El nuevo Gobierno de Siria desmantelará las facciones rebeldes y formará un ejército
Las distintas milicias que se unieron para derrocar al régimen de El Asad “serán desmanteladas” y sus combatientes, “entrenados para integrar las filas del Ministerio de Defensa”, según el líder de HTS
El nuevo Gobierno interino sirio avanza en la reconstrucción de las instituciones mientras se suceden los países y organismos internacionales que lo reconocen como interlocutor. La última medida ha sido anunciada por Ahmed al Shara, el líder de Hayat Tahrir El Sham (HTS), el principal grupo rebelde que derribó el régimen de Bachar el Asad en una ofensiva relámpago hace semana y media. Al Shara ―su nombre real, que ha empezado a usar tras emplear durante años el de Abu Mohamed Al Julani― ha adelantado en su canal de la red social Telegram que las distintas facciones rebeldes que se unieron para la ofensiva, lanzada desde la provincia de Idlib, en el noroeste, “serán desmanteladas” y sus combatientes, “entrenados para integrar las filas del Ministerio de Defensa”. “Todos quedarán sujetos a la ley”, ha agregado tras un encuentro con la minoría drusa.
“Debemos tener una mentalidad de Estado, no una mentalidad de oposición”, ha apuntado Al Shara, en pleno esfuerzo por espantar los temores de las comunidades que apoyaron a El Asad o que desconfían por su pasado como fundamentalista islámico que proviene de la rama siria de Al Qaeda. “Siria debe permanecer unida y debe haber un contrato social entre el Estado y todas las comunidades [étnicas o religiosas] para garantizar la justicia social”.
Al Shara ya había dicho que pondrá fin al reclutamiento militar obligatorio, una pesadilla de los sirios dentro del país y de los refugiados que se planteaban volver. Podía durar hasta 10 años y la posibilidad de librarse del alistamiento pasaba por pagar miles de dólares.
La seguridad es un tema clave. La policía en las calles consiste, básicamente, en los agentes de la que tenía el Gobierno de Salvación en Idlib (se puede ver en sus brazaletes y pantalones) o combatientes rebeldes que han asumido la función, controlando los accesos a los edificios oficiales o estableciendo puestos de control en las carreteras.
En las conversaciones aparece frecuentemente el tema de las armas. La incertidumbre sobre quién las cogió de cuarteles ―o directamente en las calles y carreteras, abandonadas por los soldados que huían o se rendían― en las primeras 48 horas tras la caída de un sistema dictatorial con medio siglo en vida.
Por eso, Al Shara ha insistido en que las autoridades se encargarán de desarmar a la población para que el ejército tenga el monopolio de su uso. Algunos vecinos en Damasco y alrededores cuentan que ya han recibido instrucciones al respecto. El éxito dependerá de que las minorías (aún con miedo, pese a las garantías claras de HTS) lo vean como una medida necesaria para evitar el caos y centralizar el poder, y no como una desprotección ante un futuro incierto.
El anuncio de la formación de un ejército tiene una dimensión legal, al facilitar los contactos diplomáticos y el levantamiento de las sanciones. HTS figura en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos y de la Unión Europea. De hecho, sobre el papel, Washington ofrece 10 millones de dólares por cualquier información sobre Al Shara.
Sin embargo, la realidad ya avanza en otra dirección. La nueva jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, ha asegurado este martes que la Unión reabrirá plenamente su delegación en Siria (sin embajador desde 2013) y que su jefe se reunirá en Damasco con los nuevos dirigentes. También EE UU y Alemania han efectuado contactos con las nuevas autoridades sirias; y las banderas de Francia, Turquía y Catar ondean ya de nuevo en las Embajadas en Damasco, que cerraron al principio de un conflicto, que acabó durando casi 14 años y dejando al menos medio millón de muertos y más de diez millones de desplazados y refugiados (la mitad de la población). La agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, ha calculado este martes que un millón de refugiados volverá a su país en los próximos seis meses y ha pedido a los Estados de acogida que no les presionen para hacerlo.
El mensaje del nuevo Gobierno es que la prioridad, ahora, es reconstruir un país arruinado y con una corrupción endémica tras la cruenta guerra civil. Al Shara ha admitido, por ejemplo, que no iniciará un enfrentamiento con Israel por la parte de zona desmilitarizada de Siria que ha aprovechado para ocupar ni por sus bombardeos diarios, pese a considerar que carece ya de excusa para efectuarlos, porque Irán y Hezbolá (que habían acudido a apoyar a El Asad al principio de la guerra) han huido del país con la caída del régimen.
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