_
_
_
_

El referéndum europeísta profundiza la división en Moldavia, candidata a entrar en la UE

Los primeros datos del escrutinio, no finalizado, arrojan un rechazo del electorado a incluir en la Constitución la adhesión a la Unión Europea

Varias mujeres depositan su voto en Chisináu (Moldavia), este domingo.
Varias mujeres depositan su voto en Chisináu (Moldavia), este domingo.Vadim Ghirda (AP)

Decía en la mañana de este domingo Maia Sandu, la presidenta de Moldavia, que el voto no es solo un “sello en un papel” sino la expresión de tu “destino”. El de los ciudadanos de este país (2,5 millones de habitantes) seguirá partido en dos, polarizado entre la posible adhesión a la Unión Europea, sobre la que se preguntaba en referéndum constitucional durante la jornada electoral y los cantos de sirena de Rusia ―formaciones prorrusas han hecho campaña por el boicot a la consulta―. Al cierre de los colegios, a las nueve de la noche (una hora menos en la España peninsular), la cifra de participación en el referéndum superaba ligeramente el 49% del censo electoral, una asistencia suficiente para validar la consulta, que requiere el voto de un tercio de los electores. No obstante, los primeros datos arrojan un fuerte varapalo a la opción europeísta. Este domingo, los moldavos estaban también llamados a elegir presidente, con Sandu, al frente del proeuropeo Partido de Acción y Solidaridad, como favorita. En estos comicios a la jefatura de Estado participaron el 51,55% de los que acudieron a votar, ocho puntos por encima de la primera vuelta de 2020.

Las encuestas de las últimas semanas hacían prever que el resultado del referéndum fuera favorable a la inclusión en la Constitución de la adhesión al club comunitario como pilar para el futuro de este país de Europa del Este. Las negociaciones con la UE están abiertas desde diciembre, pero las autoridades calculan que el proceso llegue a su última etapa en 2030, siempre y cuando Chisináu cumpla con las condiciones de Bruselas. Y si la presión de Moscú sobre la población no surte su efecto.

La presidenta en funciones y candidata presidencial de Moldavia, Maia Sandu, deposita su voto para las elecciones presidenciales y el referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea, en Chisináu, el 20 de octubre de 2024.
La presidenta en funciones y candidata presidencial de Moldavia, Maia Sandu, deposita su voto para las elecciones presidenciales y el referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea, en Chisináu, el 20 de octubre de 2024.Vladislav Culiomza (REUTERS)

“La voluntad del pueblo debe determinar su destino, y no el dinero sucio o las mentiras”, dijo Sandu, rodeada de una maraña de cámaras en torno a las once de la mañana de este domingo desde el centro educativo Licelul Teoretic Petru Rares, en la capital. Sin mencionarlo, la candidata a la reelección hacía referencia a la campaña de presión híbrida desplegada por Moscú a través de propaganda, desinformación y compra de votos. La organización Promo-LEX, observadora del proceso electoral, ha denunciado este domingo varios casos de grupos de electores que acudieron a las urnas bajo pago de una cantidad de dinero a cambio de su apoyo a algunos de los candidatos en liza.

Entre los aspirantes con opciones de competir con Sandu en el escrutinio están el ex fiscal general Alexander Stoianoglo, del Partido de los Socialistas; el líder populista Renato Usatii; e Irina Vlah, aspirante independiente y exgobernadora de Gagauzia. Estos tres han sido tachados en el pasado como pro-Moscú, aunque no han utilizado durante su campaña una narrativa favorable al Kremlin. Si ningún candidato obtiene más del 50% de los votos, como parecen indicar los primeros datos del escrutinio, habrá segunda vuelta el próximo 3 de noviembre.

La jornada electoral ha avanzado este domingo, frío y nublado, con unas cifras muy modestas de participación. Un goteo que ha mantenido en tensión a esos sectores de la sociedad que quieren acelerar el acercamiento hacia Bruselas. El mensaje de los que se han pronunciado ante los reporteros presentes en los colegios electorales ―el discurso prorruso es más escurridizo― es claro: más Europa. “Todos los problemas vienen de allí, de Moscú”, señalaba por la mañana André Moraru, de 48 años, tras depositar junto a su hijo su papeleta en el Licelul Teoretic Petru Rares. “Si la UE significa más economía, Rusia significa más desinformación”, proseguía este empleado de una empresa de alquiler de coches.

Manoli Victor, de 35 años, ingeniero, acompañado de su mujer, Alina, profesora de 32, ofrecía junto a las escalinatas del mismo centro una explicación sencilla a su particular adhesión a Europa: “Quiero mejores carreteras para mi país”. Una contestación práctica, pero muy en la línea de lo que Moldavia tiene por delante si continúa su apuesta por la UE. La mejora de las infraestructuras es uno de los apartados incluidos en el paquete de 1.800 millones de euros comprometido por Bruselas el día 10 bajo el nombre de Plan de Crecimiento. Preguntado por las maniobras del Kremlin, Victor, prudente, afirmó: “No está bien lo que están haciendo aquí”. Rusia tiene efecto en Moldavia y esta pareja es un fiel reflejo. Admiten que tras la invasión de la vecina Ucrania, en febrero de 2022, prepararon las cosas por si tenían que huir con sus tres hijos.

La batalla por el voto joven

Más de 1,5 millones de personas han acudido a votar este domingo, aunque no todas han depositado las dos papeletas, las de las presidenciales y de la consulta constitucional. Más de 230.000 moldavos, de acuerdo con los datos de participación preliminares, lo hicieron desde alguno de los puestos electorales del extranjero, donde residen otros 1,2 millones de nacionales. La antigua república soviética tiene que librar, como otras muchas democracias europeas, la batalla por atraer el voto joven: solo el 8% de los electores entre 18 y 25 años han ejercido el derecho al sufragio, según la Comisión Electoral Central.

Corina Raiu, de 40 años, se desplazó a primera hora de la tarde a su colegio electoral, una guardería en la pequeña localidad de Straseni, a las afueras de la capital. Mientras miraba cómo su hijo correteaba en el parque del centro educativo, Raiu explicó que quiere elegir el camino que va a tomar el país para niños como el suyo y que, por este motivo, votó “por libertad, estabilidad y futuro”. No hace falta indagar mucho para saber que esta trabajadora, dedicada a las finanzas en una empresa de comunicación, marcó la casilla del sí en la boleta del referéndum. Aclaraba, no obstante, que los intentos de interferencia rusa, denunciada por las autoridades y fuerzas de seguridad, no la afectan directamente: “No está en mi cabeza ni en la de mis amigos o entorno, pero quizá sí en la de mis padres”.

A diez pasos de Raiu, Elena Miron, de 72 años, acompañaba a su hija, Cristina, de 36, tras haber depositado el voto en familia. Con la risa que acompaña a los primeros rayos de sol de la tarde, la joven admitió que los de su generación están “más abiertos” a la UE que los mayores, que califica como “más manipulables”. “En cuanto les hablan de la pensión, por ejemplo, les afecta”. Tras asentir, su madre, a modo de confidencia, compartió algo con lo que aún muchos coinciden en Moldavia: “Todavía hay ciudadanos prorrusos, incluso en este pueblo, que quieren bloquear lo de Europa. Pero vamos a subir ese peldaño”. Para eso, el referéndum constitucional tendrá que obtener una mayoría de votos afirmativos. Con el escrutinio cerrado, será el Tribunal Constitucional el que verifique su validez para que pase automáticamente a la legislación moldava.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_