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Lo que se sabe (y lo que no) del sabotaje del Nord Stream: la ‘bomba’ de la presunta autoría ucrania

Las últimas informaciones periodísticas, que apuntan al propio Zelenski, podrían tener consecuencias en la ayuda aliada a Kiev e impactarán en la convulsa política alemana

Guerra de Rusia en Ucrania
Fuga en el gasoducto Nord Stream frente a la costa de Suecia, el 30 de septiembre de 2022.Swedish Coast Guard (Anadolu Agency/Getty)
Elena G. Sevillano

El 26 de septiembre de 2022, las aguas del mar Báltico fueron testigo de un sabotaje de una magnitud que no se recordaba desde la II Guerra Mundial. El gasoducto Nord Stream, que transportaba gas natural directamente desde Rusia hasta Europa Occidental sin pasar por territorio ucranio, fue destruido con explosivos en una zona de intenso tráfico marítimo. Desde entonces, distintas revelaciones periodísticas han tratado de arrojar luz —algunas veces con conclusiones opuestas— sobre uno de los sucesos más impactantes que siguieron a la invasión a gran escala de Ucrania que Rusia emprendió en febrero de 2022.

¿Quién voló el Nord Stream, según la última investigación periodística?

La exclusiva publicada este jueves por The Wall Street Journal apunta a Ucrania y asegura que su presidente, Volodímir Zelenski, autorizó inicialmente la operación. Después, cuando la CIA se enteró y pidió cancelarla, intentó pararla y no pudo. La idea del sabotaje surgió una noche de mayo de 2022, seis meses antes de las explosiones, durante una cena regada de alcohol en la que un grupo de altos cargos militares y empresarios ucranios celebraban el éxito de su país a la hora de detener la invasión rusa, según el diario estadounidense. El plan fue ejecutado por un pequeño grupo de buceadores militares y civiles; financiado (con un coste aproximado de 273.000 euros) por los empresarios y supervisado por oficiales del ejército ucranio (entre ellos el coronel Roman Chervinski), según el testimonio de cuatro fuentes directas que participaron en la operación o tuvieron conocimiento directo de ella.

¿Qué hechos corroboran este relato?

Un día antes, el miércoles, tres medios alemanes habían publicado el primer gran avance en la investigación judicial de los hechos: la Fiscalía alemana emitió en junio pasado una orden de detención contra uno de los integrantes de ese equipo, un ciudadano ucranio que vivía en Polonia hasta su desaparición reciente; se cree que ha huido a Ucrania. La identidad de este hombre, un buzo profesional de nombre Volodímir Z., se da por confirmada, así como la de otros dos sospechosos, una pareja de ucranios que regenta una escuela de buceo. Las autoridades polacas han confirmado que recibieron la petición alemana.

¿Qué se sabe sobre cómo se organizó el atentado?

El mutismo de las autoridades alemanas ―el único país que sigue investigando los hechos después de que Dinamarca y Suecia abandonaran las pesquisas a principios de este año― es total, pero varias investigaciones periodísticas han desvelado detalles de la investigación. Para el sabotaje se creó un equipo de seis personas con conocimientos de buceo, incluida una mujer, que facilitaba la tapadera de que se trataba de un grupo de amigos navegando por el Báltico. Zarparon de Rostock, en la costa norte de Alemania, en el velero Andrómeda, alquilado a través de una agencia de viajes polaca y usando pasaportes falsos. La investigación ha permitido reconstruir la ruta aproximada y las paradas. Devolvieron el barco con prisas y no lo limpiaron a conciencia, lo que permitió a la policía alemana encontrar restos de explosivo y muestras de ADN.

¿Por qué inicialmente la mayoría de los expertos apuntó a Rusia?

En primer lugar, porque el atentado encaja en la llamada guerra híbrida que despliega Rusia contra Occidente mediante sabotajes, desinformación y confusión. Debido a la profundidad del gasoducto, que descansa en el lecho marino a más de 70 metros bajo la superficie, los expertos tampoco creían factible que la operación pudiera llevarse a cabo sin el respaldo de un Estado, es decir, sin sofisticados medios militares o de una agencia de inteligencia.

