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El ejército de Sudán gana terreno por primera vez desde el inicio de la guerra civil

Los militares arrebatan posiciones clave a los paramilitares, pero el recrudecimiento de los combates en una de las mayores hambrunas del mundo va acompañado de nuevas atrocidades y una mayor injerencia exterior

Sudán
Un miembro del ejército camina por una calle en la zona del Zoco, en Omdurman, Sudán, el 15 de junio.The Washington Post via Getty
Marc Español

Tras haber acumulado reveses durante un año y medio, el ejército de Sudán y grupos aliados se encuentran actualmente a la ofensiva por primera vez desde el estallido de la guerra civil y están redefiniendo el balance de fuerzas con las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido en varios frentes del país. Su empuje, sin embargo, ha recrudecido la violencia contra los civiles en medio de una grave crisis humanitaria y de injerencias extranjeras cada vez más manifiestas.

La ofensiva del ejército comenzó a finales de septiembre en el corazón de la capital tripartita del país, Jartum, y en la ciudad gemela de Bahri. Allí, los militares capturaron tres puentes clave en la que fue su primera incursión exitosa en la zona, mientras las tropas que estaban confinadas en bases asediadas durante meses por los paramilitares aprovecharon para romper el cerco enemigo e intentar unirse al resto de fuerzas gubernamentales. Desde entonces, el progreso del ejército en la capital se ha ralentizado en medio de encarnizados combates.

Desde el inicio de la guerra, en abril de 2023, los paramilitares han controlado casi todo Jartum y el ejército solo ha retenido allí algunas posiciones estratégicas como su cuartel general. Durante meses, el conflicto en la capital, formada por tres ciudades separadas por el río Nilo, permaneció estático, con ambos bandos atrincherados y recurriendo a ataques de artillería. En su anterior ofensiva en enero, el ejército recuperó la mayoría de Omdurman, la ciudad al oeste de Jartum.

Más allá de la capital, el ejército se encuentra a la ofensiva en otros frentes. A principios de octubre, los militares recuperaron la importante cadena montañosa de Sennar, que conecta los Estados del este del país con los del centro, que estaban aislados desde junio. Y esto les ha permitido expulsar a los paramilitares del sureste de Sudán y colocarse en mejor posición para avanzar en el Estado de Gezira, al sur de Jartum, cuya pérdida hace un año representó un duro golpe.

En el oeste de Sudán, las miradas siguen fijas en la ciudad de El Fasher, la capital de Darfur Norte y la única de los cinco Estados de la región que no controlan los paramilitares, a pesar de haber mantenido desde abril una amplia ofensiva. La fuerza conjunta de antiguos grupos rebeldes que la defiende, aliada del ejército, ha resistido el embate y, recientemente, ha ganado terreno atacando líneas de suministro de los paramilitares y zonas de la frontera con Chad.

“Todos los ataques de [los paramilitares] en El Fasher fueron abatidos. También murió la mayoría de sus jefes de campo, lo que tuvo un gran impacto moral entre sus filas. Además, la fuerza conjunta pudo cerrar la principal arteria que [les] abastece con suministros de Libia, Chad y Níger”, afirma a EL PAÍS el portavoz de la alianza, Ahmed Hussein Mustafa. “En el periodo anterior [adoptamos] un plan de defensa y pudimos mermar sus fuerzas”, desliza. “Ahora hemos desarrollado un plan de ataque y El Fasher va a ser el punto de partida”.

Una torre de radio detrás de las casas con agujeros de bala en Omdurman, el pasado 27 de agosto.
Una torre de radio detrás de las casas con agujeros de bala en Omdurman, el pasado 27 de agosto. Mudathir Hameed (dpa/picture alliance via Getty)

La intensificación de los combates ha ido acompañada de nuevas atrocidades. En Darfur, los paramilitares han incendiado este octubre al menos 14 pueblos habitados predominantemente por la minoría zaghawa, lo que eleva a al menos 84 el total de localidades de minorías étnicas quemadas desde el inicio de la guerra, según la Universidad de Yale. También han lanzado ataques de represalia en Gezira después de que uno de sus comandantes desertara al ejército.

