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Zubida Assul, candidata a presidir Argelia: “Aún no hemos tenido una alternancia en el poder”

“La revuelta democrática del Hirak ha sido el momento histórico más relevante desde la independencia en 1962″, afirma la abogada feminista y líder de un partido de centro

Zubida Assul candidata elecciones Argelia
Zubida Assul, exjueza progresista que ha lanzado una candidatura en Argelia para desafiar al régimen en las presidenciales de este año y que aspira a recoger el voto de oposición y las fuerzas del Hirak, en una imagen cedida.
Juan Carlos Sanz

Zubida Assul, de 67 años, ha dado el primer paso para presentar su candidatura a la presidencia de Argelia como representante de la sociedad civil frente al “poder”, el complejo militar y político que rige los destinos del país magrebí desde la independencia en 1962. Esta exjueza y abogada feminista ha lanzado el primer desafío al actual mandatario, Abdelmayid Tebún, quien debe buscar la reelección en los comicios de este año. Para ello, aspira a aglutinar a las fuerzas de oposición y los movimientos populares del Hirak, que hace cinco años encabezaron una ola de protestas pacíficas sin precedentes para forzar la renuncia de Abdelaziz Buteflika, cuando el entonces jefe del Estado se disponía a perpetuarse en un quinto mandato consecutivo. Assul defiende como letrada a decenas de políticos, periodistas e intelectuales encausados desde entonces por su participación en el movimiento democrático argelino.

“Colgué la toga de jueza y me puse la de abogada”, resume su metamorfosis política en la sede de su partido en Argel. “Mi caballo de batalla es el Estado de derecho, la independencia de la justicia, las libertades individuales y colectivas”, enfatiza su programa. “No podemos tener democracia sin un sistema de justicia fuerte e independiente”. La primera aspirante en lanzarse a la carrera presidencial participó como jurista en el Consejo de Transición, que cicatrizó las heridas de la sangrienta guerra civil argelina de los años noventa. Desde 2012 lidera el partido de centro Unión por el Cambio y el Progreso (UCP).

Assul recuerda que en 2018 ya participó en la creación de un movimiento para impedir el quinto mandato de Buteflika. “Pero en febrero de 2019 el pueblo salió masivamente a la calle y asombró al mundo entero. Millones de argelinos se movilizaron para exigir libertad de prensa, de opinión, de reunión, de circulación... Todas ellas están consagradas en nuestra Constitución, pero no tienen traducción sobre el terreno”, advierte. “El Hirak ha sido el momento histórico más relevante para Argelia desde la independencia”, afirma sobre un punto central de su candidatura.

Considera que la Constitución argelina también consagra la igualdad para las mujeres, como ciudadanas de pleno derecho. “El Estado favoreció la educación de las niñas. Hoy hay un 50% de juezas, y más del 60% de los abogados son mujeres. Lo mismo pasa en la sanidad o la educación”, precisa, “pero esta paridad no se da en la política, donde solo hay cuatro ministras entre 29 carteras, y un 25% de parlamentarias, por debajo incluso del 32% de las elecciones de 2012″.

“Hemos retrocedido desde hace cinco años. Estamos asistiendo a un endurecimiento de todas las libertades”, cuestiona sobre el actual Gobierno. “Ha habido muchos procesos penales contra intelectuales, periodistas, políticos. Los argelinos tenemos derecho a criticar a quienes ostentan el poder, a discrepar de sus enfoques”. Ve una prueba más de este retroceso en la conferencia de prensa en la que anunció su candidatura, que apenas tuvo cobertura en los medios. “Los periodistas no son libres de ejercer su profesión en Argelia”, asegura.

“Han pasado 62 años desde la independencia y no se ha producido aún una alternancia en el poder a través de las urnas”, justifica su propuesta de consensuar una candidatura de oposición. Para la aspirante a la presidencia, las elecciones presidenciales pueden ser la oportunidad para volver a movilizar a quienes participaron en el Hirak. “Tenemos que convencerles de que la estrategia de boicot a los comicios beneficia más al sistema que a los ciudadanos”, subraya. El mandato del actual jefe de Estado expira en diciembre de este año. “Desde la crisis de 1989, muchos partidos políticos de oposición han participado unas veces en las elecciones y otras las han boicoteado. Todavía no hemos tenido una transición política en Argelia. Ese es el problema”, sostiene Assul.

