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El sabotaje a los gasoductos Nord Stream: un acto de guerra híbrida con la colaboración de un actor estatal

La investigación se demorará semanas y podría no llegar a ser concluyente, avisan los expertos, mientras todo tipo de teorías inundan las redes sociales

Elena G. Sevillano
Imagen aérea del Ejército danés de una de las fugas causadas por al menos dos explosiones el lunes.
Imagen aérea del Ejército danés de una de las fugas causadas por al menos dos explosiones el lunes.HANDOUT (AFP)

La Unión Europea y la OTAN han prometido una “respuesta contundente” al sabotaje de los gasoductos rusos Nord Stream 1 y 2 en el mar Báltico. Pero, ¿contra quién? De momento, ninguna organización culpa abiertamente a ningún actor de las explosiones en las tuberías, que han causado un desastre medioambiental y expuesto la vulnerabilidad de las infraestructuras claves europeas. Pero una cosa es lo que dicen (y no dicen) y otra lo que sospechan. Los expertos creen que un ataque de esta complejidad solo ha podido llevarse a cabo de la mano de un “actor estatal”, es decir, contando con los medios y la inteligencia de un ejército o una agencia de inteligencia. Y a la hora de señalar a algún país como autor más probable de los sabotajes, todo apunta a Rusia.

Analistas especializados y fuentes europeas y de la Alianza coinciden en que podría tratarse del inicio de una nueva fase en el conflicto que mantiene Rusia con Occidente desde la invasión de Ucrania. De una guerra puramente económica, Moscú habría pasado a una guerra híbrida, con ataques a infraestructuras físicas que pretenden desestabilizar y provocar caos, incertidumbre y, quizá, la desunión de sus enemigos. El jefe de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, ha afirmado este jueves que es “muy obvio” quién está detrás de las fugas, pero no llegó a mencionar a Rusia.

Mientras comienza la investigación sobre la autoría, que puede demorarse semanas porque el gas sigue escapándose por los agujeros de las tuberías y ni siquiera se ha podido bajar a comprobar en qué estado están, el ataque empieza a tener efecto por el lado de la confusión. Se están difundiendo todo tipo de teorías en redes sociales, sin pruebas que las sustenten. Algunas alimentadas incluso por eurodiputados. El exministro polaco Radek Sikorski publicó en su Twitter una foto de la fuga en la superficie del mar con el texto “Gracias, EE UU”. La ha borrado, pero estuvo horas en su perfil y enseguida fue citada y amplificada por cuentas rusas, empezando por la portavoz de Exteriores del Gobierno de Vladímir Putin, María Zajárova.

Redes sociales

Ese tuit fue compartido por quienes creen que el sabotaje lo ha orquestado Washington, la OTAN, Ucrania o cualquiera que no sea el Kremlin. Quienes difunden esta hipótesis esgrimen también un vídeo en el que el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguraba en febrero, poco antes de que empezara la invasión, que Estados Unidos pondría fin al Nord Stream 2 si Rusia atacaba a Ucrania.

Los expertos advierten de que quizá nunca se pueda atribuir el ataque con pruebas concluyentes, y el atacante nunca lo reconocerá porque su intención es sembrar la mayor confusión posible. “Es precisamente una de las características de la guerra híbrida”, explica Carsten Rasmussen, general de brigada danés y ex agregado militar en Moscú: “Cometer acciones que sea plausible negar”. Rasmussen tampoco asegura que el culpable sea Rusia porque “no hay pruebas”, señala en conversación telefónica con EL PAÍS, pero en función de su experiencia ve “una acción clarísima de guerra híbrida cuyos efectos apuntan directamente al culpable”.

Uno de esos efectos es generar en Europa el temor a que el suministro energético no sea suficiente este invierno. “Aunque es un temor irracional”, asegura, porque ninguno de los dos gasoductos estaba bombeando gas y los países más dependientes del gas ruso, como Alemania, tienen los depósitos llenos y suministro alternativo para superar los meses fríos. El ataque también busca desestabilizar políticamente, añade, y eso lo estaría consiguiendo culpando a terceros y dando pábulo a otras teorías. El momento no es casual, apunta Rasmussen. Coincide con los falsos referendos para preparar la anexión de territorio ucranio. “Quienquiera que ideara esto ha conseguido distraer la atención de lo que sucede allí con un sabotaje de un alcance que no se veía desde la II Guerra Mundial”, señala.

Como no se puede acceder a las tuberías, la información disponible es aún escasa, pero la magnitud de las explosiones y la cantidad de gas que está saliendo indican que no se trata de fisuras, sino de grandes agujeros. Las canalizaciones discurren por el lecho marino, a unos 70 metros de profundidad, en una ruta de 1.200 kilómetros que atraviesa aguas territoriales de cinco países: Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania. La tubería del Nord Stream 2 mide 1,1 metros de diámetro y el grosor de sus paredes es de 4,1 centímetros.

