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Biden redobla su presión al Congreso para sacar adelante la ayuda a Ucrania

El presidente se declara “alentado” por los progresos en las negociaciones entre los dos partidos sobre Ucrania y la seguridad fronteriza

Mike Johnson
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, en una rueda de prensa en el CapitolioLEAH MILLIS (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

Joe Biden redobla su presión para sacar adelante la ayuda económica y militar de su país a Ucrania, que se encuentra en punto muerto en el Congreso desde hace semanas. Mientras Rusia arrecia su ofensiva en el este del país invadido, el presidente de EE UU recibe este miércoles en la Casa Blanca a los líderes demócratas y republicanos en el Capitolio para tratar de arrancar el visto bueno a una asistencia que Kiev requiere de modo cada vez más urgente. Al término del encuentro, los republicanos describían las conversaciones como “productivas”, pero insistían en su demanda de aprobar primero una dura reforma fronteriza. Biden se declaraba “alentado” por los progresos en las negociaciones entre los dos partidos.

A la reunión acudieron el líder de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, y de la minoría republicana, Mitch McConnell, en el Senado; así como el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, y el jefe de la bancada demócrata en este foro, Hakeem Jeffries. También estaban invitados los presidentes de las comisiones respectivas sobre Seguridad Nacional.

Biden “expresó su compromiso para alcanzar un acuerdo entre los dos partidos sobre política fronteriza, y la necesidad de medidas adicionales en la frontera”, declaró la Casa Blanca en un comunicado. El presidente también “instó al Congreso a aprobar con rapidez su solicitud de fondos para la seguridad nacional”.

Schumer se expresaba de modo positivo en declaraciones a la prensa tras el encuentro. Según el líder demócrata, hubo “una gran cantidad de acuerdo” entre ambas partes, y Biden se mostró de acuerdo en buscar progresos en las conversaciones sobre migración. “Soy más optimista que nunca sobre el logro de un acuerdo, pondría la posibilidad un poco por encima del cincuenta por ciento, y es la primera vez que puedo decir algo así”, sostenía.

Pero el republicano Johnson se mostraba más escéptico. La reunión, consideró, fue “productiva”, pero su partido mantiene su demanda de dar prioridad a la aprobación de medidas más duras en la frontera.


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Biden había pedido en octubre al Congreso una partida extraordinaria de 110.500 millones de dólares para destinar 64.000 millones a la ayuda a Ucrania, 14.000 millones para apoyar a Israel en su guerra en Gaza y 6.000 millones para reforzar la seguridad y acelerar las tramitaciones de asilo en la frontera con México. Pero la oposición republicana, donde la resistencia a destinar más dinero para Ucrania no ha hecho más que ampliarse en el último año, reclama una reforma migratoria mucho más dura en el control de la línea divisoria como condición sine qua non para dar luz verde a la asistencia a Kiev.

Un grupo de parlamentarios de ambos partidos negocia desde hace semanas para tratar de llegar a un acuerdo, pero sin grandes progresos. Las conversaciones se ven complicadas por la situación de la Cámara de Representantes, donde el ala republicana más extremista disfruta de una influencia desproporcionada a su tamaño: hoy por hoy, las bajas por enfermedad o renuncia han reducido la mayoría de este partido a solo tres escaños, que la semana que viene podrían recortarse a solo uno. En estas circunstancias, cada voto cuenta.

Y los republicanos del ala dura exigen, para ceder, algo que los demócratas no están dispuestos a dar: la aprobación en el Senado y promulgación de un proyecto de ley conocido como HR2, que impone durísimas medidas de control migratorio, y que la Cámara de Representantes ya aprobó el año pasado.

Biden ha indicado, indirecta y muy directamente, que está dispuesto a hacer concesiones en la cuestión fronteriza para sacar adelante la asistencia a Ucrania, una de sus grandes prioridades en política exterior y de la que Washington es el principal donante, con más de 75.000 millones de dólares aportados solo en colaboración militar. Para el presidente, en los campos de batalla de la antigua república soviética se juega la pelea por la supervivencia de la democracia occidental; retirar la ayuda daría alas a autócratas como el presidente ruso, Vladímir Putin, y enviaría el mensaje a regímenes similares de que no se paga ningún castigo por violar la soberanía nacional y los principios de la Carta de la ONU. Algo en lo que concuerda con el republicano McConnell.

