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Bruselas avala que Ucrania empiece a negociar en 2024 su adhesión a la UE

La Comisión Europea recomienda acelerar para abrir el diálogo de integración con Kiev y Chisinau y designa a Georgia como país candidato

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, este miércoles en Bruselas.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, este miércoles en Bruselas.YVES HERMAN (REUTERS)
María R. Sahuquillo

Bruselas vuelve a pisar el acelerador para la próxima gran ampliación de la UE, en un paso más para acabar con esas zonas geográficas grises, bajo amenaza del apetito imperialista y de la influencia de Rusia y otros actores, y con el foco en la propia seguridad del club comunitario. La Comisión Europea ha recomendado este miércoles que el Consejo Europeo —los Estados miembros, que tienen la última palabra— abra las conversaciones de adhesión a la UE con Ucrania a principios del próximo año, aunque solo si Kiev —que lleva más de 600 días afrontando la agresión rusa— completa antes las reformas requeridas para acercarse a los estándares europeos. Incluso si el proceso comienza formalmente en 2024, la entrada real puede llevar años.

En un movimiento más para expandirse hacia el este de Europa, que el Kremlin ha tratado durante décadas a toda costa de mantener bajo su influencia, Bruselas también recomienda abrir el diálogo de integración con Moldavia. Ha designado además como país candidato a Georgia, que ahora tendrá que realizar ingentes cambios.

“La ampliación es una política vital para la Unión Europea”, ha lanzado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una rueda de prensa en la capital comunitaria. “Completar nuestra Unión es la llamada de la historia, es el horizonte natural de la UE”, ha añadido la alemana, que ha definido el anuncio como “histórico”. Bruselas se ha mostrado, además, dispuesta a “acelerar” los procesos de adhesión y a garantizar que la próxima ampliación sea “un catalizador del progreso”, dice en una comunicación política hecha pública este miércoles.

La viceprimera ministra ucrania para la Integración Euroatlántica, Olha Stefanishyna, se ha mostrado satisfecha con el examen de la Bruselas y con la recomendación. “La decisión de la Comisiónn Europea es, en última instancia, muy positiva, porque demuestra el progreso que ha logrado Ucrania”, dice a EL PAIS. “No es una recomendación política, es una señal importante para Ucrania de que la dinámica y el compromiso que hemos estado mostrando durante el año y medio posterior a su condición de candidato conducen al resultado”, considera. “Ucrania no pide descuentos ni tratos especiales, en particular debido a la guerra”, añade Stefanishyna.

El Gobierno de Volodímir Zelenski debe ahora apresurarse para completar los flecos pendientes en tres grandes capítulos: reformar su ley de minorías lingüísticas (húngaro, rumano y ruso) para reforzar la enseñanza de esos idiomas en la educación secundaria y en los medios de comunicación, aprobar una ley de transparencia de lobbies para acotar la influencia de los oligarcas y dotar de más recursos a los instrumentos que luchan contra la corrupción. Así lo precisa el informe de los progresos del país en su senda hacia la UE, que adelantó EL PAÍS.

Bruselas cree que los cambios pueden estar listos en marzo de 2024, según fuentes comunitarias. Y en esa fecha, volverá a hacer un análisis del avance. Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete analizarán la situación en su reunión de diciembre con el informe de la Comisión sobre sus avances en la mano. Y diversas fuentes de Bruselas adelantan que la decisión será positiva, aunque con salvedades. Puede haber algunos escollos: Hungría, uno de los países más afines a Rusia en la UE, ha recalcado que no dará el sí a la apertura de negociaciones si en las zonas donde vive una importante minoría húngara no se incrementa la enseñanza de ese idioma.

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Sin atajos

La UE insiste en que el camino hacia la adhesión no puede tener atajos y es un proceso basado en el mérito del candidato. Pero el inicio de las conversaciones de integración es una decisión eminentemente política, un símbolo, igual que lo fue el primer paso, la designación de Ucrania como país candidato en junio de 2022, solo unos meses después de que el Gobierno de Volodímir Zelenski presentara la solicitud de entrada.

Supondría sobre todo un espaldarazo para Kiev cuando el frente de batalla parece estancado, el cansancio en la ciudadanía empieza a hacerse notar y la preocupación por que Estados Unidos vaya retirando su apoyo económico aumenta. Todo con las elecciones a la Casa Blanca en el horizonte, dentro de un año, y la posibilidad del retorno de Donald Trump. “Queremos enviar un mensaje claro de apoyo a Ucrania”, ha insistido Von der Leyen.

