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Pérdida de popularidad y batallas internas: así se fraguó la caída de Justin Trudeau

El anuncio de dimisión del primer ministro canadiense cuando los liberales elijan un nuevo líder abre un escenario lleno de incógnitas mientras la oposición presiona para convocar elecciones anticipadas

Justin Trudeau, el lunes antes de anunciar su dimisión.Foto: Sean Kilpatrick | Vídeo: EPV

La llegada de Justin Trudeau a la jefatura del Partido Liberal de Canadá en abril de 2013 generó un alivio generalizado entre los miembros de su agrupación tras años de rencillas internas y de derrotas electorales. En octubre de 2015 venció a los conservadores, instalados en el poder desde 2006, entre estruendosos aplausos y deseos de efectuar grandes cambios gracias al Gobierno mayoritario que los canadienses le otorgaron en las urnas. Trudeau anunció este lunes que dejará el cargo de primer ministro en cuanto los liberales elijan a un nuevo dirigente. No le ha quedado otra opción. Al margen del desgaste normal tras casi una década gobernando, el premier canadiense ha tirado la toalla debido a una cadena de circunstancias propiciadas en gran medida por su forma de ejercer el poder.

“Este país merece una opción real en las próximas elecciones, y me ha quedado claro que si tengo que librar batallas internas, no puedo ser la mejor opción en esas elecciones”, dijo Trudeau, sin mostrar el menor gramo de autocrítica, pero advirtiendo de que el Partido Conservador es una opción sombría para Canadá.

La renuncia de Chrystia Freeland, viceprimera ministra y ministra de Finanzas, el pasado 16 de diciembre por diferencias con el jefe del Ejecutivo fue el punto más alto de una crisis que ya se había instalado desde hacía demasiado tiempo en los despachos del poder en Ottawa. Trudeau nunca recuperó el nivel de simpatía que cosechó a principios de su primer mandato. Pese a ello, logró ganar en dos ocasiones más, aunque formando gobiernos minoritarios y protagonizando varios escándalos con el mismo sello: vínculos con miembros de las altas esferas económicas que sembraban la sospecha de falta de ética. El más sonado fue el supuesto deseo de interferir en una investigación relacionada con una constructora.

Un combativo líder conservador

Tras la última cita en las urnas, en septiembre de 2021, en plena pandemia, los conservadores comenzaron a mostrar un constante ascenso en las encuestas, sobre todo a raíz de la llegada de Pierre Poilievre a la jefatura del partido en 2022. Poilievre ha sabido canalizar el desencanto hacia los liberales de Trudeau con un estilo combativo. Pese a que los sondeos mostraban una caída en su popularidad y un aumento de las preferencias hacia los conservadores, Trudeau insistió en repetidas ocasiones en que lucharía por la reelección.

Canadá ha tenido que hacer frente a diversos problemas económicos durante el tercer mandato de Trudeau. A la elevada inflación se le fueron sumando las crecientes dificultades de grandes capas de la población para acceder a una vivienda y el aumento del desempleo. Estos dos últimos factores fueron asociados en buena medida a las políticas de inmigración llevadas a cabo por el Gobierno liberal para impulsar la economía tras la pandemia. El primer ministro anunció una reducción de los cupos para las nuevas llegadas, además de otras iniciativas para tratar de reavivar las simpatías hacia su Gobierno. Sin embargo, las encuestas mostraron pocos cambios.

En septiembre, el Nuevo Partido Democrático, de corte socialdemócrata, anunció la ruptura del acuerdo que había firmado con los liberales para permitir que Trudeau gobernara en minoría sin sobresaltos. Un mes después, una veintena de diputados de su propia agrupación pidieron al primer ministro en una carta que renunciara a sus intenciones de presentarse a las próximas elecciones. No obstante, su líder minimizó dicho descontento, confirmando que buscaría un cuarto mandato.

En este ambiente de por sí complicado, la renuncia de Freeland tuvo la fuerza de una bomba para los planes del premier canadiense. Trudeau ha protagonizado una larga lista de desencuentros con miembros de su equipo. No es un secreto que siempre ha tenido dificultades para escuchar opiniones discordantes o tolerar cualquier indicio de supuesta falta de lealtad. Jody Wilson Raybould, Jane Philpott y David Lametti son algunos de los ministros que han salido por la puerta de atrás. Sin embargo, Freeland no toleró el mismo trato.