“Creo que necesitamos cambios importantes en la frontera”, ha declarado el inquilino de la Casa Blanca. “He presionado por ello. Estoy dispuesto a hacer cambios significativos en la frontera, y se han desarrollado negociaciones durante las últimas cinco semanas, así que tengo esperanza de conseguirlo”.

La posición de Biden incluye una dosis de cálculo político: las encuestas apuntan sistemáticamente a la cuestión migratoria como una de las grandes preocupaciones de los votantes de cara a las elecciones de noviembre. Las cifras de la patrulla de Control Fronterizo apuntan que el año pasado volvieron a batirse récords y entraron en el país 2,5 millones de migrantes de modo irregular. Además, numerosos alcaldes demócratas de grandes ciudades alejadas de la frontera reclaman medidas para responder a las oleadas de autobuses repletos de solicitantes de asilo que los Estados republicanos fronterizos envían.

Algunas de las propuestas que se manejan incluyen medidas para hacer más difícil la solicitud de asilo en Estados Unidos, algo a lo que la Casa Blanca se muestra abierta. Mucho más espinosa es otra demanda republicana, el recorte de una herramienta conocida como libertad condicional humanitaria, que ha permitido la llegada de miles de personas que huyen de países como Afganistán o Ucrania, sacudidos por la guerra, la violencia o la miseria.

“Creemos que las negociaciones marchan bien, y queremos ver un acuerdo entre los dos partidos”, ha señalado la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. “El presidente entiende que lo que vemos en la frontera, el sistema migratorio, está quebrado desde hace décadas”.

La piedra de toque en la reunión de este miércoles era la posición de Mike Johnson, el presidente de la Cámara de Representantes escogido para ese puesto por el ala dura republicana. Johnson se había declarado opuesto a entregar más ayuda a Ucrania antes de llegar al cargo el pasado octubre; una reunión inicial en la Casa Blanca, similar a la de ahora, inmediatamente después de tomar posesión, le llevó a comentar a la salida entonces que no había que olvidar el sufrimiento del país invadido. Desde entonces, sin embargo, no ha dado ningún indicio de querer someter a votación la partida presupuestaria en la Cámara que preside.

Al menos en público, no parecía que hubiera habido cambios en su postura. A la salida de la Casa Blanca, Johnson reiteraba a los periodistas: “entendemos que haya preocupación sobre la seguridad y soberanía de Ucrania, pero el pueblo estadounidense tiene las mismas preocupaciones sobre su propia soberanía y su propia seguridad”. En la reunión, sostenía, “hemos hablado de los elementos necesarios para resolver este problema. (En la Cámara de Representantes) hemos aprobado nuestro proyecto de ley y tiene elementos indispensables, un restablecimiento de la política de ‘quédense en México’, el fin de la práctica de detener (a los migrantes) y ponerlos de inmediato en libertad, es una reforma a los sistemas de asilo y libertad condicional humanitaria”.

Los demócratas guardan, entre bambalinas, un argumento en la manga para tratar de persuadir a Johnson y a los republicanos más renuentes. Según alegan, el partido en la oposición debe aprovechar las concesiones que le ofrecen los demócratas ahora; si esperan a noviembre ―tras las elecciones y aunque ganasen la mayoría en ambas Cámaras―, no contarán con votos demócratas que apoyen sus propuestas; la reforma migratoria necesita una súpermayoría de al menos 60 de los 100 votos en el Senado.

En Davos (Suiza), donde se celebra la reunión anual del Foro Económico Mundial, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se sumaba a los llamamientos sobre la urgencia de que se aprueben esos fondos. “Si alguien piensa que esto solo va de Ucrania, comete un error fundamental. Las posibles direcciones e incluso el calendario de una nueva agresión rusa más allá de Ucrania se tornan cada vez más claros”, sostenía en un encuentro con periodistas.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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