Desde Kiev, el presidente ucranio ha alabado la decisión de Bruselas, pese a que la Comisión señala aún que debe completar varias tareas. “Este es un paso fuerte e histórico que allana el camino hacia una UE más fuerte con Ucrania como miembro”, ha asegurado Zelenski en las redes sociales. Este mes se cumplen 10 años desde que el entonces presidente ucranio, Viktor Yanukóvich, afín a Moscú, retirase al país del este del acuerdo de asociación con la UE, tras la presión de Moscú. Ese gesto, unido al enfado por la corrupción rampante en la Administración, alumbró las protestas históricas europeístas y por la democracia del Maidán, en Kiev, que se extendieron por todo el país. En reacción ante el giro hacia Occidente de Ucrania, Rusia invadió Crimea, se la anexionó ilegalmente en 2014 y alimentó la guerra en Donbás.

Ahora, es la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania la que ha espoleado el proceso de ampliación de la UE hacia el este, que llevará aparejados grandes cambios económicos, geográficos, sociales. Cambios que no satisfacen a todos. Ucrania se convertiría en el quinto país más poblado de la UE y en el miembro más pobre. Su ingreso convertirá a la gran mayoría de miembros en contribuyentes netos; también a aquellos que (como ahora Polonia, por ejemplo) son beneficiarios. Esto, unido a la idea que está ganando terreno en Bruselas de que la integración del país invadido y del resto de candidatos sea gradual, ha generado tensiones con los países del este. La Comisión apuesta, en lugar del todo o nada, por que el país candidato empiece a participar en programas y a beneficiarse del mercado común y de ciertos fondos.

Camioneros polacos protestan en la frontera con Ucrania para reclamar que se reinstauren las restricciones a los transportistas ucranios.
Camioneros polacos protestan en la frontera con Ucrania para reclamar que se reinstauren las restricciones a los transportistas ucranios. Darek Delmanowicz (EFE)

Ya se ha visto un adelanto de lo que puede suceder cuando empiece a negociarse una nueva Política Agrícola Común (PAC) con la crisis del grano ucranio que llega a la UE sin aranceles como fórmula de apoyo al país invadido y para luchar contra la crisis alimentaria global. Polonia, Hungría y Eslovaquia decidieron bloquear el cereal y otros productos agrícolas porque aseguran que daña a sus agricultores, pese a que la UE les ha entregado ayudas compensatorias. Y estos días hay nuevas protestas en la frontera de Polonia con Ucrania, esta vez de camioneros que reclaman restablecer las restricciones previas a la invasión a gran escala. A las cuestiones económicas se suman las dudas de integrar un país en guerra.

Las instituciones tienen cierta prisa por avanzar hacia la gran ampliación, aunque para que Ucrania entre en el club comunitario pueden pasar muchos años. Croacia, que estaba en mejor posición, tardó casi una década desde que abrió las conversaciones de integración hasta que se convirtió en Estado miembro.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, este miércoles en el Parlamento Europeo.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, este miércoles en el Parlamento Europeo.OLIVIER MATTHYS (EFE)

Además, para absorber a Ucrania, Moldavia y los candidatos de los Balcanes —hay varios países bastante avanzados y Bruselas también ha recomendado este miércoles abrir negociaciones con Bosnia, pero no con tanta prisa— y pasar a ser una Unión de 36 miembros y más de 500 millones de habitantes, la Unión debe emprender reformas internas en su estructura, presupuesto y mecanismo de toma de decisiones. Y no todos quieren recorrer al trote esa vía.

Las señales de que el proceso se precipita se acumulan. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el primer líder en poner un horizonte temporal —2030— para que la UE tenga los deberes hechos y pueda recibir a los nuevos socios, ha convocado a los líderes a varias reuniones este mes, en pequeños grupos en París, Berlín, Copenhague y Zagreb, para discutir ese “futuro común” y cómo abordarlo. “Necesitamos ser abiertos y pragmáticos sobre los cambios y desafíos que tenemos por delante”, dice Michel en una carta enviada a los líderes de los Veintisiete este miércoles.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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