―¿Propone usted una reconciliación nacional en torno al Hirak?

―La crisis de Argelia es una crisis política. No puede haber una salida sin diálogo, mediante un pacto social entre las instituciones y los ciudadanos. Los intentos que se han hecho desde el poder no han dado los resultados esperados.

―¿Si fuera presidenta pondría en libertad a todos los presos por delitos de opinión?

―Lo primero que haré si llego a la Presidencia de la República es iniciar un diálogo para reconciliar a los argelinos. En segundo lugar, obviamente, me aseguraré de que se respeten todas las libertades. Si soy presidenta, no aceptaré que un ciudadano sea encarcelado por expresar su punto de vista, aunque me critique duramente a mí.

―¿Va a contar con las Fuerzas Armadas?

―Históricamente, el Ejército de Liberación Nacional estuvo en primera línea para poner fin a más de 130 años de colonialismo. Este vínculo es muy importante. El ejército es una institución que hay que respetar. Debe ser una institución profesional y fuerte. Pero yo no quiero ser presidenta y ministra de Defensa al mismo tiempo.

La jurista Assul se muestra a favor del retorno al sistema de la apertura democrática de 1989, con un jefe de Gobierno que rinda cuentas ante el Parlamento. “Creo que el aprendizaje democrático debe realizarse a través de un Parlamento representativo de la voluntad popular, que ejercerá también su misión de control”, previene contra la concentración del poder en manos del presidente de la República. “Argelia es además un país enorme. No se puede gestionar el territorio mediante decisiones centralizadas. Cada región tiene su especificidad”, apostilla, en lo que parece ser un guiño a la región de la Cabilia del norte del país, con mayoría de población bereber.

Política exterior de diálogo

“En Argelia tenemos una doctrina tradicional en política exterior: somos un país no alineado, hablamos con todos, queremos tener buenas relaciones con todos. Esa es la primera regla. La segunda es que Argelia no quiere involucrarse en los problemas internos de ningún país, sea vecino o no. Mi posición es recurrir al diálogo, cualquiera que sea el problema”, expone su programa diplomático. “No tengo mucha información sobre las causas de las últimas fricciones entre Argelia y España. Mi deseo es que con España, como un país vecino en el Mediterráneo, existan buenas relaciones. Formo parte de quienes creen en la construcción del gran Magreb, de la Unión por el Mediterráneo”, recalca.

“Pero es cierto que existen problemas territoriales que todavía necesitan encontrar soluciones en Naciones Unidas”, alude al contencioso sobre el Sáhara Occidental. “Primero hay que contar siempre con el derecho internacional. A partir de ahí, nada impide que nos sentemos alrededor de una mesa para tratar de encontrar soluciones, compromisos. Eso es la política. No siempre podemos ser ganadores. Tampoco perdedores. Debemos alejarnos de esta lógica”, advierte.

Apertura económica

Assul se declara también a favor de una apertura económica y de la libertad de emprender. “Esto es fundamental, porque tenemos un país de cerca de 50 millones de habitantes, donde un 75% de la población es joven, y por ello necesitamos crear millones de empleos”, aclara, “pero no se puede avanzar hacia el desarrollo económico sin libertades fundamentales“. Plantea que en una economía dependiente de los hidrocarburos como la argelina, la prioridad debe concentrarse en la creación de empresas. “Espero poder crear un millón de pequeñas y medianas empresas durante mi mandato. Y ahí necesitaremos que los países de la Unión Europea trabajen con nosotros para que nuestros jóvenes no abandonen Argelia. Quiero que mi país se abra al mundo”, remacha su propuesta económica.

Assul considera, sin embargo, que antes debe cambiar la cultura de la subvención pública que impera en Argelia desde la independencia. “No se debe infantilizar a los argelinos. Lo importante en los próximos 20 años es impulsar una clase media que sea la palanca que impulse la economía. El papel del Estado no es crear riqueza, sino crear el clima para el crecimiento”, detalla el giro económico al que aspira. “No debe limitarse, como hasta ahora, a gestionar la riqueza de los hidrocarburos”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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