Europa


Mijaíl Jodorkovski (Moscú, 61 años) saltó de ser el empresario más rico de la Federación Rusa a pasar casi una década de su vida en una prisión de Siberia, por orden de su archienemigo, Vladímir Putin. Conoce bien las tácticas del presidente ruso. Y no le sorprende en absoluto que se entienda tan bien con Donald Trump.
“Ha habido ocasiones a lo largo de mi vida en las que he presenciado algo similar a lo que estamos viendo ahora: siempre que dos gánsteres hablaban entre ellos. Es el mismo estilo. El mismo método. En el caso de Putin lo entiendo perfectamente, viniendo de donde viene. No tengo tan claro por qué Trump es así. Quizá se explica porque era un promotor inmobiliario en un mercado complicado como es el de Nueva York. El caso es que sabe cómo manejar ese tipo de conversación”, explica ante un reducido grupo de medios europeos de la alianza LENA, entre ellos EL PAÍS, en la sede de su fundación Rusia Abierta de Londres, la ciudad donde vive exiliado Jodorkovski.
En toda la ceremonia de la confusión que Trump ha acelerado con sus declaraciones, sus cambios de tono o su humillante reprimenda en el Despacho Oval de la Casa Blanca al presidente ucranio, dice Jodorkovski, Europa no ha sabido interpretar los mensajes de Washington o del Kremlin y, lo que es peor, Volodímir Zelenski no ha sabido interpretar lo que le decían sus aliados europeos.

Por partes. En primer lugar, nada de lo que hasta ahora han dicho los dos presidentes es relevante, advierte el exempresario. “Todo lo que Trump o Putin digan sobre Ucrania no quiere decir nada, por el momento, hasta que se pongan de acuerdo en sus respectivos intereses. Una vez tengan eso claro, y todo lo que arriesgan si no cumplen lo pactado, habrá un acuerdo”, explica.
Pero Zelenski, aunque no sea culpable de la posición en que se encuentra, explica Jodorkovski, se encuentra en una situación complicada. En primer lugar, porque no se entiende ni tiene sintonía con Trump ni mucho menos con Putin. Y sobre todo —”Europa del Este y Europa del Oeste siempre han hablado un lenguaje distinto”, señala— porque el presidente ucranio no ha sabido captar el mensaje que le transmitían en Londres el pasado domingo las capitales europeas, entre abrazos y agasajos.
“Zelenski no ha entendido el mensaje que le estaban transmitiendo los líderes europeos, que era básicamente que no le podían ayudar sin la participación de Estados Unidos. Creo que él pensó que lo que Europa le estaba diciendo es que iban a apoyarle de todos modos, aunque Estados Unidos no lo hiciera. Interpretó que le daban vía libre. Y lo que le decían es que, o llegaba a un acuerdo con Washington, o estaba acabado”, señala.
El resultado del enfrentamiento
Jodorkovski no puede evitar una sombra de realismo-pesimismo en todos sus análisis, que deriva de su larga estancia en prisión, de su creencia de que no existe una oposición con verdadera solidez frente al régimen de Putin, y de su convicción de que habrá que esperar al menos una década, cuando el actual presidente ruso sobrepase los 80 años, para comenzar a trabajar en un cambio de régimen.
Más allá del expansionismo imperialista que muchos analistas atribuyen a Putin, Jodorkovski ve la invasión de Ucrania como una maniobra política del líder del Kremlin para mantener en alza su popularidad en el país. Es la cuarta vez, señala, que, ante serias dificultades internas, ha comenzado una guerra. “Y está claro, por lo que estamos viendo, que no ha perdido”.
Si Putin, en el peor de los casos, siguiera adelante con este conflicto e invadiera por completo Ucrania, aventura, Europa entraría en guerra en el plazo de dos años. “Sin dinero para invertir en todos estos territorios, no sabría qué hacer con todos los hombres desempleados que han estado tres años combatiendo. Y un problema similar, aunque menor, con los excombatientes rusos. La solución es lanzar otra guerra para deshacerse de esta gente. ¿Países bálticos? ¿Moldavia? ¿Rumania o Polonia?”, señala Jodorovski.
Así que la solución más realista, casi la óptima según él, consistiría en preservar la actual línea de combate de Ucrania y entrar en un periodo de guerra fría que duraría mientras Putin siguiera en el Kremlin.
Y si Trump, con su particular estilo negociador, ironiza, lograra algo similar a eso, debería recibir el premio Nobel de la Paz. “Si se detiene la guerra en la actual línea de enfrentamiento, y Trump logra preservar la condición de Ucrania como Estado soberano; si consigue que Ucrania mantenga su capacidad de defenderse por sí misma, y su industria armamentística propia, y si además garantiza que los aliados occidentales van a seguir proporcionando ayuda a Kiev —sin entrar en la OTAN—”, enumera Jodorkovski, “si logra todo eso deberían darle el premio Nobel de la Paz”, recalca.
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