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La ONU denuncia que la hambruna amenaza a Gaza pese al incremento de la ayuda en abril

Israel no ha autorizado a ningún convoy de la agencia para los refugiados palestinos (UNRWA) a cruzar al norte de la Franja, la zona más necesitada, según el comisionado general

Guerra entre Israel y Gaza
Unos niños palestinos hacen cola en un punto de reparto de agua potable en Rafah (Gaza), este martes.Anadolu (Anadolu via Getty Images)
Luis de Vega

La agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) considera una “buena noticia” que durante abril haya llegado a Gaza más ayuda humanitaria que en los anteriores meses de la presente guerra. Pese a todo, el organismo denuncia que ese incremento no es suficiente para corregir la tendencia que conduce a la población local hacia la hambruna, según ha explicado este martes el comisionado general, Philippe Lazzarini, durante una comparecencia ante los medios desde Ginebra (Suiza). Los problemas financieros y las acusaciones de Israel de colaborar con Hamás, que motivaron la retirada de la financiación de varios países, golpean a la agencia en plena guerra, pero Lazzarini destaca como positivo que haya países como Irak, Argelia o Kuwait que, impulsados por la “solidaridad” con los palestinos, se hayan convertido en donantes por vez primera. Además, el organismo ha recibido 115 millones de dólares (unos 107 millones de euros) de donaciones del sector privado. Muchos de los donantes que a principios de año se retiraron han regresado, como España, pero hay todavía un agujero de 267 millones de dólares, reconoce el máximo responsable de la UNRWA.

La realidad de la contienda sobre el terreno impide a Lazzarini mostrarse demasiado optimista. Las tropas de ocupación israelí no han permitido a un solo convoy de la UNRWA llegar con ayuda desde el sur del enclave hasta el norte, donde la situación es más acuciante. “Se les deniega el paso de manera sistemática”, ha denunciado Lazzarini. Lo que sí hace su personal en esa zona es ayudar a distribuir el agua y los alimentos que llegan a través de otros envíos.

En este sentido, los responsables de la agencia están a la espera de que las autoridades del Estado judío abran en esa zona septentrional el paso fronterizo de Erez, el más directo desde el puerto israelí de Ashkelon, cuya entrada en funcionamiento se anunció hace un mes. El comisionado general insiste en que la vía terrestre es la más “eficiente, rápida y segura” para abastecer a Gaza frente a los lanzamientos de ayuda desde el aire o el pantalán que Estados Unidos está construyendo en la costa para descargar los buques que llegan desde el corredor marítimo procedente de Chipre. Esa infraestructura podrá estar disponible en una semana, dijo este martes el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.

Invasión de Rafah “con o sin acuerdo”

Si bien en el norte el hambre golpea más que en el sur, es en la zona meridional donde la incertidumbre está más abierta ante una posible invasión terrestre del ejército israelí. “Entraremos en Rafah y eliminaremos a los batallones de Hamás allí, con o sin acuerdo”, ha señalado este martes el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras reunirse con algunos familiares de los rehenes que siguen cautivos en la Franja. El dirigente bajaba así las expectativas sembradas tras los últimos contactos, que apuntaban a que Israel iba a priorizar el acuerdo de alto el fuego y la liberación de los cautivos a esa operación en Rafah.

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“Por el bien de la población de Gaza, por el bien de los rehenes y sus familias en Israel, y por el bien de la región y del mundo en general, animo encarecidamente al Gobierno de Israel y a los dirigentes de Hamás a que lleguen ahora a un acuerdo” en las negociaciones de alto el fuego y canje de rehenes y prisioneros palestinos, “que vuelven a estar en marcha”, ha reclamado este martes durante una comparecencia el secretario general de la ONU, António Guterres, informa María Antonia Sánchez-Vallejo.

