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Alemania emite una orden de detención contra un ucranio por el sabotaje del gasoducto NordStream

Los investigadores apuntan además a otros dos ucranios como sospechosos de formar parte del equipo de buzos que colocaron explosivos en el conducto de gas entre Rusia y Alemania

Danish Defence Command
Imagen del 27 de septiembre de 2022 de la fuga de metano provocada por las explosiones en los conductos del NordStream tomada desde un F-16 danés.HANDOUT (AFP)
Elena G. Sevillano

Alemania ha pedido a Polonia que detenga a un instructor de buceo ucranio que supuestamente formó parte del equipo que hizo estallar el gasoducto NordStream hace casi dos años, según publican tres medios alemanes. Las últimas investigaciones apuntan a la autoría ucrania del sabotaje, que consistió en varias explosiones submarinas el 26 de septiembre de 2022, siete meses después de la invasión a gran escala de Ucrania decretada por Vladímir Putin, que reventaron el conducto que transportaba gas entre Rusia y Alemania.

Berlín emitió en junio pasado una orden de detención contra un ciudadano ucranio, identificado como Volodímir Z., residente en Polonia. Los investigadores también consideran sospechosos a otros dos ciudadanos de Ucrania, Yevhen U. y su esposa Svitlana U., propietarios de una escuela de buceo, que se cree que participaron en los ataques como parte del equipo de buzos que colocaron los explosivos en las tuberías, según ha desvelado una investigación conjunta de la televisión pública ARD, el periódico Süddeutsche Zeitung y el semanario Die Zeit.

Las autoridades alemanas han sido muy cautelosas y apenas han desvelado detalles acerca de la investigación sobre el atentado, pero las últimas informaciones periodísticas apuntan a un grupo proucranio. Un portavoz del Ejecutivo de Olaf Scholz ha asegurado este miércoles que “investigar el sabotaje del NordStream es una prioridad absoluta para el Gobierno alemán” y ha subrayado que las pesquisas “no cambian” el hecho de que “Rusia esté librando una guerra de agresión contra Ucrania en violación del derecho internacional”.

La responsabilidad del ataque contra el gasoducto a gran profundidad en el lecho marino del mar Báltico es uno de los grandes interrogantes del primer año de guerra en Ucrania. Rusia, la potencia a la que apuntaron las primeras pistas, siempre ha negado la autoría.

El ataque al NordStream 2 ―un gasoducto muy criticado por Estados Unidos y Polonia, entre otros, porque aumentaba la dependencia del gas de Moscú― sorprendió a todo el mundo por su espectacularidad. Sus autores colocaron cargas explosivas de gran potencia en el fondo del mar Báltico y las hicieron detonar sin ser detectados en una zona de intenso tráfico marítimo. Los expertos no recuerdan un sabotaje de esa magnitud desde la II Guerra Mundial.

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Las canalizaciones instaladas en el fondo marino, a unos 70 metros de profundidad, recorrían una ruta de 1.200 kilómetros atravesando aguas territoriales de cinco países: Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. El NordStream 2 era el gasoducto más reciente (el NordStream 1 lo inauguró en 2011 la entonces canciller alemana, Angela Merkel). Su construcción concluyó en 2021 y no había llegado a entrar en funcionamiento: Berlín lo paralizó cuando Rusia invadió Ucrania.

Mutismo

El mutismo de los países que tienen o tuvieron en marcha investigaciones es casi absoluto. Los gobiernos de Alemania, Dinamarca y Suecia se limitaban a asegurar que seguían trabajando, que las pesquisas estaban en manos de organismos independientes y que harían públicas las conclusiones cuando llegaran a ellas. Suecia y Dinamarca dejaron de investigar a principios de este año. Mientras tanto, meses sin datos oficiales ha ido alimentando las hipótesis y las teorías de la conspiración, como la del conocido periodista estadounidense Seymour Hersh, que responsabilizó de lo ocurrido a Estados Unidos con la colaboración de Noruega.

Los medios alemanes son los que han publicado más detalles sobre los presuntos autores materiales y la operativa. Se sabe que un grupo de seis personas —cinco hombres y una mujer— zarpó del puerto de Rostock, en el noroeste de Alemania, el 6 de septiembre de 2022 en un velero llamado Andrómeda. El equipo para llevar a cabo la voladura de los gasoductos había llegado previamente al puerto en un camión. Al día siguiente el barco estaba localizado en Wieck, cerca de Rostock, y más tarde en la pequeña isla danesa de Christianso, al noreste de la de Bornholm.

El equipo lo formaban un capitán, dos buzos, dos ayudantes de buceo y una médica, y al principio no estaba clara su nacionalidad, porque emplearon pasaportes falsos búlgaros para alquilar el yate. Según las nuevas informaciones, se ha aclarado el origen de los participantes, que devolvieron la embarcación sin limpiar, lo que permitió encontrar restos de explosivos en una mesa. También jugó un papel destacado una furgoneta blanca que apareció el 8 de septiembre de 2022 en la isla de Rügen, en el norte de Alemania, donde también hizo escala el Andrómeda. El conductor transportó a varios ucranios e identificó en una fotografía al ahora sospechoso, de 44 años, como uno de los pasajeros.

La Fiscalía General alemana y la Oficina Federal de Policía Criminal (BKA) mantienen el caso abierto y siguen con las diligencias. Ninguna de las dos instancias ha querido comentar la noticia. La emisión de la orden de detención contra el sospechoso ucranio fue enviada en junio a las autoridades polacas, que no la hicieron efectiva en el plazo de 60 días que prevé la normativa europea. La última residencia conocida de Volodímir Z. se encuentra en una localidad al oeste de Varsovia, pero al parecer ya ha pasado a la clandestinidad, según confirmaron varias fuentes a los medios alemanes, lo que significa que se ha perdido una de las pocas posibilidades de atrapar a uno de los posibles autores materiales.

Los medios autores de la exclusiva se preguntan por qué Polonia no parece haber hecho ningún esfuerzo por atender la solicitud alemana. “Parece que Varsovia nunca estuvo realmente interesada en resolver el caso”, asegura el Süddeutsche Zeitung, que cita a los investigadores diciendo que las autoridades polacas “se mostraron poco cooperativas desde el principio”. El diario subraya también el hecho de que las grabaciones del puerto de la ciudad polaca de Kolobrzeg, donde los saboteadores atracaron con el Andrómeda del 19 al 20 de septiembre, ya se habían borrado cuando las pidieron los investigadores alemanes.

La investigación periodística señala que aún no está claro hasta qué punto los organismos gubernamentales ucranios pudieron haber participado en la preparación y ejecución del sabotaje. En el caso del hombre que ahora está en busca y captura y de los otros dos sospechosos, la investigación no ha revelado vínculos directos con el ejército o los servicios secretos. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha negado la implicación de su Gobierno en los atentados. El jefe del servicio de inteligencia ucranio, Kirilo Budanov, también lo niega: “Estoy más que seguro de que ninguno de los funcionarios de Ucrania pudo tener nada que ver con esto”, declaró a la televisión pública alemana ARD hace unos meses.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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