La dirigente liberal había recibido la instrucción de anunciar una actualización del presupuesto con un considerable nuevo déficit. Los liberales de Trudeau renunciaban de este modo a su promesa de un manejo más estricto de las cuentas públicas tras el final de la pandemia. El regreso de Trump a la Casa Blanca aumentó, además, el grado de preocupación en Canadá por la necesidad de contar con un liderazgo sólido en Ottawa.

El mismo día de la renuncia de Freeland, varios diputados de su agrupación pidieron a Trudeau en una reunión a puerta cerrada que se hiciera a un lado, por el bien del partido y del país. El líder respondió que se tomaría un tiempo para reflexionar. Conforme pasaron los días, decenas de parlamentarios liberales se pronunciaron públicamente a favor de su adiós. Según dieron cuenta medios canadienses, el primer ministro mantuvo encuentros privados con distintos miembros de su partido, citas donde estuvo acompañado de su círculo de colaboradores más cercano, pero la suerte ya estaba echada.

Este lunes, cuando anunció que dejará la jefatura de su partido y las riendas del Gobierno hasta que su agrupación nombre a un nuevo líder, Trudeau también informó de que había solicitado a la gobernadora general de Canadá, Mary Simon, la suspensión de los trabajos parlamentarios. El órgano legislativo volverá a entrar en funciones el 24 de marzo. Dicha decisión, pensada para dar tiempo a los liberales para reorganizarse, impide que antes de esa fecha pueda darse un voto de confianza que tumbe al Gobierno. También tiene como consecuencia que todas las propuestas de ley que hayan quedado sin aprobación sean desechadas. El caso más sonado es el proyecto liberal para aumentar el impuesto sobre las ganancias de capital a los más ricos.

Los partidos de la oposición han reaccionado con vehemencia a la decisión de Trudeau respecto a la pausa en las tareas parlamentarias, ya que su exigencia ha sido el adelanto de elecciones. “Todo está fuera de control, y ahora el Gobierno está fuera de control. Esto no puede seguir así”, declaró Poilievre.

La meta de octubre

Las elecciones federales estaban programadas para el próximo mes de octubre; un escenario que es casi imposible que suceda debido a que las fuerzas de oposición dicen que harán caer al Gobierno en la primera oportunidad que se les presente. El reinicio de los trabajos parlamentarios a finales de marzo abrirá dicha posibilidad. Se espera que los liberales no superen el primer voto de censura o que ellos mismos pidan a la gobernadora general la disolución del parlamento. Diversos analistas vaticinan que los comicios se llevarán a cabo en mayo, ya que la ley electoral estipula que la campaña debe durar al menos 36 días.

La elección de un nuevo líder liberal está planteando todo un quebradero de cabeza a las distintas instancias del partido. De entrada, seleccionar a un nuevo dirigente es un proceso que dura habitualmente al menos cuatro meses, pero las circunstancias no dejan otra opción que hacerlo en pocas semanas. Y hasta el momento, ninguno de los candidatos que más suenan ha indicado públicamente sus intenciones. Freeland y Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá, son considerados los favoritos en la contienda. Otros nombres que circulan son Anita Anand (ministra de Transporte), Mélanie Joly (al frente de la cartera de Exteriores), Dominic LeBlanc (ministro de Finanzas) y François-Philippe Champagne (a cargo del Ministerio de Ciencia e Industria).

La tarea para el nuevo líder del partido está llena de desafíos. De acuerdo con una encuesta de Research Co. publicada este domingo, los conservadores gozan de una ventaja de 26 puntos porcentuales sobre los liberales. Dado el escenario casi inevitable de elecciones anticipadas, resultará sumamente complicado construir una candidatura con serias intenciones de victoria que borre la imagen de Trudeau de su agrupación tras casi una década en el poder.

Otra posibilidad es tratar de restarle el mayor número de votos a los conservadores para que solo puedan formar un Gobierno minoritario, aunque esto también dependerá del desempeño del Nuevo Partido Democrático y del Bloque Quebequés. Michael Ignatieff, uno de los intelectuales canadienses de mayor prestigio y líder de los liberales entre 2009 y 2011, escribió un mensaje en X tras el anuncio de Trudeau de este lunes. “No debería haber acabado así, pero la primavera llegará, la hierba crecerá y el Partido Liberal resurgirá”, señaló Ignatieff, aunque puede que dicho resurgimiento no sea cuestión de meses, sino de años.

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