Aumenta la presión para que los socialistas avalen al candidato a comisario de Meloni para levantar el bloqueo a Ribera
Los grupos allanan el camino para un acuerdo mientras que los populares europeos insisten en que socialdemócratas y liberales deben apoyar a Fitto y al designado por Orbán para desatascar la formación de la nueva Comisión Europea
Horas clave en la negociación para desbloquear la formación de la nueva Comisión Europea. Tras la presión de varios líderes europeos, que tienen pendientes de aprobación a sus comisarios, los grupos políticos se afanan para negociar un acuerdo que todos puedan vender como una victoria. El Partido Popular Europeo (PPE), que mantiene bloqueada la evaluación a la española Teresa Ribera, propuesta como número dos del Ejecutivo comunitario con una potente vicepresidencia verde, insiste en que los socialdemócratas aprueben a Raffaele Fitto, el candidato de la ultraderechista italiana Giorgia Meloni, y a Oliver Varhelyi, aliado del nacionalpopulista Viktor Orbán, aseguran fuentes populares. Los socialistas debaten ahora en reuniones internas si pueden aceptar lo que hasta ahora era una línea roja a cambio de que Ribera, el gran contrapeso socialdemócrata en una Comisión muy derechizada, salga adelante. Y, sobre todo, qué pueden obtener como contraprestación.
Los socialdemócratas quieren poner sobre la mesa una fórmula de acuerdo político de coalición por escrito con el PPE y los liberales —la plataforma original que pactó el reparto de altos cargos en la mesa de los líderes y posponer las votaciones de los comisarios para votarlas como un todo— que recoja un compromiso para avanzar en una serie de políticas comunes de corte europeísta durante esta legislatura. A los populares no les satisfacen los acuerdos escritos, pero los grupos siguen negociando una vía para tratar de desbloquear todo el puzle.
Ya se intentó llegar a un acuerdo escrito en julio, para tratar de apuntalar la mayoría que apoyó finalmente la segunda legislatura de presidenta de la Comisión Europea, la conservadora Ursula Von der Leyen, pero descabalgó por el rechazo de los populares, que tienen suficiente peso para poder elegir. Este grupo no quiere renunciar a la geometría variable y busca tener las manos libres para pactar también políticas con los ultraconservadores de la Eurocámara —fundamentalmente ECR, la familia política de Meloni y de Fitto—. El nuevo acuerdo que ahora se está barajando, y que daría una salida a los socialdemócratas para respaldar a Fitto obteniendo algo a cambio, es algo más vago que el del verano, que apuntaba a políticas comunes sociales y sobre inmigración.
Fuentes de varios grupos políticos confían en que el acuerdo que empieza a tomar forma este martes se remate el miércoles, cuando los presidentes de las formaciones políticas en la Eurocámara tienen una reunión en Bruselas a la que podrían asistir también Von der Leyen y la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola. Después, las comisiones parlamentarias podrían proceder a evaluar a los seis vicepresidentes pendientes (entre ellos, Ribera y Fitto) y al comisario húngaro.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, está negociando este asunto en Brasil, en los pasillos del G-20, con Von der Leyen, que también está teniendo conversaciones con otros líderes europeos, presentes o no en la cumbre, sobre todo con los del PPE. A populares europeos como el griego Kiriakos Mitsotakis o el polaco Donald Tusk —los primeros ministros que negociaron en nombre de la familia conservadora los acuerdos para los altos cargos este verano— también les interesa desbloquear la situación cuanto antes. Sobre todo a Tusk, que tiene un comisario con una potente cartera (Piotr Serafin, responsable de Presupuestos) pendiente de la votación final a todo el Colegio de Comisarios, prevista si todo va bien el 27 de noviembre en Estrasburgo. Parece que todas esas gestiones al más alto nivel están dando sus frutos.
El escenario actual, que pone el foco en la votación en paquete, se parece a la casilla de salida del pasado martes, cuando populares, socialdemócratas y liberales pactaron posponer las evaluaciones de los comisarios para poder hacerlas en bloque. Después, el PPE añadió una condición extra para acceder a evaluar a Ribera: que comparezca en el Congreso español (algo que está previsto para este miércoles, a petición propia de la ministra) para hablar sobre la gestión de la dana que ha asolado Valencia y que ha puesto contra las cuerdas a la Administración regional (del PP) y que la titular de Transición Ecológica se comprometa allí a dimitir si avanza contra ella un proceso judicial.
Esa condición se mantiene pero ha pasado a segundo lugar. Pierde así fuerza la posición del PP de Alberto Núñez Feijóo, que exige el bloqueo total de Ribera y que el presidente español, Pedro Sánchez, envíe a otro candidato. De hecho, los populares cada vez están más abiertos a levantar sus salvedades a la española. “Todo se puede solucionar si se levantan los vetos cruzados”, argumentan fuentes del PPE.