Con el tiempo se ha demostrado que la cantidad de explosivo necesaria no era tan elevada como se pensaba al principio y se ha probado que submarinistas civiles con experiencia en aguas profundas pueden acceder a la zona. Un consorcio de medios alemanes alquiló un barco y un equipo de buzos, que reconstruyeron la escena de los hechos para un premiado documental (Tatort Ostsee; Escena del crimen Mar Báltico).

¿Llegará a saberse fechacientemente qué ocurrió?

Probablemente, no. La investigación judicial y policial está muy limitada. El único sospechoso para el que la Fiscalía alemana ha emitido una orden de detención se ha evaporado y Ucrania no extradita a sus nacionales. Polonia no ejecutó la orden en los 60 días que prevé la normativa europea. Según fuentes citadas por medios alemanes, “parece que Varsovia nunca estuvo realmente interesada en resolver el caso”. El diario Süddeutsche Zeitung ha revelado que las grabaciones del puerto de la ciudad polaca de Kolobrzeg, donde los saboteadores atracaron con el Andrómeda del 19 al 20 de septiembre, ya se habían borrado cuando las pidieron los investigadores alemanes.

¿Está excluida una operación de falsa bandera?

No, y sigue habiendo medios que insisten en que esa teoría (una operación realizada con la intención de acusar de la autoría a un tercero) sigue siendo válida, aunque las últimas noticias la hacen menos plausible. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha negado repetidamente que tuviera conocimiento de la operación o la autorizara. Los primeros indicios de una presunta autoría ucrania se publicaron en marzo de 2023, basándose en la nacionalidad de los submarinistas.

¿Qué consecuencias tiene la exclusiva para la ayuda a Ucrania?

Si se demuestra que Kiev ordenó volar el gasoducto, podría cuestionarse el futuro del apoyo europeo a Ucrania, tanto militar como financiero. Especialmente en el caso de Alemania, ya que la infraestructura era suya y es el socio continental que más aporta al esfuerzo de defensa ucranio. Berlín sigue apoyando a Ucrania contra la potencia agresora y asegura que nada ha cambiado. Geert Wilders, el líder ultra neerlandés cuyo Partido por la Libertad (PVV) encabeza el nuevo Ejecutivo de Países Bajos, ha remitido tres preguntas al Parlamento planteando la posibilidad de revisar la ayuda prestada a Kiev si se confirma que estaba detrás del sabotaje.

¿Cómo impactará en las próximas elecciones regionales alemanas?

Las noticias que aseguran que el propio Zelenski autorizó inicialmente la operación sin duda protagonizarán las campañas electorales en las tres regiones de la antigua Alemania Oriental (Sajonia, Turingia y Brandeburgo) que celebran elecciones en septiembre. La exclusiva del WSJ favorece al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y a la formación de la populista de izquierdas Sahra Wagenknecht, que rechazan las entregas de armas a Ucrania y abogan por abandonar las sanciones a Rusia. AfD ha llegado a pedir la reconstrucción del Nord Stream y volver a importar gas ruso. AfD lidera las encuestas en las tres regiones.

¿Podría volver a funcionar el Nord Stream?

Las canalizaciones del gasoducto, a unos 70 metros de profundidad, recorrían una ruta de 1.200 kilómetros atravesando aguas territoriales de cinco países: Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. El Nord Stream 1 había sido inaugurado en 2011 por la entonces canciller alemana, Angela Merkel. El Nord Stream 2 era el gasoducto más reciente y más caudaloso. Su construcción concluyó en 2021 y no había llegado a entrar en funcionamiento: Berlín lo paralizó pocos días antes de que Rusia lanzara la invasión de Ucrania. Una de las líneas del Nord Stream 2 —cada gasoducto consta de dos tuberías paralelas— está intacta y teóricamente podría volver a bombear gas.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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