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Alarma en Ucrania por el rápido avance de Rusia en el frente de Donetsk

Arrecian las críticas contra Zelenski, que confía en que la ofensiva en la provincia rusa de Kursk termine por forzar al invasor a frenar su empuje, algo que por ahora no está ocurriendo

Guerra de Rusia en Ucrania
Dos soldados ucranios operan un dron en las inmediaciones de la ciudad de Pokrovsk, en la región de Donetsk, el pasado sábado.Serhii Nuzhnenko (REUTERS)
Cristian Segura

“No es necesario avanzar donde es posible, sino donde es necesario”. Valeri Zaluzhni, exjefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, repetía esta frase a su personal más cercano en los momentos de tensión que mantuvo con el presidente, Volodímir Zelenski. Lo explica su antigua asesora Liudmila Goldonovska en El general de hierro. Lecciones de humanidad, una biografía sobre Zaluzhni recién publicada. El libro ofrece ejemplos de operaciones militares que Zelenski exigió llevar a cabo y que el general habría preferido no seguir. Estas palabras resuenan hoy cuando las alarmas se han disparado en Ucrania por el rápido avance ruso en varios flancos de la provincia de Donetsk.

La ofensiva relámpago ucrania en la provincia rusa de Kursk, iniciada el 6 de agosto bajo las órdenes directas del presidente, aprovechó las débiles defensas del enemigo. Un objetivo de la operación era forzar a Rusia a transferir a Kursk sus regimientos en otros frentes. El resultado, de momento, no es el esperado.

Las tropas rusas están avanzando en tres sectores del frente de Donetsk: donde han destinado más recursos es en capturar la ciudad de Pokrovsk, enclave estratégico que ha servido de base de retaguardia logística en el sur de la provincia. Los rusos tienen la ciudad a tan solo ocho kilómetros. Hace dos meses, la distancia entre el municipio y los rusos era de 23 kilómetros. La evacuación de los civiles ha sido la prioridad en las dos últimas semanas.

El ejército ruso también tiene contra las cuerdas el municipio de Toretsk y ha empezado el asedio a Vugledar. Esta última localidad fue a principios de 2023 el escenario de una de las derrotas más humillantes de Moscú en esta guerra. El general ruso Rustam Muradov fue cesado tras tres meses de asaltos que terminaron en cientos de bajas humanas y en la pérdida de decenas de blindados. El invasor ha vuelto a probarlo, lanzando ataques para rodearla y aprovechando que unidades ucranias que la defendían han sido desplazadas a Pokrovsk.

La Agencia AFP calculó el lunes que la actual ofensiva rusa en Donetsk le había reportado la mayor ganancia de territorio desde finales de 2022, 477 kilómetros cuadrados. El presidente ruso, Vladímir Putin, sacó pecho de ello: “No habíamos visto un avance tan rápido en mucho tiempo. Las Fuerzas Armadas no avanzan 200-300 metros, sino que avanzan tomando kilómetros cuadrados”.

La clave es saber hasta cuándo los ejércitos rusos comandados por Valeri Guerásimov podrán mantener este ritmo. Zelenski subrayó el lunes que “la ofensiva en Kursk está cumpliendo los objetivos y evoluciona según lo planificado”. Sobre la aspiración de que Rusia redujera activos en Donetsk para detener la incursión ucrania en territorio ruso, el jefe de Estado ucranio transmitió dudas: “Sobre las dificultades en Pokrovsk y Toretsk, creemos que la operación en Kursk puede tener una influencia. Podría haber allí una reducción de fuerzas rusas. Pero por el momento, la situación es difícil”.

Una mujer abraza a sus familiares antes de subir a un tren de evacuación hacia el oeste de Ucrania, en Pokrovsk el pasado viernes.
Una mujer abraza a sus familiares antes de subir a un tren de evacuación hacia el oeste de Ucrania, en Pokrovsk el pasado viernes.RFE/RL/Serhii Nuzhnenko (REUTERS)

Michael Kofman y Rob Lee, dos de los más destacados analistas estadounidenses de la guerra en Ucrania, confirmaban en un breve ensayo publicado este martes en Foreign Affairs que la operación en Kursk “debilita el inestable frente ucranio”. Kofman y Lee recuerdan que con el nuevo frente que abrió Rusia al norte de Járkov en mayo, las defensas de Kiev ya estaban bajo mayor presión. Estos expertos consideran que el asalto a Kursk estuvo bien planificada, pero “hasta ahora no hay evidencia de que haya conseguido sacar fuerzas rusas de otros frentes”.

