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“El puerto es el corazón de la ciudad”: el derribo del puente de Baltimore pone en jaque su economía

El bloqueo de la navegación añade un nuevo obstáculo a una cadena de suministros ya afectada por los problemas del mar Rojo y del canal de Panamá

Baltimore bridge
Vista del carguero 'Dali', que chocó contra el puente Francis Scott Key provocando su derrumbe en Baltimore.Nathan Howard (REUTERS)
Miguel Jiménez

El puente Francis Scott Key era una presencia icónica de la bahía de Baltimore. Se convirtió en estrella invitada de The Wire, la serie de culto de HBO que transcurre en la ciudad. La segunda temporada de esa serie mitificó —o más bien lo contrario— el puerto de Baltimore, uno de los más importantes de la costa Este de Estados Unidos. No solo es una presencia que invade la ciudad para lo bueno y para lo malo. Es su motor económico. El amasijo de hierros informes en que ha quedado convertido el puente al derrumbarse tras chocar contra él el carguero Dali ha dejado ese motor paralizado.

“Pensando primero en la gente del puente. Pero la mente vaga a una ciudad portuaria estrangulándose”, tuiteaba este martes David Simon, el reportero creador de The Wire. “Toda la gente que depende de la entrada y salida de barcos. Las importaciones de automóviles, Domino Sugar, las exportaciones de carbón, el trabajo portuario, cualquier tráfico de contenedores que no perdimos. Industrias. Empleos. Familias”.

Es un sentimiento compartido por los ciudadanos de Baltimore. Kenneth, un antiguo trabajador del puerto que ahora tiene 64 años, se lamentaba este martes. “¿Ves todos esos coches?”, decía, señalando una explanada repleta de automóviles perfectamente alineados. “Todos esos coches están ahí para embarcar. Yo hacía eso con un camión, llevar y traer coches del puerto. Venir a recogerlos, ponerlos en mi camión y entregarlos a nuestros concesionarios. Coches, camionetas, furgonetas, de todo. A veces contenedores. Esto va a afectar a muchos puestos de trabajo. El puerto es el corazón de la ciudad. Realmente lo es”, añadía.

En su intervención de este martes sobre el derrumbe del puente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dejó claro que el orden de prioridades pasa por los trabajos de rescate de las víctimas, primero; el desbloqueo del puerto, a continuación, y la reconstrucción del puente, después. Es difícil determinar cuánto tiempo tardará en reabrirse el paso a los buques de contenedores y mercancías. Tras el derrumbe en una zona de 15 a 20 metros de profundidad, la infraestructura ha quedado como una gigantesca barrera artificial al paso de las embarcaciones.

“A la gente de Baltimore, quiero deciros: estamos con vosotros”, dijo Biden. “Vamos a estar con vosotros todo el tiempo que haga falta. Y como ha dicho el gobernador, sois duros en Maryland, sois fuertes en Baltimore, y vamos a superar esto juntos. Y os prometo que no os dejaremos”, añadió.

El presidente recordó que el puerto de Baltimore es uno de los mayores centros navieros del país. El año pasado gestionó una cantidad récord de carga. Sus terminales gestionaron 52,3 millones de toneladas de carga valoradas en 80.000 millones de dólares (unos 74.000 millones de euros), según anunció el mes pasado el gobernador de Maryland, Wes Moore. Es el primer puerto de Estados Unidos en importaciones y exportaciones de automóviles y camiones ligeros. Alrededor de 850.000 vehículos pasan por ese puerto cada año. “Vamos a ponerlo en marcha de nuevo lo antes posible. 15.000 empleos dependen de ese puerto. Y vamos a hacer todo lo posible para proteger esos empleos y ayudar a esos trabajadores”, aseguró desde la Casa Blanca. Moore calcula que además de los 15.300 empleos directos, hay otros 140.000 ligados a las actividades portuarias.