El ejército, por su parte, ha expandido en plena ofensiva su campaña de bombardeos, algunos realizados indiscriminadamente en zonas civiles controladas por los paramilitares. El número de víctimas se desconoce, pero los muertos civiles se cuentan al menos por decenas, según los comités ciudadanos. Uno de los últimos bombardeos de este tipo se lanzó la tarde del lunes contra una mezquita de la capital de Gezira, Wad Madani, y mató a más de 30 personas, según otro comité civil local.

Injerencia extranjera

La agravación de los combates también está exponiendo cada vez más los apoyos exteriores de cada bando. Emiratos Árabes Unidos, el principal valedor de las Fuerzas de Apoyo Rápido y el arquitecto de sus líneas de suministro de material militar y combustible desde el exterior, ha seguido enviando armas a los paramilitares a través de Chad en los últimos meses pese a un embargo de la ONU, según una investigación reciente del Observatorio de Conflictos, en Estados Unidos.

Las fuerzas gubernamentales también afirmaron haber hallado armas y munición emiratí tras la batalla en las montañas de Sennar, en el sureste de Sudán. Y el Ministerio de Defensa de Emiratos anunció a finales de septiembre la muerte de cuatro efectivos en un accidente que no detalló, pero que ocurrió el mismo día que el ejército sudanés bombardeó el aeropuerto de la capital de Darfur Sur, Nyala, después de que un enigmático avión de carga hubiera dejado allí armas pesadas.

“[El ejército] ha logrado incomodar a los países que patrocinan la sublevación [de las Fuerzas de Apoyo Rápido] y pasar a los Emiratos Árabes Unidos de la categoría de observadores a la de implicados en la prolongación del conflicto; y lo ha acreditado con comunicados de prensa acompañados de evidencias y de pruebas”, señala a este medio un oficial del ejército sudanés.

Unos miembros de la milicia de Minni Arko Minnawi realizan ejercicios en un camión de recogida, en Gedaref, Sudán, el pasado 24 de junio.
Unos miembros de la milicia de Minni Arko Minnawi realizan ejercicios en un camión de recogida, en Gedaref, Sudán, el pasado 24 de junio.The Washington Post via Getty

La anterior investigación del Observatorio de Conflictos identificó, asimismo, al menos siete vuelos, probablemente con cargamento militar, entre Irán y Puerto Sudán, donde el ejército se ha establecido temporalmente, entre diciembre de 2023 y julio de 2024. Esto coincide con una mayor observación de armas iraníes, incluido algún dron, en Sudán, según han documentado Amnistía Internacional y otras ONG. Recientemente, las Fuerzas de Apoyo Rápido han acusado a Egipto de haber intervenido militarmente del lado del ejército regular sudanés. Pero no ha aportado evidencias y El Cairo lo ha negado.

La guerra y el bloqueo de ayuda por las partes beligerantes ha provocado una de las mayores crisis humanitarias del mundo. En julio se declaró una hambruna en un campo de desplazados de Darfur, Zamzam, donde Médicos Sin Fronteras ha interrumpido este octubre el tratamiento de 5.000 niños con desnutrición aguda por falta de suministros. En las montañas de Nuba, en el sur de Sudán, otra hambruna ha dejado más de 600 muertos, según las autoridades locales. Y en Darfur Sur, el Estado que alberga el mayor número de desplazados internos, casi un tercio de los niños menores de dos años sufren desnutrición aguda y el número de fallecimientos de mujeres embarazadas y parturientas ha alcanzado niveles sin precedentes, según un informe de MSF publicado este jueves.

Además, unas fuertes lluvias e inundaciones que vivió el país en verano han afectado a casi 600.000 personas, según datos de la ONU, y han abierto las puertas a brotes de enfermedades, como el cólera, que están superando las capacidades del colapsado sistema sanitario nacional. Hasta este lunes, el número de infecciones por cólera ascendía a más de 26.000, según cifras de las autoridades sanitarias locales, que han registrado ya más de 700 muertes.

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