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Los Veintisiete evitan acordar un compromiso ambicioso para la próxima gran ampliación de la UE

Algunos socios piden un estudio de costes previo y un sistema de pasos claro con un calendario de las reformas que la UE debe abordar; otros apuestan por una integración gradual de nuevos miembros

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente español en funciones, Pedro Sánchez, en Granada este viernes.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente español en funciones, Pedro Sánchez, en Granada este viernes.PACO PUENTES

La UE se ha dado cuenta de que había pisado el acelerador demasiado a fondo hacia la ampliación. Los líderes de los Veintisiete han evitado este viernes en la cumbre de Granada acordar un compromiso ambicioso y concreto sobre la próxima expansión hacia el Este. El proceso para pasar de una UE de 27 miembros hasta los 35 requiere grandes reformas internas previas y que los nuevos socios se adapten a los estándares del club comunitario. Son procesos “difíciles” que, además, incluyen aspectos financieros “sustanciales”, ha destacado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Y causarán tensiones en los Estados ya miembros, que pasarán en su mayoría a ser contribuyentes netos para apoyar a los recién llegados; también los que ahora son beneficiarios.

La UE quería ser ambiciosa en su aspiración de absorber a los nuevos miembros, pero ha imperado el realismo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha advertido de que la adhesión se basa en los méritos de cada nuevo socio. “No hay atajos”, ha remarcado. Es, también, un mensaje hacia Ucrania, con la que la UE abrirá negociaciones para la integración en diciembre, según varias fuentes, pero que tras ese paso puede tener después varios años por delante de nuevas y severas reformas.

Varios Estados miembros, entre ellos España, y Michel eran favorables a establecer en Granada una meta temporal para las reformas internas, que funcionara como combustible para acometerlas. No había intención de que esa meta fuera acuñada en una declaración, pero sí que adquiriera un halo de compromiso simbólico, señalan fuentes comunitarias. Sin embargo, la falta de acuerdo entre los Estados miembros y las preocupaciones por la futura financiación han evitado que se establezca un compromiso concreto. “Es mejor no fijarla, la fecha no es más que un acicate”, ha apuntado Michel, que, sin embargo, hace unas semanas apuntó a 2030 como esa meta para que la UE tuviera los deberes hechos. “Lo que hay que hacer es dejar de postergar las cosas”, ha añadido el presidente del Consejo.

Antes de fijar esa fecha clave en la cumbre de Granada, la gran cita de la presidencia española del Consejo de la UE, algunos socios han pedido un estudio de costes previo antes de establecer el compromiso y un sistema de pasos claro con un calendario que paute las reformas que la UE debe abordar; otros han pedido que se incluya la opción de que sea gradual la integración de nuevos miembros como Ucrania, los países de los Balcanes, Moldavia o Georgia, que aguardan para el mes de noviembre el informe europeo que dé cuenta de los progresos en materia de Estado de derecho y medidas anticorrupción previas a la adhesión.

“Tenemos la convicción de que tenemos que ir mucho más rápido”, ha dicho el presidente francés, Emmanuel Macron, que ha reconocido que hay países que abogan por acelerar y otros por una manera “más clásica”. “Sí hay un consenso que surge para decir que nos enfrentamos a una verdadera transformación geopolítica de nuestra Europa”, ha dicho el líder francés.

La Comisión Europea prepara una serie de propuestas ―“ideas”, lo llama― sobre las reformas precisas para la próxima gran ampliación y las presentará en el primer semestre de 2024. La jefa del Ejecutivo comunitario ha encargado, además, un estudio de estimación de costes que tome como parámetro la próxima década. La modificación de las estructuras será amplia: en los presupuestos, en los procesos de toma de decisiones, en las políticas agrarias; un elemento, además, que ya está suscitando tensiones en el flanco oriental de la UE con la crisis del grano ucranio que llega a la Unión sin aranceles y que Hungría, Polonia y Eslovaquia han bloqueado porque asegura que daña a sus granjeros.

“¿Están preparados los agricultores franceses para el ingreso de Ucrania?”, ha lanzado el ministro ultraconservador húngaro, Viktor Orbán, tocando una de las teclas históricamente más sensibles. Orbán es el líder más afín a Rusia dentro del club comunitario, y muy reticente al futuro ingreso de Ucrania. “Nunca se ha admitido a un país en guerra”, ha lanzado. António Costa, primer ministro de Portugal ―uno de los países que con las cuentas actuales pasaría a perder una gran cantidad de fondos con el ingreso de nuevos miembros― ha pedido crear un programa de financiación alternativo, similar al plan de recuperación y resiliencia permanente, al que puedan recurrir los Estados miembros que se queden fuera de los fondos de cohesión con la próxima ampliación.

España, que espera que la UE abra conversaciones de adhesión con Ucrania antes de que termine el año ―durante su presidencia―, si cumple los requisitos necesarios, es una de las voces más abiertas hacia la ampliación; también por su propia realidad histórica. Con otro objetivo claro a la vista, en este caso deportivo, el presidente en funciones del Gobierno de España ha bromeado con que dentro de siete años puede haber buenos y diversos motivos para celebrar: “En 2030, Portugal, España, junto a Marruecos, vamos a albergar el Mundial de fútbol, también es una buena fecha para poder celebrar ese 2030″.

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