El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Oleksandr Sirski, estimó el 27 de agosto en 30.000 los soldados que Guerásimov ha destinado a Kursk, aunque admitió que no procedían de los sectores donde los rusos están apretando más. La mayoría de centros de estudios de esta guerra coinciden en que estos refuerzos rusos son unidades del ejército en la reserva, que no estaban implicados en la invasión. La esperanza de Sirski es conseguir evitar que estas incorporaciones se sumen a las ofensivas en la provincia de Donetsk. El problema es que para la incursión en Kursk se han destinado tropas y armamento ucranio que estaba siendo utilizado en la defensa de frentes como los de Donbás.

Kofman y Lee aseguran que la ley ucrania de movilización de reclutas aprobada en primavera ha duplicado el número de incorporaciones al ejército. Estas pueden ser determinantes en los próximos meses, pero no en verano.

La impaciencia en el bando ucranio está ya provocando una sucesión de críticas, sobre todo por parte de militares combatiendo en Donetsk. Tanto en medios de comunicación como en grupos de Telegram aparecen más voces lamentando que su situación ha quedado debilitada por el operativo en Kursk. Yurii Butusov, el editor de Censor Net, medio ucranio considerado próximo a Zaluzhni, fue muy crítico en una valoración hecha pública el 21 de agosto: “Teniendo en cuenta toda la importancia que tiene Sudzha [el principal municipio conquistado por el ejército ucranio en Rusia], desde un punto de vista militar, desde un punto de vista nacional, desde un punto de vista de los intereses de Estado de Ucrania, 50 Sudzhas no valen ni un Pokrovsk, ni Mirnograd ni un Selídove [localidades colindantes a Pokrovsk]. Y el enemigo está a punto de entrar en ellas”.

Críticas de Azov

Todavía más alarmantes son las declaraciones de Bogdan Krotevich, máximo comandante de la Brigada Azov, el lunes en The Times: “En Kursk están enviando artillería y brigadas solo para resistir en sus posiciones. Lo mejor que podrían hacer es minarlo todo, largarse de allí y venir para aquí [el frente de Donetsk]”. Ucrania ha tomado el control de cerca de 1.200 kilómetros cuadrados de territorio ruso, pero los progresos han sido mínimos en la última semana, e incluso por primera vez, los regimientos del Kremlin hicieron retroceder a los ucranios, en el municipio de Korenevo, un bastión que los hombres de Sirki querían tomar a toda costa para duplicar el territorio conquistado.

Pocos militares tienen la influencia de Krotevich en Ucrania. El líder de Azov publicó el pasado junio un comunicado en el que anunciaba que había denunciado ante los servicios secretos al teniente general Yuri Sodol, por entonces comandante de las Fuerzas Conjuntas del ejército ucranio. Krotevich lo acusaba de inepto, de haber causado más bajas ucranias que los rusos e incluso de posible colaboración con el enemigo. Zelenski cesó a Sodol en menos de 24 horas.

Kirilo Danilchenko, experto militar ucranio, afirmaba el lunes en el medio LB que los rusos se están incluso permitiendo avanzar hacia Pokrovsk sin grandes pérdidas humanas porque las brigadas ucranias en aquel sector están “exhaustas”. Danilchenko advertía que las defensas ucranias en Pokrovsk ya se vieron diezmadas en primavera, cuando parte de sus fuerzas fueron redestinadas a Vovchansk, al norte de Járkov.

Contra la superioridad aérea rusa es difícil plantar cara, proseguía Danilchenko, pero se mostraba esperanzado con que si se detuvo a los rusos en Vovchansk y en otros sectores, se puede conseguir en Pokrovsk: “El enemigo deberá ser detenido, a un precio muy alto. Los rusos necesitan resultados antes de invierno. Pero los rusos se encontrarán en una zona densamente edificada [es más difícil defender dentro de zona urbana], Pokrovsk no es Bajmut ni Chasiv Yar en cuestión de dimensiones”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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