También los socialdemócratas abren la mano. La semana pasada, fuentes del Gobierno de Sánchez cerraban totalmente la puerta a que los eurodiputados socialdemócratas españoles votaran a Fitto. Insistían en que eso no forma parte del acuerdo de las grandes familias políticas europeas que se selló en julio, y que, por tanto, no les compromete. Pero ahora la puerta ya no parece tan cerrada, porque lo más relevante políticamente es lograr que Ribera sea vicepresidenta y arruinar así la estrategia de Feijóo de intentar arruinar la candidatura de la que se puede convertir en la política española con más poder en la Comisión Europea desde que España entró en la UE.
A la espera de la comparecencia de Sánchez, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, evitó en La Moncloa descartar el apoyo a Fitto. Pese a que hubo hasta cuatro preguntas directas, Alegría no quiso aclarar si los socialdemócratas españoles votarán a Fitto, porque la cuestión está en plena negociación. Pero el hecho de que no rechazara la idea implica que la puerta no está cerrada. Alegría insistió en una frase preparada: “Estamos trabajando para que se cumpla lo que se acordó entre las grandes familias el pasado julio”. Lo que no está claro, porque fue un acuerdo verbal, es si ese pacto incluía o no votar a Fitto, que fue incorporado después por Von der Leyen tras un acuerdo con Giorgia Meloni.
Sánchez parece no estar cerrado ya al voto a Fitto. Pero sí se considera más difícil que los socialdemócratas apoyen también al comisario húngaro, representante de un Gobierno aún más ultra que el italiano. Alegría cargó contra el PP. “No estaríamos en esto si el PP no estuviera intentando dinamitar ese pacto de julio. Son estrategias de vuelo bajo entre las familias de Europa. Quien tiene que dar explicaciones por su irresponsabilidad es Feijóo. Está proyectando su frustración y falta de liderazgo dentro y fuera de España. Lo que están haciendo es zarandear el corazón de Europa, la estabilidad de sus instituciones, algo que no había pasado nunca. Por favor, responsabilidad. Ribera es la mejor candidata. Seguimos trabajando en el gran acuerdo al que ya llegamos en julio las tres grandes familias europeas”, ha insistido la ministra, pero sin aclarar si ese pacto, en su interpretación, incluye a Fitto o no.
“No podemos tener un Ejecutivo comunitario sin comisario italiano y húngaro”, remarcan fuentes del PPE. “Si los socialdemócratas les avalan sale todo el paquete”, continúan las mismas fuentes. En el grupo que dirige el bávaro Manfred Weber argumentan que algunas voces de la familia política, los polacos, tampoco están demasiado satisfechos con el apoyo popular a Fitto, del mismo grupo en la Eurocámara —los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR)— que sus rivales polacos. Y lo mismo sucede con el húngaro Varhelyi. Su argumento es que los socialdemócratas y los liberales tienen que compartir la carga.
Cordón sanitario
Los socialdemócratas, que remarcan la importancia de mantener el cordón sanitario contra la ultraderecha que el PPE ya ha roto varias veces, argumentan que el italiano Fitto no formaba parte del acuerdo inicial entre las tres familias políticas —socialistas, populares y liberales— que, a nivel de líderes, cocinaron los acuerdos para los altos cargos de la UE. Sobre Varhelyi, designado por Von der Leyen como comisario de Salud y Bienestar animal, argumentan que un comisario de un Gobierno nacionalpopulista no puede llevar, aunque sea de manera colateral, temas que involucren, por ejemplo, la salud reproductiva de las mujeres.
Fuentes parlamentarias apuntan que la cuestión Varhelyi se podría resolver con una carta de la presidenta de la Comisión a la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, y a los presidentes de los grupos políticos, que precise cuáles son las atribuciones del húngaro.
Mientras las negociaciones se suceden, cada vez más voces advierten del riesgo que puede tener un bloqueo, así como del malestar general que está provocando que la pelea política nacional española —con el PP que busca el rechazo total a Ribera pase lo que pase— llegue con esta fuerza al terreno comunitario y que la polarización de fuerzas se haya asentado en la Eurocámara.
“Durante años esperábamos que las decisiones de la UE estuvieran animadas por el debate entre las fuerzas políticas, también para aumentar la conciencia de los ciudadanos sobre las grandes cuestiones en juego”, han dicho sobre el bloqueo los ex primeros ministros italianos Romano Prodi y Mario Monti. “Cuando se lleva a cabo con seriedad y rigor, la votación del Parlamento Europeo sobre los candidatos a comisarios son un componente esencial de este proceso democrático. Sin embargo, si se convierte en una forma de descargar cuentas entre partidos en Europa, tanto la política como Europa perderán credibilidad en este momento, con los enormes desafíos que la UE tiene que afrontar en este momento”, han asegurado Monti y Prodi en una nota en la que remarcan que confían en que tanto Fitto como Ribera, “candidatos cualificados”, salgan adelante.
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