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El bloqueo del puerto provocará atascos temporales en la cadena de suministros, ya afectada por el bajo nivel de las aguas del canal de Panamá y por la inseguridad en el mar Rojo, puerta de entrada al canal de Suez, dos infraestructuras clave en el tráfico marítimo internacional de mercancías. Decenas de buques de carga con destino a Baltimore permanecían en ruta o fondeados en el exterior del puerto a la espera de conocer su destino. El impacto, en este caso, es más local que global.

El puerto de Baltimore está entre los 20 primeros de Estados Unidos por toneladas de carga. En la costa Este le superan el complejo que forman los puertos de Nueva York y Nueva Jersey y el puerto de Virginia. Por detrás se encuentra el de Filadelfia.

Algunas compañías consultadas por la agencia Reuters han restado hierro a la situación. El puerto es líder en importación de azúcar, pero la mayor empresa azucarera de Estados Unidos, ASR Group, asegura que tiene entre seis y ocho semanas de existencias de azúcar crudo en su refinería de Baltimore, que se abastece de los buques que llegan a su puerto. BMW no espera ningún impacto inmediato, más allá de retrasos ocasionales, ya que su terminal de automóviles se encuentra en la entrada del puerto, frente al puente, y todavía se puede acceder a ella, según dijo. Volkswagen también asegura que sus operaciones portuarias en Baltimore no se han visto afectadas debido a la ubicación de sus instalaciones, aunque puede haber retrasos de camiones por los desvíos de tráfico. GM dijo que desviará sus envíos de vehículos a otros puertos y añadió que esperaba un impacto mínimo del derrumbe del puente.

En cambio, el productor de carbón Consol Energy señaló que se ha retrasado el acceso de los buques a su terminal marítima y que está estudiando todas las opciones disponibles para minimizar o abordar los impactos directos e indirectos para la empresa y sus operaciones. La compañía ferroviaria CSX ha declarado que sus clientes de carbón deben esperar “posibles retrasos en los envíos”. El director financiero de Ford, John Lawler, dijo que el derrumbe del puente de Baltimore y el consiguiente cierre del puerto obligarán al fabricante de automóviles a desviar piezas a otros puertos, lo que afectará a su cadena de suministro, pero que el grupo ya se ha asegurado alternativas. El consejero delegado de Mercedes Benz USA, Dimitris Psillakis, declaró en una entrevista a la CNBC que es demasiado pronto para saber el impacto del derrumbe en sus actividades.

Una infraestructura clave

Más allá de la actividad portuaria, el puente era fundamental para los desplazamientos en Baltimore, pues forma parte de su circunvalación. También es clave en el corredor noreste. Unos 33.000 vehículos lo cruzaban a diario. “He ordenado a mi equipo que mueva cielo y tierra para reabrir el puerto y reconstruir el puente tan pronto como sea humanamente posible” dijo Biden en su comparecencia, pero así como la reapertura y normalización del tráfico marítimo puede ser cuestión de semanas o meses, la construcción de un nuevo puente tardará años.

La infraestructura que se desplomó en cuestión de segundos tardó cinco años en construirse. Cuando se abrió, en 1977, servía como alternativa al congestionado Harbor Tunnel, que cruza bajo el río. Afectará muy especialmente a los camiones que transportan mercancías peligrosas, como petróleo, gas natural o productos químicos, que tienen vetado el acceso a los túneles, así como a los vehículos de gran tamaño, que no pueden atravesarlos por sus dimensiones. Tendrán que desviarse unos 50 kilómetros, por el tramo de la circunvalación que va por el oeste de la ciudad.

En general, afectará a todo el tráfico comercial del puerto y los almacenes de distribución. Amazon tiene un enorme almacén logístico en la zona del puerto, en la orilla norte del río Patapsco, para el que resultaba clave la infraestructura. “El año pasado, cuando trabajaba en Amazon, cruzaba ese puente hasta 20 veces diarias, de día y de noche”, decía este martes un conductor de Uber que antes repartía paquetes del gigante del comercio electrónico. Ahora será necesario dar enormes rodeos y afrontar una mayor congestión.

“Esto va a llevar algún tiempo. Pero los habitantes de Baltimore pueden contar con nosotros para acompañarles en todo momento hasta la reapertura del puerto y la reconstrucción del puente”, concluía Biden.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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