Fuentes de la inteligencia alemana citadas por Der Spiegel creen que se emplearon explosivos de gran potencia, comparables a 500 kilos de TNT. Este jueves, Suecia y Dinamarca ofrecieron nuevos datos sobre el sabotaje que lo corroboran: según una carta de los dos países al Consejo de Seguridad de la ONU, las fugas fueron causadas por detonaciones equivalentes a “cientos de kilos de explosivos”.

Una de las teorías que se manejan es que varios buzos pudieron colocar las cargas explosivas en los dos tubos del Nord Stream 1, que empezó a operar en 2011, y en uno de los dos del Nord Stream 2, el nuevo gasoducto que Berlín paralizó pocos días antes de la invasión rusa de Ucrania. Pudieron emplearse también minisubmarinos o el equipamiento (pequeños robots) con el que normalmente se hace el mantenimiento de los gasoductos. En cualquier caso, expertos como Julian Pawlak, analista del Instituto Alemán de Defensa y Estudios Estratégicos (GIDS), tienen claro que “un ataque de este tipo no está al alcance de actores no estatales”.

Las autoridades examinan ahora imágenes de satélite en busca de embarcaciones sospechosas en la zona, pero Pawlak señala al teléfono que los explosivos pudieron colocarse días, meses e incluso años antes. No se puede descartar que estuvieran allí desde la construcción del Nord Stream 2, que terminó en 2021, por ejemplo. El sabotaje demuestra que por muy vigilado que tenga la OTAN el mar Báltico, con constantes patrullas de los países ribereños, es imposible monitorizarlo entero las 24 horas. Que no se hayan detectado embarcaciones militares sospechosas tampoco quiere decir nada, apunta. La operación se podría haber dirigido desde un barco comercial.

Capacidad para atacar

Como Rasmussen, Pawlak cree que la hipótesis rusa es sin duda la más plausible. “Se trata de mostrar a Occidente lo que son capaces de hacer. El sabotaje no ha tenido consecuencia directa para la seguridad energética, pero lanza el mensaje de que tienen capacidad para atacar otra infraestructura crítica”, señala. Sería una señal dirigida a Europa, especialmente a Alemania y a Polonia, de que podría hacer lo mismo con los gasoductos que son mucho más importantes para la seguridad energética del continente: los que transportan el gas de Noruega.

Una de las líneas del Nord Stream 2 —cada gasoducto consta de dos tuberías paralelas— está intacta, según ha apuntado el operador, la empresa Nord Stream AG, con sede en Suiza. Teóricamente, podría volver a bombear gas. Tiene una capacidad anual de 27.500 millones de metros cúbicos. Distintos analistas apuntan a que Rusia podría haberse guardado esa carta en la manga para aumentar la presión sobre Alemania y jugarla si el malestar interno en el país aumenta por los disparados precios de la energía. La presión, según esta hipótesis, podría obligar a Berlín a aceptar de nuevo el gas ruso.

Con el ataque, explica Johannes Peters, experto del Instituto de Políticas de Seguridad de Kiel (ISPK), Moscú estaría mandando el mensaje: “No os confiéis en que estáis preparados para pasar un invierno agradable y en que podéis compensar nuestro gas”, sostuvo en la televisión pública, donde descartó la tesis de un ataque de Estados Unidos para, supuestamente, impedir para siempre que Alemania volviera al gas ruso.

El sabotaje se produjo el mismo día que se inauguraba un nuevo conducto entre Noruega y Polonia, el Baltic Pipe, algo que los analistas no creen que sea casual. Noruega es ahora el principal suministrador de gas natural de Alemania, después de que Rusia cerrara el grifo del Nord Stream 1 a principios de mes en represalia por las sanciones europeas. El canciller alemán, Olaf Scholz, asegura que el país está preparado para aguantar la temporada de frío gracias a las reservas acumuladas, que ya superan el 90%.

En Alemania tampoco se atreven todavía a nombrar un culpable. El servicio secreto exterior alemán, el BND, está participando en la investigación junto con Dinamarca y Suecia, en cuyas aguas se produjeron los ataques.

Bruselas quiere pruebas de resistencia de la infraestructura energética europea

S. AYUSO

La comisaria europea de Energía, Kadri Simson, ha dicho este viernes que quiere que los Veintisiete sometan “lo antes posible” a pruebas de resistencia su infraestructura energética. Además, ha prometido el “apoyo” de Bruselas para que los Estados “aumenten su prevención y preparación”, así como “su capacidad para reparar infraestructuras críticas en caso de un ataque”.

La responsable europea de energía se ha felicitado también de la próxima entrada en vigor de una actualización de las reglas europeas de resiliencia de la denominada “infraestructura crítica”, con lo que espera contar en breve con una “legislación mejor y más ambiciosa”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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