Huida desesperada de Yenín ante la ofensiva israelí: “Cada operación es peor que la anterior”
El ejército lanza una de sus mayores ofensivas en dos décadas en el campamento de refugiados en Cisjordania tras destrozar Gaza. Cientos de familias huyen entre bombardeos y casas incendiadas. La ciudad queda desierta al paso de los blindados
Karmel Obeid es de las últimas en salir y lo hace llorando sobre lo que antes era asfalto. Son casi las 14.00, a punto de terminar el plazo que el ejército israelí ha dado a los habitantes del campamento de refugiados de Yenín para abandonar sus casas. No queda, de todos modos, casi nadie: sin agua ni electricidad, más de 2.000 familias han escapado desde diciembre, cuando la presión de Israel y Estados Unidos llevó a las fuerzas de la Autoridad Nacional Palestina a lanzar una de sus operaciones más impopulares, para desmantelar la milicia local. Cientos de ellas, en los últimos cuatro días, en los que Israel ha tomado las riendas, bombardeando y declarando el campamento zona militar cerrada. Su ministro de Defensa, Israel Katz, lo define como una “operación potente” para aplicar en Cisjordania “la primera lección del método” empleado en Gaza, a fin de eliminar de una vez por todas “a los terroristas y la infraestructura terrorista”. Ya van 12 muertos, la mayoría civiles. El temor ahora es que, apagado de momento el fuego de Gaza, llegue el incendio de Cisjordania.
Obeid tiene 11 años y, apenas una hora antes, cuenta, un grupo de soldados entró en la casa de su familia y les dio 20 minutos para abandonarla. Los remitieron al punto conocido como Shirín Abu Akleh, es decir, donde la famosa periodista palestinoestadounidense de Al Jazeera murió por un disparo directo de las tropas israelíes en 2022, mientras cubría una de múltiples operaciones de las que ha sido testigo la ciudad.
Allí, fueron sometidos a un control. Su padre, su abuela y su tío quedaron arrestados, y por eso llora desconsoladamente. “Es la primera vez que entran en nuestra casa”, desde la que ha visto cómo los militares israelíes “explotaban las puertas” de otras para entrar en los edificios y otras ardían.
Un sonido tapa su relato. Es el zumbido ―constante y cercano― de los drones israelíes que sobrevuelan Yenín, para tareas de vigilancia o para abrir fuego. Es casi lo único que separa a la ciudad del silencio: está tan desierta que solo circulan por las calles blindados israelíes (alguno con la bandera nacional), ambulancias palestinas y, muy de vez en cuando, algún coche particular. Los comercios son una sucesión de persianas cerradas.
Lo otro que, de vez en cuando, altera el silencio son los sonidos de la invasión. Desde tiroteos lejanos a explosiones mucho más cercanas. Algunas son de los artefactos explosivos que los milicianos esconden para detonar al paso de los blindados. Tras otras se ve un humo negro y espeso elevarse al cielo desde la vivienda atacada.
Desde la distancia se puede atisbar una grúa demoliendo un edificio. En otros hay un fuego en el interior, sin bombardeo previo. Es la aparente gazaización de Cisjordania. Durante los 15 meses de invasión de la Franja, los soldados israelíes han quemado gratuitamente casas de particulares, por venganza o diversión, como han admitido varios bajo anonimato, grabado y difundido otros en redes sociales y documentado los periodistas palestinos dentro de Gaza.
Por eso, Arafat Abeid, de 64 años, llega preocupado en su huida. “He venido sin ropa para cambiarme, ni nada. [Los militares] nos dieron 20 minutos para irnos. El dinero y el oro… Dios dirá lo que pasa con ellos. Lo que me importa es la casa y los muebles que dejo atrás”, relata antes de entrar en la vivienda de un familiar, donde dormirán hasta que puedan volver. ¿Cuándo? “Los soldados nos dijeron que en una semana. Hace tres días que no salgo de casa, porque tenía miedo y hay niños en la casa. Esperaba que no llegasen… pero han llegado. Cada operación es peor que la anterior. No esperaba que nos dijesen a mí y mi mujer, a la que le cuesta tanto andar, que caminásemos 400 metros por donde ya no hay calle”. Su esposa llora de pena y dolor, ayudada por familiares en medio del barro. Dos de sus hijos, añade, han quedado retenidos en el punto de control.
El director en Cisjordania de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés), Roland Friedrich, ha asegurado que Israel está “empleando armamento avanzado y métodos de guerra, incluidos ataques aéreos” en su “operación masiva” en Yenín. Los bulldozers han destrozado todos los accesos al campamento y al hospital gubernamental, donde un vehículo militar y una excavadora vigilan a la entrada.