En Rafah se refugian, aprisionados con la frontera egipcia y a la espera de esa posible orden militar, en torno a 1,5 millones de personas, la inmensa mayoría de la población de la Franja. Esa situación les golpea de manera cotidiana, ha afirmado Lazzarini, con casos de estrés traumático continuo. Pese al plan israelí para evacuarlos, todavía no se ha pedido a la gente que se vaya, pero “existe la sensación de que si no hay un acuerdo de alto el fuego esta semana, podría suceder en cualquier momento”.

Sin un alto el fuego, ha subrayado Guterres, “me temo que la guerra, con todas sus consecuencias tanto en Gaza como en toda la región, empeorará exponencialmente. En las últimas semanas se han producido ataques aéreos en la zona de Rafah”. Un asalto militar a Rafah como el que planea desde hace semanas el ejército israelí “supondría una escalada insoportable, que mataría a miles de civiles más y obligaría a huir a cientos de miles y tendría un impacto devastador en los palestinos de Gaza, con graves repercusiones en la Cisjordania ocupada y en toda la región”.

Las acusaciones israelíes

Solo cuatro países, según Lazzarini, mantienen cerrado el grifo de sus donaciones a la UNRWA tras las acusaciones sin pruebas lanzadas por Israel por la posible participación de sus empleados en los ataques del pasado 7 de octubre. Pero entre ellos, además del Reino Unido, Austria y Suiza, se encuentra el principal pilar financiero de la agencia, que es Estados Unidos, cuyo bloqueo ha firmado la Administración del presidente Joe Biden, al menos, hasta marzo de 2025. La suspensión en enero de la financiación por parte de 16 Estados miembros ascendió a unos 450 millones de dólares, de los que todavía hoy están pendientes de recuperar 267. Más de la mitad, en torno a 180, son los aportados por los estadounidenses.

Lazzarini ha vuelto a defender el papel de la UNRWA ante las acusaciones de Israel de que no hace lo suficiente para facilitar el reparto de alimentos entre los gazatíes. El responsable de la agencia ha denunciado las cortapisas que suponen los controles, la obligación de cargar y descargar los camiones o los retrasos que se producen cuando los militares israelíes cierran el paso de Kerem Shalom para llevarse o devolver detenidos de la Franja.

Israel afronta graves acusaciones sobre el trato que está dispensando a los arrestados en Gaza. Al menos 27 habrían muerto ya en centros de detención durante la contienda, según informó hace dos meses el diario Haaretz. Más de un millar, algunos empleados de la propia UNRWA, han sido devueltos a la Franja a través de Kerem Shalom, el mismo paso por el que entran parte de los camiones con ayuda, y han prestado testimonio a la agencia de la ONU.

Según Lazzarini, los desnudan, los cargan en camiones con los ojos tapados, los someten a un trato inhumano mientras permanecen incomunicados y sufren torturas como ataques con perros, golpes o les sumergen la cabeza en agua para simular que van a ser ahogados. Además, como no les permiten el acceso al baño, les colocan pañales, ha añadido. A los empleados de la agencia se les presionaba para que reconocieran filiaciones políticas que comprometieran el buen nombre del organismo, ha añadido su máximo responsable. Uno de esos detenidos por Israel, un periodista que estuvo más de un mes en un centro de detención, ofreció un relato similar a EL PAÍS.

Durante esta guerra han muerto 182 trabajadores de la UNRWA en Gaza y han sido atacadas 160 sedes de la agencia, donde han muerto otras 400 personas, según datos de Lazzarini. Cree que, más allá de esos ataques, el objetivo de la campaña de Israel contra la agencia es despojar a los palestinos de su estatus de refugiado. La UNRWA presta asistencia desde hace 75 años en Palestina (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este) y Jordania, Líbano y Siria. El comisionado general ha insistido en que Israel sigue sin presentar pruebas concluyentes de la participación de algunos de los 13.000 trabajadores de la agencia en Gaza en el ataque del 7 de octubre o de su pertenencia a los brazos armados de Hamás o la Yihad Islámica.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.
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