Steven Levitsky: “Musk, Zuckerberg y Bezos están con Trump, pero arrodillados. El poder es Trump”
El politólogo y profesor de la Universidad de Havard repasa los primeros pasos del segundo mandato del presidente de Estados Unidos y la influencia de la oligarquía tecnológica: “Es un Gobierno patrimonial”
Steven Levitsky (Ithaca, Nueva York, 1968) salió de Estados Unidos el lunes con Joe Biden aún como presidente de su país y aterrizó, horas después, en México con Donald Trump investido como mandatario por segunda vez. Lo primero que hizo al tocar suelo mexicano fue leer el discurso con el que Trump inauguró una nueva era: “No me sorprendió, es el mismo populista con palabras vacías”, zanja en el inicio de la charla con EL PAÍS, el martes por la mañana.
Profesor en la Universidad de Harvard y coautor del influyente libro Cómo mueren las democracias junto a Daniel Ziblatt, Levitsky ha dedicado su carrera a desentrañar los complejos engranajes de las democracias modernas y los riesgos que enfrentan ante el auge de liderazgos autoritarios, como el de Trump, algo que no cesa en recordar.
La charla se sumerge rápidamente en el impacto para la democracia de Estados Unidos del segundo mandato del magnate. Levitsky, profundo conocedor de América Latina, ferviente seguidor de la selección argentina de fútbol, habla en un español fluido que solo abandona por el inglés cuando quiere enfatizar algunos términos o aspectos. En varios momentos admite que la rotunda victoria de Trump en noviembre le sorprendió y enfatiza que Trump, más que una plutocracia, ha creado un “Gobierno patrimonial”.
Pregunta. ¿Qué le pareció el primer discurso de Trump?
Respuesta. No nos debemos cansar de decirlo: este tipo es un autoritario. Tenemos un gobierno con instintos, con reflejos, con, con una orientación autoritaria. Lo que más me llamó la atención es la respuesta del establishment. Hace ocho años, cuando ganó por primera vez, el establishment respondió con alarma. Esta vez es totalmente diferente. Se está posicionando para el régimen que viene con la idea de que el presidente puede utilizar la Casa Blanca para ganar mucho dinero. El hecho de que Elon Musk, el hombre más rico del mundo, sea el segundo hombre más importante de Estados Unidos, es infernal. Trump ha sido claro en que está dispuesto a utilizar el Estado como arma para premiar a los amigos y castigar a los enemigos del viejo régimen. Es un estilo patrimonialista. Zuckerberg solo ve qué impacto puede tener Trump en sus negocios; Bezos, Tim Cook, Harvard, Disney lo mismo, no quieren problemas.
P. De la resistencia han pasado a la pleitesía, al abrazo.
R. En muchos casos, es un abrazo por miedo.
P. ¿Cómo explica que en estos ocho años Estados Unidos haya normalizado de esta manera a Trump?
R. No solo Estados Unidos, todo el mundo. No sé si hay una explicación muy científica o muy sexy: es la ventaja que tiene la ultraderecha en muchos países. Se están aprovechando de una crisis de confianza en las instituciones y en las élites. Trump no inventó ese descontento, pero se aprovechó de él. La oposición, digamos el centroizquierda, no tiene respuesta, plan ni identidad salvo que no quiere eso. No hay contrapeso ideológico programático en el mundo. Toda la energía la tiene la derecha antiliberal.
P. ¿Qué dice de la democracia estadounidense el poder que está adquiriendo la oligarquía tecnológica?
R. Zuckerberg, Cook, Bezos están con Trump, pero están arrodillados. El poder es Trump. Pero no es una plutocracia, es más bien un gobierno patrimonial donde el poder político está imponiéndose sobre unos hombres muy ricos, que yo hubiera pensado que tenían un poco más de independencia. Cuando Bezos, Zuckerberg, Cook, o universidades como Harvard empiezan a hacer concesiones a Trump antes de que llegara al poder…
P. ¿Cómo ve el papel de las universidades, especialmente Harvard o las de la Ivy League, ante Trump?
R. Con las universidades está pasando algo parecido a lo que ocurre con los medios. Los medios apostaron por los grupos económicos y las universidades apostaron por los donantes multimillonarios. Dependemos mucho de las donaciones. Hace 20 años pensábamos que esos donantes iban a respetar nuestra autonomía, que no iban a ejercer mucho poder sobre nosotros. Y no es así. Se vio después del 7 de octubre (de 2023), cuando estallaron las protestas anti Israel en Harvard, que tiene varios donantes que son pro Israel. Decidieron meterse en la política doméstica de Harvard, decirnos cómo debíamos castigar a los estudiantes, incluso decirnos quién debía ser el presidente de Harvard. A mí me parece un precedente terrible, peligrosísimo, pero creo que es parte de una tendencia.
P. Da la impresión de que defender la democracia no parece atractivo electoralmente.
R. Yo soy politólogo y dedico mi vida a estudiar y, en algunos casos, defender la democracia. Es mi trabajo, me pagan por ello. Pero salvo algunos casos excepcionales, sociedades que salen de una experiencia autoritaria muy fea, como España en los 70; Argentina en los 80, Chile, Sudáfrica o Polonia en los 90, donde la gente sí está pensando en la democracia cuando votan, ningún votante tiene como prioridad algo como el régimen político o las instituciones. La gente no vota así. Y no debemos esperar que la gente vote así. No hay que echar la culpa al electorado. El electorado, sea argentino, mexicano, español, polaco, ruso, gringo, va a votar por mil cosas, por razones de identidad, porque le gusta un candidato, o muchas veces porque está rechazando el statu quo, quiere votar anti oficialista. La gente no vota por o en contra de la democracia. Vota por otras razones. Tenemos que entenderlo y respetarlo. Esto va a sonar un poco elitista, pero es la élite quien tiene que defender la democracia.
P. ¿Cómo explica el auge de un voto latino pro Trump?
R. Hay muchos motivos. Algunos latinos viven en comunidades rurales, sin educación superior, son dueños de armas, cristianos… tienen el perfil de un votante republicano. Para muchos, sobre todo de segunda, tercera o cuarta generación, defender la inmigración no es la prioridad, es algo que se toma en cuenta, pero la economía pesa más. La religión puede empujar también el voto latino a los republicanos. El Partido Demócrata es un partido mucho más secular. Luego están los latinos anticomunistas, que se han formado políticamente por la comunidad cubana y venezolana en Florida. Y luego hay otra parte que son los hombres. El Partido Republicano está movilizando votos centrados en la reacción contra varios cambios sociales y culturales en los últimos años. Hay algunos hombres latinos que están votando de manera machista. Y finalmente, y creo que en esta elección, tuvo mucho que ver, hay muchos latinos que no tienen compromiso partidario muy fuerte, pero están muy descontentos con la economía, con la inflación. Es un voto de descontento. Fuera de México, muy poca gente ha votado por el oficialismo en el mundo.
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