En otras redadas, era posible llegar al hospital, pero esta tiene vocación extraordinaria. El ejército israelí la lanzó justo después del inicio del alto el fuego en Gaza y tras años de presiones de la derecha nacionalista religiosa, punta de lanza del movimiento colonizador de Cisjordania, para ―en palabras de Katz― asegurar la “libertad de movimiento” de los colonos.
Bezalel Smotrich, el ultranacionalista ministro de Finanzas al que Netanyahu entregó amplias prerrogativas sobre Cisjordania a cambio del apoyo parlamentario que necesitaba para regresar al poder en 2022, lo dijo con todas las letras el pasado día 6: “Funduq, Nablus y Yenín tienen que parecerse a Yabalia”, el campamento de refugiados de Gaza donde vivían 200.000 personas y que Israel ha convertido en un manto interminable de escombros, como puede verse en las imágenes aéreas.
Smotrich aboga por “cambiar el enfoque de Israel” en Cisjordania y ha nombrado 2025 el año de su anexión. Israel conquistó el territorio en la Guerra de los Seis Días de 1967 y ha ido levantando decenas de asentamientos judíos, en los que hoy viven medio millón de colonos, pero nunca se lo ha anexionado formalmente, como sí hizo en los años ochenta con Jerusalén Este y los Altos del Golán sirios.
Bastión de las milicias
El norte de Cisjordania alberga tanto las ciudades bastión de las milicias palestinas como los asentamientos judíos más radicales e ideológicos. En el campamento de refugiados objeto de la invasión, se articulan ahora en torno al Batallón de Yenín. Es un grupo armado local alejado de las facciones tradicionales, en el que los jóvenes se coordinan para repeler las redadas u organizar ataques, sobre todo contra soldados y colonos de la zona. La mayoría admiran a la Yihad Islámica, una de las facciones más radicales.
La invasión va camino de convertirse en la más amplia desde la Segunda Intifada (2000-2005). Un alto mando militar israelí cifra los muertos en 13. El Ministerio de Sanidad de la ANP, en 12, diez de ellos civiles. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha verificado al menos 12 muertos y 40 heridos, “la mayoría de ellos aparentemente desarmados”. “Es muy preocupante que lo que está sucediendo hoy en Cisjordania pueda tener un impacto en el alto el fuego en Gaza”, ha señalado este viernes su portavoz, Zamin Al-Jitan.
Una de las muertes ha quedado registrada en un vídeo espeluznante. Una familia se debate entre gritos de pánico entre avanzar o retroceder cuando se escuchan hasta siete disparos de un tirador israelí contra el coche, que acaba estrellándose contra un lateral de la calzada. El conductor perdió la vida.
Today, Israeli occupation forces repeated a scenario similar to the Hend Rajab family incident, targeting an entire family in a car while they were driving in Jenin, in the northern West Bank. The father was killed, while the condition of the other family members remains unknown. pic.twitter.com/7mMXegX9YD
— Inés El-Hajj (@annepal99) January 21, 2025
Es a pocos metros de ese punto donde Yihad Ali llega a pie, cargando una bolsa mediana de deporte llena de ropa y otras pertenencias. El asfalto es ahora una mezcla de barro y pedruscos, por el paso de los bulldozers israelíes, que van arrasando con infraestructuras y levantando el asfalto para desactivar los explosivos subterráneos.
Tras cercar durante tres días al campamento, las tropas han penetrado este viernes por primera vez y extendido la operación a alguna zona colindante, como el barrio de Ali, Zahara. “Es una zona no militar y tranquila que siempre había quedado al margen de las operaciones”, protesta. “Hoy entraron, nos pidieron los documentos de identidad, preguntaron cuántas familias quedaban en el edificio y dijeron: ‘Por favor, coged vuestras cosas porque tenéis 20 minutos para iros. Es zona militar cerrada’. Yo iba viendo que los vecinos se iban, así que tenía esta bolsa preparada desde ayer, por si acaso”.
Ali tiene 38 años. La última vez que se vio en la misma situación tenía 15. Era 2002, en lo más duro de la Segunda Intifada. Israel lanzó Escudo Defensivo, una masiva operación que consagró el mito del campamento de refugiados de Yenín como fortaleza. El ejército israelí perdió 23 hombres y mató a medio centenar de palestinos (más de la mitad milicianos), y unos y otros se citaron a la próxima para la revancha.
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